16/6/22
Uno de los ritos recurrentes de mi adolescencia años 70 en toda aglomeración masiva festiva o no festiva era, dando los obligatorios saltos, gritar a todo pulmón: "follar, follar, que el mundo se va a acabar". Viendo cómo estaban de gente joven las calles de Barcelona estos días pasados a cuenta del Primavera Sound, me reafirmo en la convicción de que uno de los signos del sentimiento apocalíptico es la urgencia por juntar cuerpos y almas de todas las formas posibles en múltiples modos de bacanales rituales fin de fiesta y fin de mundo.
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