El mundo se está acostumbrando a oír cada día más barbaridades cometidas 

contra las mujeres con una pasividad asombrosa. Así lo afirman diversas 

activistas comprometidas con los derechos humanos de las mujeres, políticas 

y otras que luchan desde hace meses desde distintas posiciones para ayudar 

a las mujeres de Afganistán.

Lo que les está sucediendo a las mujeres en ese país no tiene parangón. En las 

últimas semanas el gobierno Talibán, instalado en el poder desde mediados de agosto 

de 2021, les ha prohibido acceder a la universidad y a sus títulos académicos, una 

medida que deja a las jóvenes fuera del sistema educativo. El pasado 25 de diciembre 

también decretó que las mujeres no podían trabajar en organizaciones humanitarias 

nacionales o internacionales. Una prohibición que no sólo afecta a muchas afganas 

para desarrollar su trabajo, sino que pone en solfa la capacidad de las organizaciones 

para ayudar a la población más vulnerable del país, como son las mujeres y las niñas 

que sólo pueden recibir ayuda de mujeres. 

Una vuelta de tuerca que ha endurecido las ya restrictivas políticas hacia ellas. "Se 

trata del primer país del mundo que, por ley, prohíbe la educación de niñas y 

mujeres", afirma Maite Pacheco, exdirectora del programas de protección internacional 

y ayuda humanitaria del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones 

y actualmente vicepresidenta de Netwomening, una organización creada al calor 

de la necesidad de ayudar a las mujeres afganas a salir del país. 

ONU condena la prohibición de los talibanes a las mujeres para que trabajen

 en las ONG

La pasividad internacional

Ante estas medidas, la comunidad internacional se ha quedado impasible. Apenas 

unas tibias declaraciones y comunicados solicitando que el gobierno talibán dé 

marcha atrás o esperando que reconsidere sus acciones. Pero no ha existido 

ninguna contestación contundente, ni sanciones, ni bloqueos comerciales o 

económicos por las aberraciones que este país está cometiendo contra la mitad 

de su población. Nada. Una situación que contrasta profundamente con lo que 

ha ocurrido recientemente en Ucrania tras el estallido de la guerra.

"Existe una obligación moral y legal (...)