viernes, 27 de enero de 2023

Un jovencito de 22 años se pasea por las noches, de borrachera en borrachera, de Manuel Rivas

 28/12/22

 
Un jovencito de 22 años se pasea por las noches, de borrachera en borrachera, por discotecas y guateques.
Ha participado o se ha visto envuelto en peleas y provocaciones. Incluso en alguna riña en la que hubo disparos. Y en otras en las que brillaron las navajas.
A veces le acompaña una hermana menor que no le queda muy atrás en gamberradas.
Este chico no vive en las Tres Mil, ni en la Cañada Real, ni en el Raval.
Si viviese en esos barrios ya habría pasado varias veces por comisaría. Incluso por la cárcel.
Pero él vive en barrios de ricos. A él nunca le cortan la luz, siempre tiene calefacción en invierno y refrigeración en verano. Puede pagarlas, como paga sus juergas, su alcohol y otros consumos.
Cuando participa en peleas, la policía no le pide el dni sino que su tito le envía la guardia personal para devolverlo a casa, sano, salvo y sin multas
Este gamberro no necesita trapichear para pagarse sus juergas. No tiene que dar palo al agua. No tiene que sudar. No. Sus juergas las pagamos nosotros. Se divierte a costa de los presupuestos generales del estado.
Sí, la familia de ese niñato está a sueldo de todos nosotros.
La familia de este joven nini tiene, no obstante, defensores acérrimos. Son defensores políticos.
Esa familia que, si viviese en un barrio de los márgenes, estaría considerada como desestructurada y tal vez estaría bajo la tutela de los Servicios Sociales, vive de los mismos presupuestos que sus defensores políticos quieren racanear a la Sanidad Pública, a la Escuela Pública, a las pensiones públicas.
Cada borrachera, cada fiestón del muchacho, son menos ladrillos para vivienda social, menos plazas de médicos en tu centro de salud y menos liquidez para tu pensión.
Cuando vayamos a votar, también hay que pensar en estas cosas.
Salud y feliz año.

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