domingo, 9 de abril de 2023

Leña, bellotas y caza furtiva: la historia popular de la valla que separa a los reyes de los madrileños en El Pardo

Luis de la Cruz

El vallado de El Pardo busca en su caracterización más obvia apartar la caza del común de los mortales o la práctica de ahuyentar a los animales fuera de los contornos del cazadero real para saltarse el privilegio real, pero también evitar otros usos del monte que se reprimieron con dureza. Prácticas de subsistencia de la comunidad como la recogida de frutos, hierbas, el uso de pasto, hacer acopio de leña o el carboneo (hacer carbón vegetal), todas prácticas fundamentales en el entorno rural y en los contextos preindustriales.

La mayoría de quienes incurrían en la caza furtiva pertenecían al pueblo, y recurrían a ella dentro de una economía fuertemente estacional y de complemento (era necesario desempeñar diferentes actividades para completar la economía familiar), aunque no faltaron desde el principio ejemplos de nobles o clérigos sorprendidos cazando en El Pardo sin permiso (por poner un ejemplo, el Nuncio de El Papa, durante el reinado de Felipe III). También hubo cazadores que profesionalizaron la labor, vecinos de Colmenar Viejo, Fuencarral o Torrelaguna que vendían las piezas luego en los mercados de la capital.

 (...)   Esto, continuaba siendo así cuando en 1914 la Revista Caza y Pesca, que por otro lado se distinguía por la condena del furtivismo y hasta el homenaje a los guardias civiles encargados de reprimirlo, dedica un reportaje a una cuadrilla de furtivos del barrio de La Viña (en el actual distrito de Tetuán), que atestigua el acercamiento de la urbe en crecimiento al monte. El reportaje vivido comienza en una taberna donde los hombres, que forman una auténtica comunidad, relatan al periodista Tomás Álvarez Angulo el peligro diario que corren, amenazados por el fuego real de las escopetas de los guardas. El pasaje sirve también para entender la precariedad del trabajo:

“–La mitad de lo que se coge es para el dueño de las herramientas, y luego hay que dar un real por pieza o «atado» al ayudante.

 (...)  Durante la Segunda República, El Pardo no se abrió a los madrileños, como se había hecho con El Retiro durante la Gloriosa (1868) o con la Casa de Campo, precisamente entonces. Según cuenta Azaña en sus memorias, en plena contienda le dijo a Negrín que cuando ganara la guerra le relevara de la obligación de ser Presidente y le nombrara “guardia mayor y conservador perpetuo de El Pardo”.

(...)  La valla de El Pardo ha seguido separando el valioso bosque mediterráneo de los madrileños. También han continuado, por supuesto, las transgresiones populares y la caza furtiva. Un documento de la Coordinadora de Organizaciones de Defensa Ambiental lo expresaba así en los años noventa:

“La caza furtiva en el Monte de El Pardo es un hecho tan patente que pasa inadvertido por lo común. No hay más que darse una vuelta por el pueblo de El Pardo y comprobar el elevadísimo número de bares y restaurantes que ofrecen todos los días del año en su menú carne de Ciervo (Cervus elaphus), Gamo (Dama dama) y Jabalí (Sus scrofa)… En el Monte de El Pardo se pueden registrar casi todas las modalidades de caza ilegales existentes en nuestro país . Es muy frecuente la caza de pajarillos mediante liga y redes en invierno. Sistemáticamente se colocan cepos para capturar conejos en los que desgraciadamente caen muchas especies protegidas -sobre todo Zorro (Vulpes vulpes) y Ratonero común (Buteo buteo)-. En resumidas cuentas, los efectos de todos los tipos de caza ilegal son desastrosos para el medio natural del Monte de El Pardo”.

El Pardo está ahí, sigue siendo un pequeño paraíso detrás de una valla a la que los madrileños se asoman ocasionalmente sin que les quepa en la cabeza su dimensión real (el 26% de todo Madrid). Dicen los expertos que la valla ha servido, a la vez, para permitir la conservación virginal del monte y para perpetuar un privilegio regio que incluye decenas de construcciones en su interior. El debate está abierto y exige diálogo social. Algo habrá que hacer con la valla.

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