Manuel Rivas 29/07/2024
Para tener más poder, es lícito lo que Leo Strauss llamó “mentiras nobles” o “blancas”. Eso sí, Strauss pedía una calidad en el mentir. Pero estos nuestros mentirosos, incluso cuando mienten, son unos charangueros
Dies irae
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Primero, una mirada a los clásicos. Escribió Hobbes: “Auctoritas non veritas facit legem”. Es decir: “La autoridad, no la verdad, es la que hace las leyes”. La judicatura reaccionaria española, tan hobbesiana, ejerce más un papel de autoridad, y con sentido autoritario, que el de administrar justicia. Para estos jueces, no importa tanto que se sepa lo que es justo, sino que se sepa quien manda.
No parecen muy brillantes ni como juristas ni como magistrados, pero son extraordinarios como autoridad. Y tienen mando en plaza. Hacen lo que les peta. No funcionan los mecanismos de control frente a los desmanes. Al contrario, forman parte del engranaje reaccionario.
Hay momentos, en el pasado y en el presente, en que la teoría del poder en España parece basarse más en el dogma de la Santísima Trinidad que en el equilibrio de las tres potestades según Montesquieu.
Un ejemplo significativo fue el auto del Tribunal Supremo sobre la ley de amnistía, aprobada por mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados. Más que un análisis jurídico, lo que hicieron Marchena y compañía fue cantar las cuarenta al Legislativo y con mucho desparpajo, en un lenguaje propio de facción política.
Y este caso nos lleva a otro clásico, muy influyente en la esfera político-jurídica reaccionaria. En 1940, en una alocución en la universidad de Colonia, Carl Schmitt, el ‘kronjurist’del Tercer Reich, animó a los estudiantes de Derecho a trabajar con conceptos jurídicos que tuviesen la condición de “armas afiladas” y que no se anduvieran con tonterías. El trazo más admirable en un líder, también en el orden jurídico, sería “la ferocidad del discurso”.
Schmitt tuvo un importante discípulo en España. Y ese sería nuestro tercer clásico: “La ley es algo así como un cañón de largo alcance”. Quien escribió esto fue Manuel Fraga Iribarne, en la Revista General de Legislación y Jurisprudencia, en 1944. Ya llovió desde entonces, pero tenemos un buen despliegue de artilleros reaccionarios ocupando lugares claves en la Justicia española. La munición con la que disparan tiene mucho que ver con ese pensamiento de Hobbes. Lo decisivo no es la verdad, la justicia, sino quién manda.
Y para tener y ocupar más poder, el del ámbito político, es lícito que los “artilleros” utilicen las mentiras. Lo que Leo Strauss, otro que tal bailaba, llamó “mentiras nobles” o “blancas”. Eso sí, Strauss pedía un esfuerzo. Una calidad en el mentir de las élites. Una “habilidad retórica superior”.
Pero estos nuestros mentirosos, incluso cuando mienten, son unos charangueros.
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