Elena de Sus 27/07/2024
La activista Ángeles Cabria explica desde el pesquero ‘Handala’ la lucha de la coalición internacional Flotilla de la Libertad para tratar de detener el genocidio de Israel sobre Gaza
El Handala zarpando del puerto de Santander, a bordo representantes de Rumbo a Gaza: Pilar Barrado, Ángeles Cabría y Sergio Tamayo. / Rumbo a Gaza
El pasado 1 de mayo el barco pesquero Handala, de la coalición internacional Flotilla de la Libertad, que denuncia y trata de romper el bloqueo al que Israel somete a Gaza desde 2007, partió del puerto de Oslo en un viaje para sensibilizar sobre la opresión del pueblo palestino y exigir que se detenga el genocidio.
El 22 de junio Ángeles Cabria, activista por la salud pública y vecina de un pequeño pueblo cántabro cerca de Cabezón de la Sal, se embarcó en el Handala a su paso por Santander. Desde entonces ella y el resto de la tripulación han estado en A Coruña, Lisboa, Vélez-Málaga, Denia, Martigues y Marsella. En el momento de escribir estas líneas se encuentran en Ajaccio, en la isla de Córcega.
Como siempre, el objetivo final es llegar a Gaza, pero saben que será muy complicado. Cabria recuerda lo que sucedió con el Mavi Marmara, uno de los seis buques de la Flotilla de la Libertad que trataron de llevar ayuda humanitaria a la Franja en 2010. La Marina israelí lo asaltó en aguas internacionales y mató a diez de sus tripulantes. “Ahora el escenario es aún más peligroso que entonces porque se está produciendo un genocidio, y pueden liquidar un pequeño barco como este. En abril ya mataron a siete personas de distintos países que trabajaban para World Central Kitchen [la ONG fundada por el chef José Andrés]. Lo tenemos claro, pero seguimos navegando”, dice la activista cántabra en conversación telefónica con CTXT.
“En cada puerto, las asociaciones propalestinas organizan multitud de eventos, hablamos con las autoridades locales, sindicatos, asociaciones en defensa de los derechos humanos, culturales…”, explica Cabria. “Está siendo impresionante”, afirma con entusiasmo. “En todos los lugares se han organizado manifestaciones y todo tipo de encuentros”.
Destaca especialmente su paso por Lisboa, que coincidió con la celebración del Orgullo en la capital portuguesa. La tripulación y los grupos propalestinos se unieron a la marcha por los derechos de la comunidad LGTBIQ+, en la que participaron más de 50.000 personas. “Se fue sumando gente, se fueron amplificando las voces, y en un momento dado toda la manifestación del Orgullo gritó contra el genocidio de Palestina. Fue impresionante”, recuerda. Añade que en el acto final denunciaron el pinkwashing israelí: “Recordamos esa imagen de un soldado israelí mostrando la bandera del Orgullo, con los tanques detrás, en un lugar completamente arrasado. ¿Esa es su reivindicación? Israel no protege a la población LGTBIQ+ israelí ni palestina”.
Cabria percibe que los actos en torno a la llegada del Handala y la exigencia del fin del genocidio en Gaza están sirviendo para que unas izquierdas divididas aparquen sus diferencias. “En cada lugar en el que hemos estado, nos han dicho que nuestra llegada ha servido para reunir a la gente, y lo hemos sentido así. En Marsella se manifiestan por Gaza cada domingo. El domingo pasado cuando estuvimos allá, esa manifestación fue impresionante. Nos dijeron que había sido especialmente numerosa ese día. De alguna manera, que estuviéramos ahí los 17 tripulantes del Handala”, comenta, sin poder evitar que se le escape una risa, “tuvo su influencia”.
Para Cabria, la propia tripulación del barco es un ejemplo de unión en la diversidad. “Ahora mismo hay tripulantes de nacionalidad palestina, siria, libanesa, de Nueva Zelanda, España, Francia, Irlanda… Somos 17 tripulantes y hay 11 o 12 nacionalidades. Todos somos activistas, pero cada cual viene de un campo distinto. Hay una abogada de derechos humanos, cineastas, una representante del ecologismo irlandés en el Parlamento Europeo. También hay judíos que han sido educados en familias sionistas, que han formado parte del ejército israelí, y que ahora están en el barco denunciando el genocidio”.
“Esa diversidad es tremendamente enriquecedora, y creo que atrae mucho cuando llegamos a los lugares”, reflexiona. Además, cada tripulante aporta sus propias conexiones, que también son diversas. Ella, por ejemplo, ha trabajado muchos años en América Latina y recibe mensajes de apoyo a la causa desde ahí, que después transmite en estos encuentros en las costas europeas. Especialmente desde Chile, donde vive la mayor comunidad de palestinos fuera de Oriente Medio (más de 500.000).
La del Handala no es la única misión que la Flotilla de la Libertad ha emprendido este año. En abril, estaba previsto que un carguero con 5.500 toneladas de ayuda humanitaria zarpara rumbo a Gaza desde Estambul junto a otros dos barcos de la Flotilla. Sin embargo, el buque llevaba bandera de Guinea Bissau y este país decidió retirarla, según la organización, por las presiones de Israel.
“Aún así salió un barco con ayuda humanitaria hacia Egipto”, apunta Cabria. “Pero después, desde Egipto, hay que pasar por la frontera de Rafah con camiones y la ayuda tampoco llega a Gaza, más allá de los dos o tres camiones que permiten cada día”.
La Flotilla no se da por vencida. “Sigue habiendo un barco preparado para salir, pero si se consigue una bandera llegan las amenazas, entonces todo es impredecible”, asume Cabria.
“Netanyahu ha salido fortalecido de su visita al Congreso de los Estados Unidos”, lamenta. “Con lo cual el alto el fuego se ve más lejano todavía. Esto tiene un efecto en las posibilidades de la flotilla de llegar a Gaza, porque es una zona de guerra”.
Desde que Israel impuso el bloqueo a Gaza en 2007, tras la victoria de Hamás en las últimas elecciones en la Franja, la Flotilla de la Libertad ha tratado de romperlo por mar. Lo más habitual, explica Cabria, es que los buques sean asaltados por la marina israelí en aguas internacionales, “en un acto ilegal de piratería”. “Muchas veces se ha ido con un pesquero, con la idea de que el propio barco fuese una donación a la flota gazatí, pero siempre lo han confiscado y se lo han quedado. La gente siempre ha sido detenida, encarcelada y deportada. En las cinco ocasiones en que el barco logró llegar a la costa de Gaza, el resultado fue el mismo”. En otras ocasiones, Grecia ha impedido a los barcos partir desde sus costas o estos han sufrido daños en los puertos griegos y turcos.
“He participado en misiones de muchos tipos, pero esta es diferente”, asegura Ángeles Cabria. “Ponemos mucho énfasis en la seguridad porque sabemos que somos un objetivo, que conocen nuestros movimientos, que saben quiénes estamos en el barco. Pero al mismo tiempo nos mostramos abiertamente, no nos ocultamos, porque somos una misión de paz, no tenemos nada que ocultar”.
“¿Hasta dónde llegaremos? Es algo que seguimos considerando. Estamos intentando conseguir más barcos, para que sea una flotilla y no este pequeño barco solo. Sabemos que es sumamente peligroso y que esta misión puede acabar mal. El objetivo es seguir luchando por una Palestina libre y no conseguiremos nada si nuestro barco es atacado”. Por ahora, el Handala continúa su viaje. Desde Ajaccio partirá hacia Sicilia.
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