Daniel Kopp (Internacional Progresista) 6/05/2025
COLINE GRANDO / DIRECTORA DEL DOCUMENTAL ‘LA ESCOBA LIBERADA’
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
En 1975, más de treinta mujeres de la limpieza de la recién creada Universidad Católica de Louvain-la-Neuve (UCL) de Bélgica se declararon en huelga durante tres semanas, “despidieron” a su jefe y decidieron lanzar una cooperativa autogestionada. Su experimento de democracia económica radical, al que llamaron Le Balai Libéré (‘La Escoba Liberada’), les permitió triplicar sus salarios, expandir la cooperativa a más de cien trabajadores y demostrar que los trabajadores pueden gestionar sus propios asuntos. Después de catorce exitosos años, solo la imposición de un sistema de licitación pública –que permitía a los competidores privados ofrecer precios más bajos– puso fin abruptamente a su proyecto.
La historia de La Escoba Liberada estaba prácticamente olvidada para cuando la directora de documentales francesa Coline Grando comenzó sus estudios universitarios, a finales de la década de 2010. Pero, afortunadamente, se enteró de ello a través de una amiga y rápidamente decidió empezar a recuperar su memoria. Después de cinco años de hurgar en los archivos, realizar campañas puerta a puerta para encontrar a las mujeres involucradas en la cooperativa y conversar con las limpiadoras que trabajan actualmente en la universidad, Grando estrenó su documental Le Balai Libéré en 2023.
En esta entrevista, Grando habló sobre su película, los éxitos y desafíos de la autogestión y sobre si podríamos crear una imaginación política similar hoy en día.
¿Por qué las mujeres de la limpieza se declararon en huelga en 1975, una acción que llevaría a la creación de una cooperativa autogestionada?
A principios de la década de los setenta, la ciudad y la universidad de Louvain-la-Neuve acababan de ser construidas. La empresa ANIC, que había contratado a las mujeres, era un subcontratista clásico, y la universidad había decidido externalizar el trabajo de limpieza a dicha empresa. Sin embargo, el sindicato no estuvo de acuerdo.
A medida que se recortaban los presupuestos de la universidad, el subcontratista quería enviar a algunas de las trabajadoras a otro sitio en Recogne, en la región belga de Luxemburgo. Pero no les dio una furgoneta para llegar allí. En Bélgica, recorrer ochenta millas para ir al trabajo no tiene sentido. Por lo tanto, no aceptaron el cambio y algunas de ellas acudieron al sindicato.
El personal de limpieza inició una huelga de tres semanas. Se puede imaginar lo que sucede cuando una universidad, especialmente una en construcción, no se limpia durante tres semanas. Las trabajadoras me contaron que el profesorado y los y las estudiantes vinieron a la universidad a conseguir papel higiénico durante la huelga. Cada día de paro se producía algún tipo de acontecimiento, como una manifestación en la que quemaban una efigie del jefe y la metían en un ataúd. Siempre había algo que recordaba a la gente de Louvain-la-Neuve que el personal de limpieza estaba en huelga.
Los dirigentes sindicales sugirieron inmediatamente avanzar hacia que las trabajadoras gestionaran su propio trabajo. Se inspiraron en una iniciativa de autogestión en una fábrica de relojes de LIP, en Besançon, Francia, que tuvo lugar unos años antes. Algunas sindicalistas belgas que fueron a Besançon para ver cómo funcionaba en LIP regresaron con el deseo de optar por la autogestión. La Escoba Liberada es parte de esta historia.
Entonces, ¿fue el sindicato quien propuso la idea de la autogestión?
El personal de limpieza que se quiso quedar se subió al carro de la autogestión. Había cuarenta y dos de ellas en el momento de la huelga, y treinta y ocho aceptaron. Durante la huelga se llevaron a cabo talleres, como por ejemplo un grupo de trabajo legal que planteó la pregunta: ¿qué tipo de estructura queremos? Hubo grupos con estudiantes de Louvain-la-Neuve para popularizar la lucha. Había grupos de trabajo y todos los días acudían al sitio.
Es importante destacar que ya existía un triángulo de relaciones entre el sindicato, la universidad y el jefe. Así que, tan pronto hubo una disputa con el subcontratista, la universidad fue incluida en la discusión. Ahora el mayor problema era persuadir a la universidad para que aceptara la autogestión, ya que esto significaba convencerla de que rompiera el contrato con el subcontratista y firmara un contrato con una nueva organización sin ánimo de lucro que se llamaría La Escoba Liberada. Y dado que los sindicalistas de la Confederación de Sindicatos Cristianos (CSC) conocían a personas en la junta directiva de la Universidad Católica de Louvain-la-Neuve, los planetas se alinearon un poco para que la universidad aceptara.
Uno de los argumentos era que mejoraría la reputación de la universidad si apoyaba este tipo de iniciativas inusuales para probar una nueva forma de gestión. De hecho, funcionó bien: comenzó con un contrato de unos pocos meses, luego se extendió a un año y después a tres años; el contrato se renovó constantemente hasta 1989.
El personal de limpieza hablaba constantemente de “despedir al jefe”. ¿Esta inversión de poder en el lugar de trabajo era simbólica?
Sí, de hecho, fue un despido simbólico. El sindicalista que estuvo al frente de la creación de esta cooperativa escribió una carta al jefe que encontré en los archivos. En la carta explica que es un mal jefe, que le falta consideración hacia sus trabajadoras y no respeta las normas. Las trabajadoras acordaron firmar la carta y esta fue enviada al jefe.
Comienza así: “Señor, después de habernos reunido durante una semana en grupos de trabajo y en una asamblea general, las trabajadoras de su empresa han tomado nota de lo siguiente: en primer lugar, observamos que, tras un estudio exhaustivo de nuestro trabajo, podemos organizarlo perfectamente entre nosotras. Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que usted es absolutamente inútil y es un parásito”.
Sí, esta carta es realmente bastante divertida. En mi película se lee dos veces porque realmente es muy graciosa. Por supuesto que era simbólico, pero también era una forma de motivar a las tropas y mostrar que el sindicato estaba poniendo manos a la obra. Sin embargo, en realidad, el verdadero despido fue que la UCL decidió romper el contrato con el subcontratista y que este no se rebeló contra ello. De hecho, la universidad podría ser considerada responsable por incumplimiento de contrato. Creo que se negoció que el subcontratista se quedara con parte del contrato de la universidad, pero en otro sitio en Bruselas.
¿Qué hizo el personal de limpieza con el equipo, “los medios de producción”?
Una de las acciones que se llevaron a cabo durante la huelga, nuevamente a instancias de los sindicatos, fue confiscar el equipo. Lo llamaron “apoderarse del botín de guerra”.
Después de la huelga se devolvió porque, obviamente, era propiedad de la empresa. Durante la huelga se vendieron pegatinas para comprar el equipo básico, es decir, trapos de cocina y limpiacristales. En realidad, eso es lo que necesitas para limpiar: cubos, paños de cocina y limpiacristales. Luego, cuando firmaron un nuevo contrato con la universidad, se utilizó el dinero para comprar máquinas.
Debe entender que, en La Escoba Liberada, realmente querían trabajar con buen equipo. Como eran ellas quienes decidían qué hacer con el dinero, lo consideraron realmente importante. Mientras que hoy en día, por ejemplo, ya no es así en absoluto. Las trabajadoras no tienen elección sobre el equipo con el que trabajan. Dado que los subcontratistas solo pueden estar allí durante cinco años, porque el contrato es de esa duración, no van a invertir. En la película está la historia de la aspiradora que no aspira. En La Escoba Liberada tenían gran equipamiento.
En las décadas de los sesenta y setenta, Europa Occidental experimentó una ola de ocupaciones. Pero cuando pensamos en ello, a menudo nos vienen a la cabeza la manufactura y las fábricas. Esto es lo que hace que la historia de La Escoba Liberada sea tan única: trata sobre mujeres de la limpieza en la parte más baja de la cadena de valor que decidieron gestionar su trabajo por sí mismas. ¿Podría contarnos un poco más sobre cómo funcionó en la práctica esta autogestión en particular y cómo enfrentaron los desafíos que encontraron?
Ya eran bastante autónomas. Había muchos equipos pequeños que sabían cómo trabajar y cómo organizarse. Las asambleas generales se realizaban una vez al mes y los comités de gestión se reunían una vez a la semana para tratar asuntos más prácticos. Habían establecido estructuras, por ejemplo, una representante de cada equipo asistía al comité de gestión cada lunes, y debían rotar para compartir la responsabilidad.
En cuanto al éxito de La Escoba Liberada, es importante saber que las ganancias fueron enormes. Tras el lanzamiento de la autogestión, en una asamblea general, decidieron qué hacer con los beneficios. ¿Contratamos para aligerar la carga de trabajo? ¿Invertimos en equipos que permitan a las personas trabajar mejor, sin romperse la espalda? ¿O deberían darse a sí mismas un bono y repartirse una suma de dinero?
Así que aumentaron su salario en comparación con lo que ganaban antes. Anteriormente era de 36 francos al día, luego lo subieron a más de 95 francos. Después estaban las horas de trabajo. Se aseguraron de que coincidieran con el autobús y el tren a Louvain-la-Neuve, ya que ninguna de ellas vivía allí. Hicieron todo lo que pudieron por las trabajadoras. Si en algún momento habían contratado a demasiadas personas, por ejemplo, en lugar de despedir a alguien, todas pasaban a un régimen de desempleo parcial: un día de desempleo a la semana hasta que se equilibrara de nuevo. Sin embargo, sí despidieron a personas, porque a veces se cometían errores graves.
¿Y los retos?
El principal reto era mantener vivo el espíritu de autogestión: organizar asambleas generales y comités de gestión.
También les habría gustado que los equipos se mezclaran para evitar la formación de pequeños grupos que pudieran enfrentarse entre sí en la asamblea general. Pero no funcionó en absoluto. Las trabajadoras querían quedarse en su edificio porque, una vez que has dominado la limpieza de un edificio, simplemente no quieres cambiar. Aún hoy en día, las trabajadoras dicen que hay mucho conflicto cada vez que alguien se va de vacaciones y vuelve, y su compañera no ha hecho la limpieza de la misma manera.
Los edificios de la universidad se iban construyendo sobre la marcha; el trabajo aumentó y tuvieron que contratar a más personas. Como sucede en muchas empresas, contrataron a miembros de sus propias familias. Y así, a veces había familias enteras en la empresa, con los maridos como limpiacristales y las hermanas, hijas y nueras como limpiadoras. Eso no facilitó que la autogestión fuera más fácil, porque durante la asamblea general aún persistía la idea de formar clanes.
El sindicato siempre mantuvo un pie dentro de la empresa, enviando personas para llevar la contabilidad y dirigir las reuniones. No consiguió que las trabajadoras fueran completamente autónomas, aunque eso era lo que deseaban.
Su película también narra la historia del final de La Escoba Liberada en 1989, cuando las normas de contratación pública se liberalizaron cada vez más. ¿Cómo y por qué terminó la cooperativa?
En 1989, la universidad, que no lo había hecho hasta entonces, decidió lanzar una licitación abierta, y La Escoba Liberada se presentó –todavía era bastante competitiva–. Pero por alguna razón, la universidad volvió a lanzar otra licitación hasta que llegó una empresa flamenca y redujo los precios muchísimo.
Podríamos pensar que aquello estuvo orquestado, pero hubo varios factores. El respaldo a la cooperativa en el consejo de administración de la universidad ya no estaba asegurado. Los funcionarios sindicales también dicen que las trabajadoras estaban mucho menos motivadas para luchar, y aparentemente la calidad del trabajo ya no era tan alta. Así que hubo varios factores que hicieron que en un momento dado la universidad quisiera deshacerse de La Escoba Liberada.
Al final, el contrato lo ganó esta empresa flamenca, que contrató a las trabajadoras de la cooperativa. Es el sistema de licitaciones en el que el jefe cambia pero contrata a los mismos empleados, una obligación por seis meses. Posteriormente, el jefe simplemente los retuvo porque no tiene sentido volver a capacitar a las personas para un sitio tan grande. Me parece obvio que es un sistema que no puede funcionar correctamente.
Su documental no es una simple obra de archivo. Hizo que el personal de limpieza de la cooperativa de los años setenta entablara un diálogo con quienes hoy desempeñan las mismas funciones en la Universidad de Louvain-la-Nueve. ¿Por qué tomó esa decisión?
Quería hacer una película que resuene en el presente, que nos plantee preguntas sobre el hoy.
Me pareció genial y extremadamente rico que en las conversaciones entre antiguas y actuales trabajadoras exista un vocabulario, como en todos los oficios, que es bastante específico. Las más mayores todavía podían decirte si había linóleo o azulejos en un edificio en particular. La película muestra todo el trabajo que realizan las personas que cuidan de estos edificios. Incluso las trabajadoras de hoy me han dicho que es conmovedor conocer a quienes mantuvieron las instalaciones.
Es un trabajo que condiciona a todos los demás. Sin ellas, nadie trabaja. Además, estas trabajadoras nunca tienen la oportunidad de expresarse. Tenía la sensación de que este intercambio entre generaciones nos iba a enseñar cosas. ¿Cómo es el mundo del trabajo hoy en día? Mientras estaba empezando a trabajar en la historia de La Escoba Liberada, me di cuenta de que, en la película, la cooperativa iba a ser un pretexto para hablar sobre las condiciones laborales actuales.
Fui a la universidad para reunirme con el equipo de limpieza justo después de que se redujera el primer confinamiento en agosto de 2020. El personal de limpieza de hoy acababa de ser completamente arrasado por la crisis del covid. Necesitaban desesperadamente ser el centro de atención. Aunque apenas las había conocido, catorce personas aceptaron ser filmadas hablando de su trabajo. Con toda la desconfianza hacia los medios de comunicación, en especial en el ámbito laboral, esto no es insignificante. Pensé: “Tienen algo que decir acerca del presente”.
Con una perspectiva de casi cincuenta años, su película también narra la historia de la evolución del trabajo de limpieza. En francés, incluso tiene un nombre diferente hoy. Ya no se les llama limpiadoras; ahora se les llama operativos de superficie. Las trabajadoras en el documental incluso hablan de “trabajo industrial”. Por ejemplo, La Escoba Liberada empleó a un centenar de trabajadoras en un momento dado, pero hoy en día las trabajadoras limpian una universidad mucho más grande, con un área de 350.000m², con apenas cincuenta personas. ¿Cómo ha cambiado la naturaleza del trabajo desde la época de la cooperativa?
Debo decir que las condiciones de trabajo en La Escoba Liberada tampoco eran la norma en la década de los setenta. Pero claramente el ritmo de trabajo no era el mismo y el ambiente era mucho más familiar. Eso no significa que las condiciones de trabajo fueran buenas, o que no sufrieran en el trabajo.
Con el sistema de licitación, el único factor que el jefe puede ajustar es el número de trabajadoras. El salario no se puede cambiar porque hay convenios colectivos y el equipamiento no se puede hacer mucho más productivo. Cuantas menos personas se contraten, más rápido será el ritmo y más pesada será la carga sobre los hombros del personal de limpieza. En el caso de la universidad, que está repartida en muchos edificios, la gente está sola todo el día. Apenas ven a sus colegas.
Además del daño físico, hay un enorme daño moral, ya que no se les permite hacer su trabajo correctamente. Esta es la gran diferencia con La Escoba Liberada, donde se enorgullecían de realizar un buen trabajo con un buen equipo. Decían que quedaba todo brillante, que no había ni una línea de suciedad en el suelo, que lavaban las paredes. Todos los veranos, retiraban todos los muebles de las oficinas y limpiaban a fondo todo el lugar.
Hoy en día ya no se les pide que limpien como es debido; se les pide que lo hagan para que parezca limpio lo más rápido posible.
Además, con la externalización actual, las trabajadoras están simbólicamente aisladas. No llevan la misma ropa que las personas que trabajan para la universidad. En teoría, no se les permite tomar su café en la cafetería utilizada por los y las investigadoras y el personal de la administración universitaria. Constantemente se les recuerda que no forman parte de la universidad. Pero llevan veinticinco años trabajando en ella y cuando se les pregunta a qué se dedican, no dicen “trabajo para una empresa que cambiará en tres años”, dicen “trabajo en la universidad”. Me pareció muy duro que se les niegue este sentimiento de pertenencia. Ya tienen un trabajo devaluado y ni siquiera se les permite formar parte de una organización bastante prestigiosa, la universidad.
Las trabajadoras también expresaron este sentimiento de que la colectividad, la comunidad y la solidaridad ya no están presentes, que ahora cada uno va por su cuenta. No obstante, el personal de La Escoba Liberada dijeron que la solidaridad era realmente la base de su cooperativa. La película da la impresión de que hoy sería mucho más difícil repetir esta experiencia porque las trabajadoras están mucho más aisladas y fragmentadas. ¿Cómo lo ve?
En cuanto a la solidaridad en La Escoba Liberada, me gustaría destacar que las personas no se llevaban mejor ni se apoyaban más entre sí. Había muchas que no se aguantaban allí; sin embargo, la organización de la empresa significaba que, si no hay solidaridad, el barco se hunde. Incluso si no soportas a la persona en tu edificio o en la casa de al lado, irás a ayudarla, porque un problema sin resolver significa menos dinero para todos Y eso obliga a la gente a mostrar solidaridad.
Entonces, ¿la estructura de la empresa moldea la solidaridad?
Cuando escucho que la gente ya no muestra solidaridad, me da la impresión de que lo que implican es que todos y todas hemos cambiado individualmente. Pero son las estructuras actuales las que nos empujan a ser individualistas.
¿Qué pensaron las trabajadoras cuando vieron la película?
Cuando la película estuvo terminada, antes de que se exhibiera en la televisión y en los cines, organicé una proyección solo para ellas para que pudieran verla en paz. Todas estaban realmente felices. Me dijeron: “No me esperaba eso”. No sé qué esperaban, pero tal vez no estaban acostumbradas a este tipo de película en la que te tomas el tiempo para escuchar a la gente. Los documentales de televisión, en cambio, suelen ser películas rápidas con una narración en off.
También mostré la película en un curso universitario. Algunos profesores y profesoras decidieron incluir la película en su plan de estudios. En el aula Sócrates, el auditorio más grande de la universidad, proyectamos la película a 350 estudiantes que estaban obligados y obligadas a estar allí. En muchos casos realmente no les importó, pero tuve algunas preguntas geniales después de una discusión. Un estudiante me preguntó qué podíamos hacer para ayudar al personal de limpieza. Creo que este es de verdad uno de los temas: la solidaridad entre las clases y la convergencia de las luchas. Después de todo, eso fue lo que permitió que existiera La Escoba Liberada.
----------------
Daniel Kopp es sindicalista y escritor.
Este artículo se publicó originalmente inglés en Jacobin y posteriormente en español en Internacional Progresista.
La traducción es de Valentina Ledesma Bedoya, Maria Inés Cuervo, Maria Alejandra Padilla-LaCour y ProZ Pro Bono.
No hay comentarios:
Publicar un comentario