viernes, 20 de junio de 2025

CTXT. Tu primo no era imbécil, era propagandista, de Gerardo Tecé

 Gerardo Tecé 20/05/2025

Que Israel no cante en Eurovisión está bien, pero no alimentar económicamente un genocidio tampoco estaría mal del todo

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El patetismo, como todo deporte de élite, es una disciplina sacrificada. No todo el mundo vale para, por ejemplo, dedicarle un sábado noche al envío compulsivo de SMS tratando de lograr que un país que asesina a miles de niños gane un concurso en la tele. Son los 20 euros mejor invertidos de mi vida, festejaba en Twitter una periodista española mientras, lejos de su sofá, los médicos de un hospital al norte de Gaza morían intentando proteger a los enfermos de la lluvia de misiles lanzada por Israel. 357 puntos en Eurovisión y más de 500 muertos en Gaza, en lo que duró el festival. Son las cifras de un finde que muchos disfrutaron como niños –como niños vivos, se entiende–. Que se joda Pedro Sánchez, celebraban el resultado las españolísimas juventudes del PP sin importarles demasiado, no ya los niños palestinos, cosa que descartamos, sino que su país, España, acabase antepenúltimo en el concurso. Para algunos no hay más patria que su odio y en eso no hay mejor representante que el Estado de Israel. No fue tan sencillo para todos. Agustín, de Soria, sufrió momentos de gran tensión en casa cuando su mujer le recriminó que llevase hora y media pegado al móvil con una sonrisita la mar de sospechosa esbozada en su cara. ¿Estás con otra?, dime la verdad. Que no, cariño, solo estoy votando en Eurovisión. No te reconozco, Agustín, ¿no decías que eso era un festival de maricones que debería prohibirse? Lo dicho, llegar a la élite en cualquier disciplina requiere de grandes sacrificios.

Que los bots israelíes hayan contribuido al resultado, que haya sido una campaña orquestada o que la solución sea tan sencilla como que los psicópatas se volcaron en una sola opción mientras la inmensa mayoría de personas normales pasaban del asunto o picoteaban entre 25 canciones diferentes, no tiene importancia. Eurovisión es solo un juego, un entretenimiento. Importa, eso sí, lo que llevó a algunos a gastarse su dinero en votar a Israel precisamente en estos momentos en los que Netanyahu anuncia la completa destrucción de Gaza. Importa porque son nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo o –mi pésame si ese es el caso– nuestros familiares y amigos. Importa porque no votaron por Israel a pesar del genocidio, sino por el genocidio. Quienes hace un año repetían la propaganda israelí de que aquellas víctimas civiles eran culpa de Hamás por infiltrarse entre la población, pasaron a guardar silencio cuando Netanyahu dijo que el objetivo era todo ser viviente sobre la franja de Gaza. Ahora ya no repiten consignas ni guardan silencio, sino que celebran la masacre con orgullo y confeti. Pensábamos que eran imbéciles, pero en realidad eran propagandistas de andar por casa, que es la peor manera de ser imbécil. Propagandistas que lloriquean cuando les dicen que toca lloriquear y que festejan cuando la brutalidad llega a un punto en el que ya nada importa. Aunque sea solo un concurso de televisión, importa porque nos recuerda que estamos rodeados de enfermos morales.

Pedro Sánchez ha pedido apartar a Israel de Eurovisión y RTVE ha anunciado una auditoría para descubrir qué pasó con el televoto en España. Al presidente hay que aplaudirle la propuesta y, ya que estamos, pedirle que también expulse a Israel de los contratos armamentísticos que su propio Gobierno lleva desde 2023 firmando con los genocidas. Que no canten está bien, pero no alimentar económicamente un genocidio –quizá lo mío sea populismo– tampoco estaría mal del todo. A RTVE hay que darle las gracias por haber sido una tele valiente y animarla a que lo siga siendo. La tele pública belga ha anunciado que podría abandonar Eurovisión si aquello sigue siendo un cortijo propagandístico para blanquear una matanza. RTVE debería dar ese paso a pesar de que darlo implicaría perder una fuente de ingresos tan valiosa como los miles de SMS enviados por los ultraderechistas que tan generosamente han regado a la tele pública a la que odian.






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