Por Yuval Abraham (+972 Magazine/Local Call) 18/8/2025
Un escuadrón secreto del ejército recorrió La Franja en busca de material para reforzar la propaganda israelí, incluidas afirmaciones cuestionables que justificarían el asesinato de periodistas palestinos
Estallan las protestas, en todo el mundo, en denuncia del asesinato programado por Israel de cinco periodistas en Gaza, el pasado 12 de agosto. / Al Jazeera
El ejército israelí tiene operativa una unidad especial llamada “Célula de legitimación”, encargada de recopilar información sobre Gaza que pueda reforzar la imagen de Israel en los medios internacionales, según tres fuentes de inteligencia que hablaron con +972 Magazine y Local Call y confirmaron la existencia de la unidad.
Creada después del 7 de octubre, la unidad buscaba información sobre el uso de escuelas y hospitales con fines militares por parte de Hamás, así como sobre los lanzamientos fallidos de cohetes por parte de grupos armados palestinos que causaron daños a civiles en el enclave. También se le ha asignado la tarea de identificar a periodistas residentes en Gaza a los que se pueda presentar como agentes encubiertos de Hamás, en un esfuerzo por mitigar la creciente indignación mundial por el asesinato de reporteros por parte de Israel, como el del periodista de Al Jazeera Anas Al-Sharif, asesinado en un ataque aéreo israelí la semana pasada.
Según las fuentes, la motivación de la Célula de legitimación no era la seguridad, sino las relaciones públicas. Impulsados por la ira de que los reporteros con base en Gaza estuvieran “mancillando el nombre de Israel ante el mundo”, los miembros de la unidad estaban ansiosos por encontrar un periodista al que pudieran vincular con Hamás y marcar como objetivo, según una fuente.
La fuente describió un patrón recurrente en el trabajo de la unidad: cada vez que se intensificaban las críticas a Israel en los medios de comunicación sobre un tema concreto, se ordenaba a la Célula de legitimación que buscara información que pudiera desclasificarse y utilizarse públicamente para contrarrestar la narrativa.
“Si los medios de comunicación mundiales hablan de que Israel está matando a periodistas inocentes, inmediatamente se hace un esfuerzo por encontrar a un periodista que quizá no sea tan inocente, como si eso de alguna manera hiciera aceptable matar a los otros veinte”, afirmó la fuente de inteligencia.
A menudo, era la cúpula política israelí la que dictaba al ejército en qué áreas de inteligencia debía centrarse la unidad, añadió otra fuente. La información recopilada por la Célula de legitimación también se transmitía regularmente a los estadounidenses a través de canales directos. Los oficiales de inteligencia afirmaron que se les había dicho que su trabajo era vital para que Israel pudiera prolongar la guerra.
“El equipo recopilaba regularmente información que podía utilizarse para la hasbara (propaganda) –por ejemplo, un arsenal de armas de Hamás hallado en una escuela–, cualquier cosa que reforzara la legitimidad internacional de Israel para seguir combatiendo”, explicó otra fuente. “La idea era permitir que el ejército operara sin presión, para que países como Estados Unidos no dejaran de suministrar armas”.
La unidad también buscó pruebas que vincularan a la policía de Gaza con el ataque del 7 de octubre, con el fin de justificar su persecución y el desmantelamiento de la fuerza de seguridad civil de Hamás, según una fuente familiarizada con el trabajo de la Célula de legitimación.
Dos de las fuentes de inteligencia relataron que, al menos en un caso desde que comenzó la guerra, la Célula de legitimación tergiversó la información de inteligencia de tal manera que permitió presentar falsamente a un periodista como miembro del brazo armado de Hamás. “Se apresuraron a etiquetarlo como objetivo, como terrorista, a decir que estaba bien atacarlo”, recordó una fuente. “Decían: ‘De día es periodista, de noche es comandante de pelotón’. Todos estaban entusiasmados. Pero hubo una cadena de errores y atajos. Al final, se dieron cuenta de que realmente era periodista”, continuó la fuente, y el periodista no fue atacado.
Un patrón similar de manipulación es evidente en la información presentada sobre Al-Sharif. Según los documentos publicados por el ejército, que no han sido verificados de forma independiente, fue reclutado por Hamás en 2013 y permaneció activo hasta que resultó herido en 2017, lo que significa que, incluso si los documentos fueran precisos, no desempeñó ningún papel en la guerra actual.
Lo mismo ocurre con el caso del periodista Ismail Al-Ghoul, que murió en un ataque aéreo israelí en julio de 2024 junto con su cámara en la ciudad de Gaza. Un mes después, el ejército afirmó que era un “miembro del ala militar y terrorista de Nukhba”, citando un documento de 2021 supuestamente recuperado de un “ordenador de Hamás”. Sin embargo, ese documento afirmaba que había recibido su rango militar en 2007, cuando solo tenía 10 años, siete años antes de que supuestamente fuera reclutado por Hamás.
“Encontrar todo el material posible para la hasbara”
Una de las primeras iniciativas de alto perfil de la Célula de legitimación se produjo el 17 de octubre de 2023, tras la mortal explosión en el Hospital Al-Ahli de la ciudad de Gaza. Mientras que los medios de comunicación internacionales, citando al Ministerio de Salud de Gaza, informaban de que un ataque israelí había matado a 500 palestinos, las autoridades israelíes afirmaban que la explosión había sido causada por un cohete de la Yihad Islámica que había fallado, y que el número de muertos era mucho menor.
Una investigación realizada por la agencia de investigación británica Forensic Architecture concluyó que, aunque la causa exacta de la explosión seguía sin estar clara, era probable que fuera un misil interceptor israelí –y no un cohete de la Yihad Islámica– lo que impactó contra el hospital.
Al día siguiente de la explosión, el ejército publicó una grabación que la Célula de legitimación había localizado en interceptaciones de inteligencia, presentada como una llamada telefónica entre dos operativos de Hamás que culpaban del incidente a un fallo de la Yihad Islámica. Muchos medios de comunicación internacionales consideraron posteriormente que la afirmación era verosímil, incluidos algunos que llevaron a cabo sus propias investigaciones, y la publicación supuso un duro golpe para la credibilidad del Ministerio de Salud de Gaza, lo que el ejército israelí consideró una victoria para la célula.
Un activista palestino de derechos humanos declaró a +972 y Local Call en diciembre de 2023 que se quedó atónito al oír su propia voz en la grabación, que, según él, era simplemente una conversación inocente con otro amigo palestino. Insistió en que nunca había sido miembro de Hamás.
Una fuente que trabajó con la Célula de legitimación dijo que publicar material clasificado como una llamada telefónica era muy controvertido. “No está en el ADN de la Unidad 8200 exponer nuestras capacidades por algo tan vago como la opinión pública”, explicó.
Aun así, las tres fuentes de inteligencia afirmaron que el ejército trataba a los medios de comunicación como una extensión del campo de batalla, permitiéndoles desclasificar información sensible para su divulgación pública. Incluso se pidió al personal de inteligencia ajeno a la Célula de legitimación que señalara cualquier material que pudiera ayudar a Israel en la guerra de información. “Había una frase que decía: ‘Eso es bueno para la legitimidad’”, recordó una fuente. “El objetivo era simplemente encontrar todo el material posible que sirviera a los esfuerzos de hasbara”.
* Tras la publicación de este artículo, fuentes oficiales de seguridad confirmaron a +972 y Local Call que, durante los últimos dos años, se habían formado varios equipos de investigación dentro de la inteligencia militar israelí para desenmascarar las mentiras de Hamás. Afirmaron que el objetivo era desacreditar a periodistas que informaban sobre la guerra en las cadenas de televisión de forma supuestamente fiable y precisa, pero que, según sostenían, pertenecían a Hamás. Según las fuentes, estos equipos de investigación no intervienen en la selección de los objetivos individuales que se atacarán.
“Nunca dudé ni un instante en transmitir la verdad”
El 10 de agosto, el ejército israelí mató a seis periodistas en un ataque que, según admitió abiertamente, iba dirigido contra el reportero de Al Jazeera Anas Al-Sharif. A finales de julio, el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) advirtió que temía por la vida de Al-Sharif, afirmando que era “objeto de una campaña de desprestigio por parte del ejército israelí, que él cree que es un preludio de su asesinato”.
Después de que Al-Sharif publicara el 20 de julio un vídeo viral en el que aparecía llorando mientras cubría la crisis alimentaria en Gaza, el portavoz en lengua árabe del ejército israelí, Avichay Adraee, publicó tres vídeos diferentes en los que lo atacaba, acusándolo de “propaganda” y de participar en “la falsa campaña de hambre de Hamás”.
Al-Sharif identificó un vínculo entre la guerra mediática de Israel y la militar. “La campaña de Adraee no es solo una amenaza mediática o una destrucción de la imagen; es una amenaza real”, declaró al CPJ. Fue asesinado apenas veinte días después, y el ejército presentó lo que, según ellos, era información desclasificada sobre su pertenencia a Hamás para justificar el ataque.
El ejército ya había afirmado en octubre de 2024 que seis periodistas de Al Jazeera, entre ellos Al-Sharif, eran agentes militares, acusación que él negó rotundamente. Se convirtió en el segundo de esa lista en ser blanco de ataques, después del reportero Hossam Shabat. Desde la acusación de octubre, su paradero era bien conocido, lo que llevó a muchos observadores a cuestionar si el asesinato de Al-Sharif, que informaba regularmente desde la ciudad de Gaza, formaba parte del plan de Israel para imponer un bloqueo informativo antes de sus preparativos militares para capturar la ciudad.
En respuesta a las preguntas de la revista +972 sobre el asesinato de Al-Sharif, el portavoz del ejército israelí reiteró que “el ejército israelí atacó a un terrorista de la organización terrorista Hamás que operaba bajo la apariencia de un periodista de la cadena Al Jazeera en el norte de la Franja de Gaza”, y afirmó que el ejército “no daña intencionadamente a personas no implicadas y, en particular, a periodistas, de conformidad con el derecho internacional”.
Antes del ataque, añadió el portavoz, “se tomaron medidas para reducir la posibilidad de causar daños a civiles, incluido el uso de armas de precisión, observaciones aéreas e información adicional de inteligencia”.
Con solo 28 años, Al-Sharif se había convertido en uno de los periodistas más reconocidos de Gaza. Es uno de los 186 reporteros y trabajadores de los medios de comunicación asesinados en la Franja desde el 7 de octubre, según el CPJ, el período más mortífero para los periodistas desde que el grupo comenzó a recopilar datos en 1992. Otras organizaciones elevan la cifra de muertos a 270.
“Si estas palabras os llegan, sabed que Israel ha logrado matarme y silenciar mi voz”, escribió Al-Sharif en su último mensaje, publicado póstumamente en sus cuentas de redes sociales. “He vivido el dolor en todos sus detalles, he probado el sufrimiento y la pérdida muchas veces, pero nunca dudé en transmitir la verdad tal y como es, sin distorsiones ni falsificaciones”.
-----------------
Este artículo fue publicado originalmente en +972 Magazine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario