Lecturas en Madrid, conciertos en Londres, películas en Venecia o boicotear a Spotify: los trabajadores de la cultura en todo el mundo exigen una Palestina libre.
La actriz Florence Pugh y el actor Riz Ahmed en Londres durante el concierto 'Together for Palestine'.
“En esta tierra hay razones para vivir. Esta tierra, la madre de las tierras, la patria de los principios, la patria de todos los finales. Fue conocida como Palestina y será, por siempre, conocida como Palestina”. Con este fragmento del poema En esta tierra hay razones para vivir, del poeta palestino Mahmoud Darwish, el actor británico Benedict Cumberbatch abría el evento Together for Palestine, un concierto benéfico en Londres al que acudieron 12.500 personas y que este 17 de septiembre recaudó 1,7 millones de euros a través de la venta de entrada y de donaciones telefónicas. El objetivo del concierto, más allá de recaudar fondos, era denunciar el genocidio que Israel perpetra en Gaza desde el inicio de su invasión el 7 de octubre de 2023 tras los ataques de Hamás.
Dos días después, más 400 artistas, bandas y discográficas independientes se unieron con el objetivo de que su música no pudiera reproducirse en Israel bajo la iniciativa No music for Israel. Entre los firmantes se encontraban bandas que participaron en el Together for Palestine, como el grupo de rap Kneecap. Por su parte, el grupo de Massive Attack, que también firma el manifiesto, ha retirado su catálogo de la aplicación de streaming Spotify, cuyo CEO, Daniel Ek, invierte en empresas militares de Israel.
Cumberbatch no fue el único artista en el evento. Hasta 69 artistas internacionales subieron al escenario del OVO Arena Wembley de la capital inglesa para denunciar el genocidio en Gaza: los ganadores del Oscar Riz Ahmed y Florence Pugh, músicos como Damon Albarn y su banda Gorillaz; Bastille o Annie Lennox, e incluso el exfutbolista francés Eric Cantona. Antes de que comenzara el evento, la organización, coordinada por el compositor y activista Brian Eno, publicó un vídeo en el que más artistas mostraron su apoyo: Cillian Murphy, Joaquin Phoenix, Billie Eilish, Residente… También los españoles Javier Bardem, Penélope Cruz y Luis Tosar prestaban su voz por Palestina.
El concierto Together for Palestine o el manifiesto No music for Israel son tan solo algunas de las decenas de iniciativas que trabajadores de la cultura están organizando para denunciar la situación en Gaza y presionar a sus gobiernos para que actúen ante la barbarie. Animar al boicot a sus productos, pedir el fin de las relaciones comerciales con Israel o su expulsión de eventos deportivos y culturales -como Eurovisión- son algunas de las medidas que exigen. Todo ello a pesar de las repercusiones tanto económicas como laborales que este posicionamiento pueda tener en sus propias carreras.
En España no somos ajenos a este tipo de movilizaciones: el pasado lunes 15, varios representantes del mundo de la cultura se reunieron en la Plaza del Sol de Madrid para leer los nombres de los 18.500 niños asesinados, según cifras oficiales, por el Ejército de Israel. El acto, organizado por Artistas por Palestina, reunió a varios cientos de personas en la capital, que escucharon en silencio los nombres de los niños de boca de artistas de la talla de Pedro Almodóvar, Loles León, Ester Expósito o Juan Diego Botto, entre otros.
Previamente, durante este verano, un centenar de artistas y bandas animó al boicot de los festivales de música propiedad del fondo de inversión proisraelí KKR, llegando a cancelar su propia participación en los mismos, incluso cuando esto provocaba un evidente detrimento económico. Lecturas y boicots, concientos benéficos... ¿de qué otra forma se movilizan los artistas más allá de nuestras fronteras?
Organización, boicot y presión
Músicos, cineastas, escritores... Por todo el globo, miles de artistas alzan su voz contra Israel, se organizan y presionan a sus gobiernos para que actúen contra los planes del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, a pesar de las consecuencias y las amenazas constantes que reciben por parte de los entramados mediáticos y empresariales, así como de sus propios gobernantes.
No hace falta irse muy lejos para encontrar casos de censura e incluso amenazas punitivas. El pasado agosto, la popular escritora irlandesa Sally Rooney -Gente Normal, Conversaciones entre amigos- desafió al Gobierno británico al anunciar que donaría todos los ingresos generados por los derechos de sus obras a Palestine Action, declarada organización terrorista por el Ejecutivo del primer ministro Keir Starmer. El Gobierno respondió en seguida, advirtiendo a Rooney de que tal acción iba contra la ley y, de hacerlo, sería sometida a un proceso penal. "Me han informado de que ya no puedo entrar de forma segura al Reino Unido sin correr el riesgo de ser arrestada", informaba la escritora recientemente, según recoge la cadena BBC.
A principios de septiembre, La voz de Hind, película sobre una niña palestina de seis años asesinada por los bombardeos israelíes, recibió una ovación de casi media hora durante el Festival de Venecia al coro de varios “Palestina Libre” gritados desde el público. Durante todo el certamen, la tibieza de la organización para posicionarse con respecto al genocidio ocupó casi tanto espacio en los medios como las películas en sí. Primero, por la negativa de impedir el acceso de la actriz israelí Gal Gadot o el británico Gerard Butler, partidarios del Gobierno de Israel; segundo, por las constantes protestas y manifestaciones propalestinas tanto ajenas al festival como en la propia alfombra roja.
Por Venecia desfilaron artistas con kufiyas, bolsos -como la española Carmen Maura- o pines que referenciaban a Palestina, algo que ya hizo el japonés-estadounidense Neo Sora en la pasada edición y que se ha repetido en otras galas. También en Japón, el director y ganador de la Palma de Oro en Cannes, Hirokazu Koreeda, ha sido visto con uno de estos pines con la enseña Palestina en forma de corazón.
La voz de Hind no ganó el preciado León de Oro del festival, que fue a parar a manos de Jim Jarmusch, lo que generó un amplio rechazo entre asistentes y crítica especializada, que daban por hecho que la película dirigida por la tunecina Kaouther Ben Hania se haría con el máximo galardón. La decisión final, para muchos, demostraba que el festival había optado por una opción que generase el menor ruido posible.
A penas unos días después del festival, 1.800 actores, directores y profesionales del cine por todo el mundo firmaron el manifiesto Film Workers For Palestine. Una “acción histórica”, como describen desde la organización, que firman ganadores de los más importantes premios y festivales de la industria -Oscar, BAFTA, Cannes, César, Goya…-, como Olivia Colman, Mark Ruffalo o el ya mencionado Javier Bardem; así como los directores Adam McKay o Joshua Oppenheimer.
En dicho manifiesto, los artistas se comprometen a no colaborar con instituciones cinematográficas israelíes “implicadas en el genocidio y el apartheid contra el pueblo palestino”. Desde la publicación del texto, millares de artistas se han unido al mismo, y en el momento de publicación de este artículo su web asegura que más de 8.000 profesionales lo apoyan. Norteamericanos, latinoamericanos, europeos, asiáticos... Un manifiesto que trasciende fronteras por un objetivo común. Entre los nuevos nombres reconocibles -que pueden leerse en su web-, destacan Andrew Garfield, Emma Stone, Joaquin Phoenix o el cineasta Jonathan Glazer, premiado en los Oscar 2024 por su película La zona de interés, sobre el holocausto judío.
Recientemente, los Premio Emmy también sirvieron de escaparate para que artistas del mundo de la televisión mostrasen su apoyo a la causa palestina y exigieran un alto el fuego. La actriz judía Hannah Einbinder, premiada como Mejor Actriz de Reparto en Serie de Comedia, cerró su discurso con un "Free Palestine". Más tarde, criticaría con dureza el sionismo en sus redes sociales. "No importa quién haya sido la clase colonizadora: siempre me opondré a ella", sentenciaba.
En Estados Unidos, el rapero y ganador del Grammy Macklemore lleva años denunciando el genocidio en Gaza. Ya en 2024, el artista oriundo de la ciudad de Seattle publicó el tema Hind's Hall -la misma niña de La voz de Hind-, cuyos beneficios donó íntegramente a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Medio (UNRWA). La canción, decicada a las miles de víctimas de Israel, fue un alegato contra la industria musical al completo, empresas colaboracionistas del genocidio como Starbucks o Apple, así como contra el presidente de los EEUU por entonces, el demócrata Joe Biden, a quien Macklemore acusó de tener "las manos manchadas de sangre". Desde la salida de la canción, Macklemore solo ha publicado otro tema, fucked up, en el que vuelve a denunciar el genocidio en Gaza, esta vez cargando contra Donald Trump y Elon Musk.
En Francia, 250 personalidades -entre ellas, la actriz Lea Seydoux- emitieron un comunicado para exigir a Macron el reconocimiento de Palestina. Poco después, Macron anunciaría su reconocimiento para este septiembre. Incluso en Alemania, uno de los países más criticados por su defensa incondicional del Estado de Israel y por la represión butal para con todo aquel que manifieste simpatías con Palestina, varios centenares de artistas, entre los que se encuentran la Sandra Hüller y el hispanoalemán Daniel Brühl, emitieron un comunicado denunciando el genocidio y la connivencia del Gobierno y los medios, que durante los dos primeros años restringió la publicación de imágenes sobre lo que ocurría en Gaza y Cisjordania. Todos ellos, exponiendo su nombre, rostro y carreras, exigen al gobierno la suspensión del Acuerdo de Asociación UE-Israel, la exportación de armas y un alto el fuego inmediato.
Cada vez son más los artistas que alzan su voz y se organizan para detener el genocidio en la Franja de Gaza y los planes colonialistas del Gobierno de Benjamin Netanyahu, incluso a sabiendas de que su posicionamiento pueda situarlos en la diana o que estos puedan ver sus carreras dañadas. Tras más de 65.000 muertos en la Franja de Gaza desde el comienzo de la invasión, la presión que ejerzan y su capacidad para influir en el resto de la población es indispensable para detener los ataques de Israel.
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