miércoles, 5 de julio de 2023

CTXT. Recetas madrileñas para zamparse el movimiento vecinal, de Ritama Muñoz-Rojas

 Ritama Muñoz-Rojas Madrid , 22/05/2023

Un repaso por los métodos con los que el Ayuntamiento de Almeida ha ahogado el tejido asociativo de la capital. Pese al boicot de los sucesivos gobiernos de la derecha en Madrid, la participación ciudadana resiste

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En diciembre de 1987, las asociaciones de vecinos y el Ayuntamiento de Madrid firmaron un protocolo en el que se reconocía la histórica labor del movimiento vecinal en la mejora del desarrollo urbano y de la calidad de vida de los ciudadanos; se puso de relieve la importancia de la intervención de los vecinos en los asuntos municipales y se creó un mecanismo institucional para consolidar esta relación.

Desde aquello han pasado 36 años de los que 26 ha gobernado la derecha en el Ayuntamiento de Madrid. Ahora, la participación de los ciudadanos en los asuntos municipales tiene que ver con este modelo que es un caso real:

Margarita Ventura es vecina de Chamartín, un distrito de la zona norte, el de Florentino Pérez, el del Bernabéu y el de una de las mayores locuras especulativas de los últimos tiempos que se llevará a cabo en forma de megaparking si los ciudadanos no lo impiden. En ello están. Pero Ventura no vive en la Castellana, sino en el popular barrio de Prosperidad y en una calle que no tiene un solo árbol, una calle sin sombras y asfixiante en los veranos del cambio climático que ya están aquí. En 2019, esta vecina, con el apoyo de 250 firmas, logró que el Pleno de la Junta del Distrito de Chamartín aprobara por unanimidad una propuesta para plantar árboles en su calle. Dos años después, en 2021, la calle seguía sin sombras, porque el Ayuntamiento no había movido ni un dedo para ejecutar la propuesta aprobada. La oposición (Más Madrid) pregunta entonces en otro Pleno de Distrito por los árboles prometidos. La respuesta dejó atónito a todo el mundo: “La concejala presidente nos dijo que no habíamos explicado bien a los vecinos que los árboles quitarían plazas de aparcamiento, y que teníamos que volver a recoger firmas explicando claramente lo de los coches”. A los pocos meses, la vecina regresa al Pleno de Distrito, esta vez con 400 firmas; pero el Partido Popular vuelve a responder con otro innovador argumento, que esta vez consiste en decir que no se fían de las firmas y exigen que se acredite que se trata en todos los casos de vecinos de la calle sin árboles (“la calle no es solo de los tienen un piso en ella; es de los que trabajan cerca o de los que pasan por ella”, decía Margarita exhausta). Pero esto no termina aquí; al poco tiempo, Margarita Ventura recibe una llamada de la Junta de Distrito: “Que ha dicho la presidenta concejala que vaya usted portal por portal hablando con los presidentes de las comunidades de vecinos para ver quién quiere árboles y quién no”. Ahí la que se plantó fue Margarita Ventura; su calle sigue sin árboles. 

Dicen los dirigentes vecinales que los mecanismos para ir ahogando el movimiento y la participación ciudadana han ido en aumento con los sucesivos gobiernos de la derecha en la ciudad, pero que, durante el mandato de José Luis Almeida, actual alcalde, la confrontación con los vecinos ha cruzado líneas hasta ahora rojas, y en ello, aseguran, algo o mucho tiene que ver la obsesión por eliminar todo lo que suene a “Carmena”. 

Lo que ha quedado claro en estos cuatro años de alcaldía de Almeida es que el equipo de gobierno de Madrid (PP y C’s) dispone de un abanico de elaboradas recetas para que no pueda prosperar nada que suene a participación, movimiento, asociación, vecinos, tejido, barrio. Abramos el abanico, conozcamos estas recetas. Nos vamos a encontrar historias como la de hace dos párrafos, la del truco de pedir trámites y más trámites para marear a los vecinos y que estos terminen por desistir de una queja o una propuesta (...)


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