sábado, 1 de julio de 2023

CTXT. “Quería saber cómo me llamaba, qué día nací y, sobre todo, por qué acabé siendo adoptada”

 Ritama Muñoz-Rojas 11/05/2023

Historia de un reencuentro con 33 años de búsqueda y el apoyo institucional

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Una imagen de la Casa Cuna de Tenerife, donde se produjo tráfico de niños entre los años 50 y 70.

Siguen resultando sobrecogedores y dramáticos los datos o hechos que van surgiendo en torno a las 
historias de los bebés robados. En Alicante, por ejemplo, se ha volcado en todo ello la Asociación 
Víctimas de Niños Robados de Alicante, AVA. Su secretario, Paco Alarcón, pasa gran parte de su 
tiempo en el cementerio de esa localidad, del que salen cajitas vacías que han estado en una fosa 
común, y muchas dudas e incógnitas difíciles de asimilar. Como el hecho de que desde 1951 hasta 
1990, el 25 por ciento de las inhumaciones, concretamente, 10.212, corresponden a bebés recié
n nacidos. “Los datos proceden del registro del cementerio. ¿Por qué tantas muertes de bebés? Pu
es no sabemos; es dificilísimo investigar, porque se necesitaría la confirmación oficial de la identidad y 
eso es casi imposible de obtener”, expone

Pero también hay buenas noticias. Y grandes noticias, como el encuentro entre una hija que fue bebé robado y su madre biológica, tras tres décadas de incansable búsqueda por parte de esa niña que ahora tiene 53 años y que fue adoptada casi recién nacida; de manera individual y en solitario, inició su propia investigación en el momento que descubrió que era adoptada. Hoy, las personas que se encuentran en esa situación lo tienen algo más fácil porque, poco a poco, las instituciones públicas se van animando a apoyar a los afectados por el robo de niños.

Un importante paso lo ha dado la Generalitat Valenciana, que ha facilitado la creación de un banco de ADN para los posibles afectados por el robo de bebés y lanza la campaña ‘Esto no es un cuento’. “Con el trabajo que se está haciendo en la Comunidad Valenciana, por primera vez se han producido dos reencuentros gracias a las actuaciones institucionales. Esto es un ejemplo de que cuando hay voluntad política se pueden conseguir cosas”, declara Soledad Luque, presidenta de la asociación Todos los Niños Robados son también Mis Hijos. El problema, como señala Luque, es que los niños desaparecidos pueden estar en una comunidad distinta a aquella en que nacieron; por eso reclama la aprobación de la Ley sobre Bebés Robados, actualmente en trámite en el Congreso

La protagonista de uno de los primeros reencuentros entre un bebé robado y su familia biológica nació en 1969, en Barcelona; en esta entrevista cuenta por primera vez a un medio de comunicación cómo fue ese largo proceso de búsqueda infatigable y el abrazo con su madre, la que la vio nacer. Pide que no se revele su identidad.

Ha estado desde los 19, es decir 33 años, buscando a su familia biológica.

Me enteré a los diecinueve que era adoptada y entonces me puse en contacto con todos los organismos públicos que pude, y nada; no conseguí nada, siempre lo mismo: que si no hay datos, que no hay expediente. Hace unos años, hicimos una reunión nacional de todos los que estábamos afectados por adopciones irregulares, niños robados; hablamos con un laboratorio que nos hizo las pruebas de ADN bastante económicas, porque ya nos habíamos gastado mucho dinero en todo esto y, además, hay familias que no pueden asumir gastos como los que suponen esas pruebas. Para nosotros eso era un regalo teniendo en cuenta lo que ya nos habíamos gastado, pero los laboratorios no daban coincidencias, todo era muy complicado. Yo, además, cada vez que hacía un cruce de ADN me ilusionaba demasiado, supongo que la necesidad te hace ver donde no hay. Este pelo, esta sonrisa, parece de mi madre…; y te haces ilusión, ilusión, ilusión; y luego, siempre resultado negativo. Y así durante muchos años.

Un día, una compañera me comentó que había un laboratorio en Estados Unidos que tenía una base de datos bastante grande, y yo pensé, “pues venga, un poco más, total qué más da”. Bueno, pues este laboratorio de Estados Unidos me sacó un primo segundo de mi posible padre o madre. Y de ahí fue estirar y estirar, y tirar mandar mensajes sin parar, no solo en España.

Es fácil entender lo dura que debió ser la decisión de investigar sus orígenes teniendo una familia. ¿Había algo que la inquietaba?

No tuve suerte con la familia que me acogió. Mis padres adoptivos se separaron cuando yo tenía cuatro años y yo me crié con mi madre adoptiva que ha sido siempre una persona con ciertos problemas complicados; pero independientemente de eso, cuando yo me entero de que soy adoptada, a los 19 años, quería saber qué pasó, cómo me llamaba, qué día nací y sobre todo, por qué acabé siendo adoptada; eso es lo que más te mueve. Y no hay respuesta de ningún tipo. Yo le decía [a mi madre], “¿por qué no me lo habéis contado antes?”. Me decían que no sabían cómo decírmelo. Luego me entero de que todo el mundo menos yo sabía que era adoptada; y, a partir de ahí, la sensación de vacío es cada vez mayor; es un sentimiento de frío, pena; te imaginas todas las versiones de quién podría ser tu madre (...)


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