lunes, 18 de noviembre de 2024

CTXT. Argentina. Vaca Muerta, la eterna promesa de prosperidad. Por Paula Sabatés y Frederic Schnatterer ·

  Buenos Aires  Paula Sabatés / Frederic Schnatterer 21/10/2024

Desde que se descubrió en 2011 una de las mayores reservas mundiales de gas y petróleo, todos los gobiernos argentinos han confiado en su explotación para salvar la situación económica. Milei también, pero la crisis continúa y los dólares escasean

Gaseoducto de Vaca Muerta. / Manuela Wilhelm


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En la Argentina del disenso y la grieta, una formación rocosa enterrada en las provincias de Neuquén, Río Negro, Mendoza y La Pampa se erige entre los gobiernos y los poderes económicos casi como un único consenso. Se trata de Vaca Muerta, segundo reservorio de gas y cuarto de petróleo no convencional del mundo, que desde su descubrimiento en 2011 es el corazón de las promesas de prosperidad en una economía empobrecida y con restricción de divisas. Todas las administraciones que gobernaron desde entonces apelaron a su explotación para intentar conseguir resultados económicos. Javier Milei no es la excepción. Pese a que hace poco más de un año admitió en campaña que no tendría problema en privatizarla, el hoy presidente libertario también cae rendido ante la gran promesa geológica de 3.000 metros de profundidad.  

Por estos días, una de las apuestas centrales en Vaca Muerta gira en torno al negocio del gas natural licuado (GNL), obtenido como resultado al procesar el gas natural a bajas temperaturas, lo que permite manipularlo y transportarlo en grandes volúmenes a todo el mundo. Se puso en valor tras la guerra de Ucrania y Rusia, que complicó la exportación de gas a Europa e impulsó a otros países a desarrollarlo. El proyecto Argentina GNL, liderado por la empresa semiestatal de petróleo, YPF, se erige como piedra angular de un plan estratégico que proyecta que, para 2030, el cincuenta por ciento de los 30.000 millones de dólares anuales que el país prevé exportar provenga de la exportación de gas. Para eso necesita socios estratégicos, como la compañía de energía nacional de Malasia, Petronas, que, en principio, iba a invertir en la causa pero que, ante la errática gestión económica de Milei, ahora parece haber desistido definitivamente.

Más allá de quienes terminen invirtiendo en ese proyecto –YPF dijo que se hará, con o sin Malasia, aunque algunas voces en Argentina ya lo ponen en duda– o en las extracciones de petróleo vía fracking, varias preguntas se abren por estos días. Por un lado: ¿Cómo confluyen el sueño exportador con el abastecimiento interno? ¿Hay gas y crudo para todo(s)? ¿Y, teniendo en cuenta los horizontes de transición energética, hasta cuándo? Por otro: más allá del futuro, ¿qué pasa hoy con las comunidades linderas a Vaca Muerta? ¿Cuál es el impacto ambiental sobre los territorios?¿Y cuál es el plan de contingencia?

Breve repaso histórico

La historia de la explotación de Vaca Muerta está ligada a la de la propia YPF. Un repaso breve sitúa dos puntos de inflexión en la historia reciente. El primero, en la década de los noventa, la de mayor difusión de la hegemonía neoliberal a nivel internacional, cuando la empresa estatal fue privatizada y vendida a la española Repsol tras años de intencionados desequilibrios estructurales y descapitalización. El segundo, en 2012, cuando la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner ordenó su expropiación y estatización de la compañía tras veinte años de sobreexplotación de yacimientos ya descubiertos y falta de inversión en nuevas exploraciones.

“Vaca Muerta está muy vinculada con la YPF nacionalizada, con su expropiación como gran bandera de soberanía, de autonomía, de transformar una lógica más rentística en una más de desarrollo. Ahí nacen las operaciones retóricas y simbólicas que articulan fuertemente a Vaca Muerta con un futuro promisorio, de mucha energía y mucho dinero, que fueron muy sentidas por muchos sectores sociales”, relata a CTXT Fernando Cabrera, coordinador del Observatorio Petrolero SUR (OPSur), organización que busca que la producción y consumo de energía se hagan de forma “justa, democrática, saludable y sustentable”. 

Cabrera y el investigador Martín Álvarez Mullally definen tres etapas en Vaca Muerta antes de Milei. La primera correspondió a la segunda administración de Fernández de Kirchner (2011-2015), que tuvo el rol de definir la estrategia técnica para atraer a los actores globales más grandes del sector y en la que YPF fue protagonista. Luego vino la del gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), durante el cual las empresas interesadas en la explotación tomaron el control de áreas del Estado (el Ministerio de Energía quedó a cargo del exgerente de Shell). En este período, YPF sufrió una retracción en beneficio de actores privados (locales e internacionales) y los usuarios residenciales locales fueron golpeados por el fuerte aumento en las tarifas de energía. 

La tercera etapa fue la de la presidencia de Alberto Fernández (2015-2019), que tras un breve primer momento de parálisis en la extracción de producto durante la pandemia, orientó su política a generar la infraestructura necesaria para concretar la exportación energética masiva. La construcción y finalización de un gasoducto para transportar gas y la planificación de otro, que por estas semanas entra en su etapa final para poder transportar gas al norte del país, fueron aportes significativos de esa gestión. Durante esta etapa, además, se anunció el desarrollo de Argentina GNL, en medio de la guerra en Ucrania, que desató una fuerte alza de los precios internacionales del crudo y el gas.

“Sin lugar a dudas en este tiempo hubo un resultado energético muy grande en Vaca Muerta. Argentina dejó de importar paulatinamente y cada vez más, porque empezó a tener mucha producción nacional de gas, del que depende mucho como país”, destaca Cabrera. Efectivamente, la caída en las cantidades adquiridas desde el exterior explican en gran medida que el sector energético revirtiera, este año, su saldo comercial luego de trece años de déficit y aportara 4.092 millones de dólares adicionales a la balanza de bienes del país respecto de 2023. 

Pero no todo lo que brilla es oro. Y aunque ningún especialista pareciera cuestionar el hecho de que sin Vaca Muerta la situación sería peor, Cabrera sentencia: “Lo de la salvación por ahora sigue siendo un mito. La crisis argentina sigue estando ahí, al igual que la carencia de dólares. A once años de su descubrimiento, Vaca Muerta no resolvió los problemas estructurales del país, como se había prometido”. Tampoco los de la provincia insignia: pese a que las cifras son algo mejores que en la media nacional, en Neuquén el 40% de los habitantes son pobres y el 11%, indigentes.

El horizonte del gas sagrado

“Uno de los proyectos más importantes y ambiciosos de la historia industrial del país”. Así define YPF al proyecto Argentina GNL en el folleto que utiliza para venderlo y promocionarlo. Comprende toda la cadena de valor del gas y prevé una capacidad de licuefacción total de hasta 30 millones de toneladas por año, posicionando a Argentina entre los principales países exportadores del mundo. Tras idas y vueltas y disputas políticas, la planta, que originariamente se iba a instalar en la provincia de Buenos Aires que gobierna el peronista Axel Kicillof, estará finalmente en la ciudad de Punta Colorada en la Provincia de Río Negro. 

“La planta de GNL es la puerta grande”, define Gonzalo Echegaray, doctor en Desarrollo Económico e integrante de EFInversiones, consultora de servicios financieros con especialidad en inversión en Vaca Muerta. Más promesas: “Siendo la segunda reserva mundial del mundo, es la posibilidad para transformarnos probablemente en el quinto proveedor de gas a nivel mundial. Las exportaciones de gas podrían duplicar las exportaciones del complejo agroindustrial argentino en los próximos siete años y eso resolvería gran parte de la macroeconomía”, proyecta en diálogo con CTXT.

En efecto, el cambio en el mercado de hidrocarburos que produjo la guerra aceleró las inversiones en proyectos de GNL en todo el mundo. Estados Unidos se posiciona como el principal proveedor global (tiene quince terminales, entre las ya aprobadas y las que están en construcción) y planea duplicar su capacidad de licuefacción para 2028. Más atrás, los cálculos argentinos prevén que para 2026 o 2027 se podrían hacer pruebas piloto para la exportación y que recién en 2030 se podría estar inserto en el mercado global. Todo eso si se consigue inversor. Esos plazos, para Cabrera, sin embargo podrían significar que el país llegue “muy tarde para ser competitivo”, en un contexto en el que las importaciones en Japón, Corea del Sur y Europa –que representan más de la mitad de la demanda mundial– empiezan lentamente a caer.  (...)

El lado B del sueño prometedor

En tanto megaproyecto, Vaca Muerta incluye e involucra a muchos territorios más allá de los lugares concretos de extracción de hidrocarburos. La lógica extractiva desata conflictos y tensiones en zonas aledañas y en comunidades que, desde el inicio de las explotaciones, denuncian consecuencias socioambientales graves. Este año, OPSur publicó un Atlas Ambiental en el que denuncia escasez hídrica, contaminación del agua, sismicidad inducida, emisiones de carbono y residuos tóxicos, además de daños colaterales como incidentes ambientales, accidentes laborales y deterioro de la economía frutícola. 

“Mientras continúa la promesa eldoradista, los impactos ambientales crecen y son silenciados. Argentina no va a convertirse en la Arabia Saudí del Sur. Podrá resolverse el tema del autoabastecimiento interno, que no es menor, pero las poblaciones locales sufren todos los impactos negativos y no tienen casi beneficios de dicho derrame”, denuncia la socióloga e investigadora Maristella Svampa a CTXT. Especializada en crisis socioecológica, movimientos sociales y acción colectiva, denuncia al gobierno de Milei por “negacionista” de la crisis climática y cuestiona a quienes creen que “exportando cada vez más gas y más petróleo la Argentina pagará su deuda externa, se salvará y se desarrollará”.

Unas pocas postales bastan para entender los impactos. En el pueblo neuquino de Sauzal Bonito, muchas casas están rajadas por los más de quinientos sismos inducidos que hubo desde 2018. En Añelo, también Neuquén, pobladores se quejan de que pasan semanas sin agua y que su territorio está cercado por anacondas que extraen el agua del río para ir a los pozos. En las localidades de Allen, Barda del Medio y Catriel, en Río Negro, la salud de la población está muy comprometida debido a que allí se localizan algunas de las plantas de tratamiento y disposición final vinculadas al fracking, que reúnen toda su basura. Así, con todo. Cada pueblo tiene un drama que opaca la gloria de la gran promesa argentina. 

Respecto al GNL, expertos y ambientalistas recuerdan que la ciudad de Punta Colorada, donde se ubicaría la planta, estuvo protegida por más de 20 años por una ley que prohibía la instalación de cualquier ducto que transportara hidrocarburo o sus derivados. La legislación se cambió en 2022 sin consulta previa a las comunidades y, pese a los cuestionamientos de diversas organizaciones en relación a irregularidades, el Poder Judicial avaló la modificación.

Como en aquella ocasión, asambleas y organizaciones se oponen a Vaca Muerta. Los procesos de resistencia, de mayor o menor éxito y alcance, también fueron protagonistas de la última década. “Las comunidades mapuches son quienes mayormente están a la cabeza de los procesos de resistencia porque entienden que todos estos impactos van convirtiendo el territorio en zona de sacrificio”, cuenta Svampa, que destaca que en septiembre de este año la Confederación Mapuche del Neuquén realizó una toma pacífica de cuatro basureros petroleros para exigir por sus derechos y logró un acuerdo con el gobierno provincial. 

En 2015, tras meses de investigación, los periodistas Alejandro Bercovich y Alejandro Rebossio publicaron Vaca Muerta. El sueño de un boom petrolero argentino. Por ese entonces ya hablaban de una “historia de aventuras en pleno desarrollo sin un final cierto”. A más de una década del descubrimiento de la roca madre, las preguntas que los colegas se hacían siguen siendo pertinentes: “¿Será una verdadera salvación o se convertirá en una nueva oportunidad perdida? Son debates abiertos en un planeta que se calienta. Y en un país con una Vaca Muerta”. 

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