Judit Castaño Tarragona-
Colectivos ecologistas han presentado alegaciones contra el proyecto. Critican que las medidas de restauración son insuficientes y piden "una reflexión profunda" del modelo territorial.
Con una población de unos 6.500 habitantes, el término municipal de Ulldecona (Montsià), al sur de Catalunya, tiene cuatro canteras que desde hace décadas son el motor económico de esta zona, de donde se extraen bloques de mármol calcáreo y arcilla. Una zona, conocida como la Serra Grossa o Serra de Godall, de gran valor ambiental, patrimonial e incluso arqueológico.
El pasado mes de agosto se sometió a información pública un proyecto que prevé la ampliación de la extractiva de arcilla Ferradura II, promovida por la multinacional del sector del cemento Cemex. Una ampliación que ha provocado el rechazo de los grupos ecologistas GEPEC-EdC y Salvem lo Montsià, que junto con diversas entidades del territorio —Grup de Recerca en Arqueologia Protohistòrica (GRAP) de la Universitat de Barcelona, Centre d'Estudis d'Ulldecona, Ecologistes del Sénia, Associació Cultural i Veïnal Lo Rafal d'Alcanar y Associació Sediments, entre otros—, han presentado alegaciones contra el proyecto.
Piden a las administraciones que velen por la protección de un territorio junto a espacios protegidos incluidos en la Red Natura 2000 y el PEIN de la Sierra del Montsià, en una zona de alto valor ecológico y patrimonial, según defienden las entidades ecologistas. Denuncian que la ampliación prevista afectaría gravemente un entorno con yacimientos arqueológicos reconocidos, olivos monumentales centenarios y hábitats de aves protegidas —como el águila perdicera o la collalba rubia—, algunas de ellas en peligro de extinción.
"El territorio está muy explotado. Ya ha habido un impacto con la actual extractiva, y ahora se quiere ampliar hacia una zona de alto valor ambiental. Eso significa incrementar el impacto. Y además, no estamos hablando solo de medio ambiente, sino también de patrimonio y paisaje", comenta Joaquim Estellé, miembro de GEPEC.
El Ayuntamiento de Ulldecona ha manifestado su voluntad de garantizar la protección del patrimonio arqueológico de la zona. Su alcaldesa, Núria Ventura, ha explicado en declaraciones a Público que el consistorio está trabajando conjuntamente con el Departamento de Cultura con el fin de establecer una figura de protección específica para los yacimientos afectados, similar a la que ya se aplicó hace algunos años a los abrigos con pinturas rupestres.
Este modelo no solo contempla la conservación del yacimiento, sino también la protección de su entorno inmediato, con el objetivo de preservar el paisaje y evitar que determinadas actividades, como la extracción de recursos, puedan alterar o poner en riesgo el valor patrimonial del lugar. "Lo que proponemos es establecer una zona de protección alrededor de los yacimientos, con una distancia mínima desde el núcleo arqueológico, para garantizar su integridad", ha explicado.
Un yacimiento arqueológico y olivos monumentales
La actividad extractiva de Ferradura II se encuentra junto a los yacimientos arqueológicos de los Castellets y la Cogula, datados entre los siglos VIII y VI a.C. Jordi Monforte , miembro de Salvem lo Montsià, explica que estos asentamientos protohistóricos, ubicados en el extremo suroeste de la Sierra del Montsià, "son un testimonio excepcional de los contactos comerciales y culturales con los fenicios durante la primera edad del hierro". "Se han hallado restos fenicios y un espacio de culto orientalizado", comenta.
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"Este yacimiento no es solo el punto donde se han encontrado restos, sino todo un perímetro que debería estar protegido, porque si se transforma el entorno, se pierde parte del valor arqueológico e histórico", añade. En este sentido, las entidades proponen la creación de una franja de protección de 1,5 kilómetros alrededor de los yacimientos para garantizar su preservación ante actividades como esta.
Además del yacimiento arqueológico, la zona afectada concentra una de las mayores densidades de olivos monumentales del término de Ulldecona y, por extensión, de la comarca. Unos olivos protegidos por la ley catalana. "Los olivos viejos forman parte de un paisaje que, pese a la protección legal, se está perdiendo poco a poco. En las últimas décadas el paisaje del interior del Montsià ha cambiado mucho", lamenta Estellé.
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Tanto Monforte como Estellé también destacan que se trata de una zona con una considerable fertilidad "que debe salvaguardarse, y que puede perderse si no se hace una buena restauración posterior". "Aquí hay tierras buenas, muchas aún productivas o recuperables, que pueden garantizar soberanía alimentaria. Si lo convertimos todo en extracciones, ¿qué nos quedará?", se pregunta Monforte.
Tercera ampliación y una restauración insuficiente
Esta sería la tercera ampliación de la explotación. "La primera ya se dio por finalizada, pero la restauración que se hizo, tal como indicamos en las alegaciones, no fue satisfactoria. Aunque se haga, siempre queda un agujero, un hueco en el territorio", lamenta Monforte. En este sentido, Estellé explica que todas las actividades extractivas tienen un plan de restauración, "pero la realidad es que muchas veces no se cumple".
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"A menudo las restauraciones sirven como excusa para justificar que el proyecto pueda salir adelante. Pero si ya sabemos que el impacto será elevado, lo más sensato sería no hacerlo. No todo se puede justificar con compensaciones o restauraciones", denuncia Monforte, quien detalla que las zonas restauradas "han perdido tierra fértil, se han formado surcos por la erosión, y los árboles que se han plantado son jóvenes, sin valor agronómico ni paisajístico".
Monforte señala que estas "nunca devuelven la tierra a su estado original" y que no se "recupera la tierra fértil ni el equilibrio del espacio". En este sentido, comenta que esta alteración del entorno, en un momento en que los episodios de lluvias torrenciales son cada vez más frecuentes, perjudica aún más al espacio. "Las fincas que han mantenido los márgenes tradicionales y las pendientes originales han resistido mejor las lluvias", sentencia.
Repensar el modelo de territorio
Las entidades se preguntan qué modelo de territorio quiere el Ayuntamiento de Ulldecona y que esta permisividad no acabe convirtiéndose "en un goteo de nuevas explotaciones". Denuncian que la producción principal se destina a la exportación y que los supuestos beneficios económicos para la población local son mínimos. "La mayor parte del cemento que se produce aquí se exporta. Los beneficios se los lleva una empresa multinacional, y aquí nos quedamos con los agujeros y las consecuencias. Las compensaciones no justifican la destrucción", afirma Monforte.
Detrás de esta oposición hay una reflexión más profunda sobre el modelo de territorio. Los colectivos defienden una visión alternativa basada en la preservación, la soberanía alimentaria y el desarrollo sostenible del turismo rural. "Habría que plantearse si realmente podemos seguir igual, incrementando proyectos que generan grandes impactos. Quizás ha llegado el momento de decir 'hasta aquí' y empezar a conservar lo que nos queda", reflexiona Estellé.
Según Monforte, el yacimiento arqueológico, sumado a la proximidad con espacios naturales y olivos monumentales, "debería pesar mucho en la balanza". "Esto no es solo un tema medioambiental, es también de paisaje, de cultura, de oportunidades futuras como el turismo rural o las visitas patrimoniales. Transformar el entorno es una decisión grave e irreversible", concluye.
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