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El pensador alemán cierra su trilogía sobre la historia de la filosofia del siglo XX con 'Espíritus del presente' y su influencia en el XXI que permite explicar parte de la actualidad. Eilenberger analiza en esta entrevista por qué la vorágine de acontecimientos obliga a renombrar algunos hechos y que no todo puede ser izquierda o derecha
Este mundo acechado de incertidumbres, preguntas, desencantos y búsquedas “no vive tanto una transformación como un viaje hacia el abismo”. Es un mundo en una vorágine de acontecimientos en múltiples ámbitos que necesita ser nombrado de nuevo porque las palabras usadas lo distorsionan o lo falsean. Se necesita crear palabras para identificar muchas de las situaciones porque no son homologables a lo vivido y, por tanto, los términos conocidos no bastan o no son precisos o no describen esa nueva realidad que intentan representar. Las palabras conocidas son insuficientes. El mundo requiere de nuevos conceptos y léxico ante los hechos y eventos inéditos que se viven.
Es el retrato y el llamado de Wolfram Eilenberger (Friburgo, Alemania, 1972), uno de los pensadores y mejores divulgadores de filosofía, fundador de Philosophie Magazin, presentador del programa de televisión Sternstunde Philosophie en la cadena pública suiza SRF, uno de los directores de phil.cologne, el festival más importante de filosofía en Alemania y miembro del St. Gallen Collegium de la Universidad de St. Gallen. Su mirada transversal para comprender mejor el mundo la ha llevado a través de una serie de filósofos fundamentales del siglo XX. Ha contado las vidas de filósofos que interpretaron y representaron el tiempo que les tocó vivir. Eilenberger muestra aquellas ideas, estudios, teorías y pensamientos filosóficos con las vidas de sus creadores interrelacionadas con el mundo a su alrededor. Esa mirada transversal se ve en su trilogía:
Tiempo de magos. La gran década de la filosofía 1919- 1929. Aquí están Ludwig Wittgenstein, Walter Benjamin, Ernst Cassirer y Martin Heidegger.
El fuego de la libertad. La salvación de la filosofía en tiempos de oscuridad 1933 – 1943. Aquí están Simone de Beauvoir, Simone Weil, Ayn Rand y Hannah Arendt.
Espíritus del presente. Los últimos años de la filosofía y el comienzo de una nueva Ilustración 1948 – 1984. Aquí están Theodor W. Adorno, Susan Sontag, Michel Foucault y Paul K. Feyerabend.
En una sala del Círculo de Bellas Artes, de Madrid (España), Wolfram Eilenberger, que participó en el II Festival de las Ideas 2025, desarrolla en esta entrevista las ideas planteadas antes. (La segunda parte de la entrevista la puedes leer AQUÍ, sobre la inteligencia artificial y su impacto en la vida cotidiana).
Winston Manrique Sabogal. Usted ha dicho que no se deben homologar los hechos ni las palabras y términos del presente con otros del pasado, como los ocurridos en los años veinte del siglo XX, como la palabra fascismo para referirnos a ciertos hechos o personas de hoy. Usted habla de que es necesario crear nuevas palabras. Es curioso que cierre así el círculo de su trilogía, porque la primera parte, Tiempo de magos, precisamente, empieza con el episodio de Wittgenstein, filósofo del lenguaje en el siglo XX, y la presentación de su tesis de doctorado en Cambridge donde el lenguaje y la palabra son esenciales. Aquel momento del 18 de junio de 1929 cuando Wittgenstein, al terminar de sustentar de manera oral su trabajo, le dice al jurado: “No se preocupen, sé que jamás lo entenderán”. La palabra nombra y crea mundos, y distorsiona.
Wolfram Eilenberger. Esa urgencia por renombrar las cosas es y puede ser un acto de poder. El todopoderoso, Dios, nombra cosas. Los colonizadores en las Américas renombraron cosas, se reapropiaron de ellas. Es decir, que siempre hay una ambivalencia en esa urgencia de renombrar cosas. Ese es el acto último de poder. Así que tenemos que tener mucho cuidado cuando alguien llama a renombrar esos resignificados filosóficos. Por ejemplo, vemos que los sistemas totalitarios justamente hacen eso. Cambian las palabras, se reapropian de ellas y ese cambio no es bueno per se.
La filosofía, como yo la veo, es un acto reactivo. Y reactivo significa en este caso que lo que hacemos es cuestionar los conceptos que son usados mostrando por qué y cómo fracasan para llevar a cabo las tareas que deberían hacer. Eso no significa, obligatoriamente, que lleguemos a nuevos conceptos. Porque sencillamente estamos diciendo que los conceptos que usamos están vacíos. Utilizamos esa palabra, fascismo, y creemos entenderla, pero puede ser exactamente ese concepto el que tiene que ser renombrado. No he creado un concepto nuevo, pero primero digo que este está vacío. Eso es el acto filosófico.
En cuanto a Wittgenstein, en el siglo XX hay dos escuelas en cuanto al lenguaje: confusión o conspiración. Confusión significa que el lenguaje está ahí, pero tenemos que reordenarlo para verlo claramente. Eso sería una forma de abordar a Wittgenstein, porque él no llegó a conceptos nuevos. Es sencillamente una reordenación de esos conceptos que ya estaban. Y luego hay personas como Herbert Marcuse que dicen: «No, es una conspiración. El lenguaje que se está usando nos ha provocado esa confusión”. Entonces, tenemos que cambiar totalmente el lenguaje. Cuando vemos a los filósofos en la historia podemos ver si son de los confusionistas o de los conspiracionistas. Por ejemplo. Spinoza es un confusionista.
W. Manrique Sabogal. ¿Y Wolfram Eilenberger en qué lado se situaría? ¿O una tercera vía?
Wolfram Elienberger. No te no te voy a hablar como un filósofo, sino como un autor que escribe sobre filosofía. Para mí es un buen punto de partida tener esta distinción de entrada y crear luego personajes que encarnan esto. Por supuesto, tengo ciertas ambiciones poéticas. Cuando uno escribe siempre intenta inventar tres o cuatro palabras. Pero tienes que tener cuidado. Si, por ejemplo, piensas en los cuatro héroes de este libro (Espíritus del presente), eran grandes poetas; es decir, desplegaron nuevos conceptos, inventaron. En algunos momentos no se trata de confusión o de conspiración. Es de una nueva apertura lo que estamos hablando y eso es un acto poético. Los nuevos conceptos pueden abrir nuevos aspectos para ver lo antiguo como algo nuevo. Y eso es lo que hacen los poetas. Y los filósofos, también, cuando son buenos.
W. Manrique Sabogal. Vivimos un momento en que la polarización, uno de los problemas del presente, se apoya y se potencia en la palabra, en el lenguaje.
Wolfram Eilenberger. La verdad es que el lenguaje está desgarrado desde dentro. Esto significa que la lengua está abierta a eso. Está en una dialéctica. Hay una fuerza centrípeta y otra centrífuga dentro de la lengua, del lenguaje.
Estas preguntas van al núcleo de la cuestión. Hemos vivido un tiempo, seguramente tu vida, mi vida, en las que hemos creado emancipación y liberación con fuerza centrífuga, hacia fuera. Pero el peligro de este desarrollo unidimensional es que al irnos hacia fuera el lenguaje pierde esa capacidad de conectar a las personas, las separa.
Uno de los grandes errores de los movimientos emancipatorios actuales es esa equivalencia, esa ecuación entre libertad y centrifugación, la identidad política, por ejemplo. En ese sentido tenemos que darnos cuenta de que son dos dinámicas, dos fuerzas, tan potentes que cada vez que hay un desarrollo humano están las fuerzas centrífugas y centrípetas.
Y en mi generación, y seguramente en tu generación, la fuerza centrípeta sería a la derecha y centrífuga sería a la izquierda. Eso lo tenemos en la cabeza. Y creo que esto está equivocado. Tenemos que entender que es un error.
Una de las tareas de la filosofía sería pensar qué significaría entender nuestros tiempos presentes sin los errores de pensar que las centrípetas son fuerzas de la derecha.
Si tengo que hablar de la confusión presente que vivimos, diría que la izquierda está confusa porque no se ha dado cuenta de sus propios errores. Estoy bastante seguro de que las fuerzas centrífugas están desgarrando a la sociedad ahora mismo.
Es muy difícil abordar esto sin caer en los términos de la derecha o la izquierda. Necesitamos abordar el lenguaje de otra forma para poder abordar este desgarro.
W. Manrique Sabogal. Los cuatro autores de los que habla en el libro son importantes, pero creo que Susan Sontag y Michel Foucault son dos de las personas cuyas ideas y acciones que ellos encarnaron realmente impactan en nosotros, en la sociedad. Parten de su realidad, como todo creador o pensador. ¿No cree que son dos figuras muy vigentes, y que no están muy fijadas en el imaginario popular y, en cambio, sí con etiquetas muy tópicas?
Wolfram Eilenberger. Estoy de acuerdo. Los elegí porque el título original del libro es Geister, que significa muchas cosas en alemán. Es como un espectro, como la mente, el tener ingenio. Significa la capacidad de pensar. Es decir, Geist es una idea, es un concepto muy difícil de traducir porque es muy amplio, pero sí que creo que son las personas que, efectivamente, tienen ese Geist. Es decir, realmente, le dan forma a nuestros tiempos presentes.
Y de una forma mal entendida, muchas veces, porque con se dice que su activismo era de izquierdas y no eran ni de izquierdas ni eran activistas. Y eso es importante para mí porque creo que en nuestro presente, en concreto, la izquierda está animada por estas figuras, supuestamente, activistas de la izquierda. Y volvemos al principio con lo de las fuerzas centrífugas y centrípetas y de pensar por uno mismo.
Cada uno de los de los doce personajes que he retratado en mis tres libros y la forma en la que los presento, porque evidentemente les he dado un contexto, es decir, los he seleccionado por algo y eso es un acto violento, se podrían elegir otros de otra forma, pero no son ni de izquierdas ni de derechas. Es decir, si preguntas si Hannah Arendt era de izquierdas o derechas, eres idiota. Esa es una pregunta idiota. Y lo mismo para Susan Sontag. Y lo mismo para Foucault. Y me gustaría una cultura que leyese estos textos sin preguntarse, ¿esto es de izquierdas o es de derechas? Y eso parece lo más difícil hoy en día.
W. Manrique Sabogal. Un elemento nuevo y poderoso del presente y del futuro es la mujer que no ha tenido un papel importante hasta ayer. Y su impacto e influencia será clave.
Wolfram Eilenberger. Sí. La presencia de la mujer es el gran cambio de nuestro siglo. Es una fuerza nueva que todavía no se ha dejado ver porque apenas tenemos las teorías, pero ese impacto de ellas en la educación de hombres y mujeres todavía están allí. Te doy un ejemplo popular, porque me encanta el fútbol: ver el desarrollo del fútbol femenino en los últimos años es realmente flipante. Ahora mismo hay veces que es más atractivo ver un partido de mujeres jugando que de hombres, porque es más bello. Son cosas que me dan esperanza en esta línea de lo que dices, aquí enfocado en el deporte. Los últimos veinte o treinta años del fútbol femenino son increíbles. Así que “Nunca sabes”, como dice Spinoza, nunca sabes de lo que es capaz el ser humano. Tal vez esa es nuestra esperanza.
Puedes leer la segunda parte de la entrevista con Wolfram Eilenberger AQUÍ: “Con la inteligencia artificial cerramos la época de lo escrito y entramos en la época de lo oral”
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