George Gonzalo · ctxt.es 23 Dic. 2019 José Antonio Martín Pallín
Martín
Pallín ···> "Frente al principio sólidamente consagrado que impone
el cumplimiento inmediato de las órdenes de libertad, el Tribunal
Supremo se ha sacado de la manga un trámite dilatorio, al dar traslado a
las partes para que manifiesten su opinión sobre la inmunidad y la
libertad de Oriol Junqueras. Me imagino que en Luxemburgo se habrán
quedado estupefactos al conocer tan burda e ilegal maniobra."
Luxemburgo es un pequeño país de la Unión Europea donde los
fundadores de la antigua Comunidad Económica Europea decidieron
establecer la sede del Tribunal de Justicia, es decir, el Poder Judicial
de la Unión, con la misión de interpretar y aplicar el Derecho que
emana de los otros dos poderes de esta institución. Todo país que decide
incorporarse voluntariamente a este organismo supranacional acepta las
reglas del juego y admite que las sentencias que dicta tienen un
carácter vinculante, ya que se trata de un órgano cuya misión es
garantizar el ordenamiento jurídico propio, sin despreciar o ignorar los
sistemas jurídicos nacionales. Cualquier persona iniciada en derecho
sabe que el Tribunal de Justicia, a petición de un Tribunal nacional de
cualquiera de los países miembros y también en algunos casos de
particulares, puede pronunciarse sobre la interpretación y alcance de
las disposiciones del derecho comunitario a través de la denominada
“cuestión prejudicial”.
Uno de los argumentos que el Reino Unido esgrimía para
salir de la Unión Europea era el inaceptable sometimiento de sus
tradicionales y sacrosantos tribunales, de honda tradición histórica, a
los dictados de un Tribunal situado fuera de su territorio, cuyas
resoluciones eran de obligado cumplimiento. Es justo resaltar que la
mayoría de los jueces ingleses siempre han sido respetuosos con las
decisiones del Tribunal de Luxemburgo. No así los políticos que se
encargaron de atizar el histórico nacionalismo de muchos ciudadanos de
la Gran Bretaña para hacerles ver, junto con otros trapicheos económicos
y financieros, que permanecer en la Unión Europea era, además de
ruinoso, una sumisión vergonzosa a los dictados de un Tribunal
“extranjero” a cuya jurisdicción se habían sometido voluntariamente.
Parece que esta soberbia nacionalista ha prendido en algunos sectores de
la sociedad española. No nos extraña en absoluto, dada la ancestral
incapacidad mental de muchos de nuestros conciudadanos para asimilar la
cultura democrática europea (...)
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OTRA COSA: Poesía o barbarie Radio 122: El regreso, la IRA y el Kronen
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