lunes, 9 de mayo de 2022

Jacques Monod. De la resistencia a los nazis a descubrir el segundo gran secreto de la vida

 Materia  9/2/22  

Miguel Barral

Para Jacques Monod, el origen de la vida fue puro azar y la evolución de los organismos una necesidad. El azar que lo salvó de morir en una expedición científica y la necesidad que lo convirtió en científico del Instituto Pasteur y héroe de la Resistencia francesa. En el aniversario de su nacimiento, recordamos a uno de los fundadores de la biología molecular y premio Nobel en 1965.

Jacques Monod fue muchas cosas a lo largo de su vida: aspirante a director de orquesta, héroe de la Resistencia francesa, azote de la pseudociencia soviética que quería desmontar a Darwin, contacto de científicos perseguidos al otro lado del telón de acero, o escritor de éxito que postuló la hipótesis de la Tierra como único origen posible para la vida. Pero, sobre todo, fue uno de los fundadores de la biología molecular y descubridor del mecanismo de regulación de la expresión génica: un logro por el que ganó el Nobel de medicina de 1965.

AZAR: DESGRACIA IMPREVISTA

En 1936, Jacques Lucien Monod (9 febrero 1910–31 mayo 1976) estaba a punto de embarcarse en una expedición científica a Groenlandia cuando uno de sus compañeros de la facultad de Ciencias Naturales en la Sorbona, Boris Ephrussi, le convenció para que le acompañara a EEUU, al California Institute of Technology (CalTech), para estudiar genética con una beca Rockefeller. Esta decisión le salvó la vida, ya que el barco en el que debía viajar junto a la expedición naufragó y no hubo supervivientes.

A pesar de que en California se dedicó sobre todo a “hacer el tonto”, a explotar sus encantos de playboy de la Costa Azul francesa y a desplegar su talento musical —como él mismo confesaría más tarde—, la estancia en el CalTech le sirvió para convencerse de que la genética era la clave para alcanzar su sueño estudiantil de explicar cómo funcionan los seres vivos.

NECESIDAD: AQUELLO A LO CUAL ES IMPOSIBLE SUSTRAERSE

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Monod sintió la necesidad de alistarse en el ejército francés. Y cuando los alemanes invadieron Francia no dudó en unirse a la Resistencia. Pronto Monod se incorporó a uno de los grupos más militarizados, Les Franc-tireurs, primero bajo el alias de Marchal y luego como el Comandante Malivert. El director del Instituto Pasteur, André Lwoff —quien también participaba de la Resistencia— le ofreció refugio y trabajo en los laboratorios de la institución. Monod comenzó así a llevar una doble vida: de día era investigador y de noche, dirigente de una Resistencia, en la que cada vez tenía más responsabilidades (llegó a encargarse de muchas de las operaciones que prepararon el Desembarco de Normandía). Por todo ello, fue distinguido con los máximos honores militares, al final de la guerra.

Tras la Guerra, Jacques Monod se consagró a su investigación en el Instituto Pasteur, donde entabló una fructífera colaboración con otro héroe de guerra, François Jacob. En 1959, con la ayuda de Arthur Pardee, realizaron uno de los experimentos más famosos de la historia de la ciencia moderna: el “PaJaMo”, que les permitió descubrir la existencia de genes reguladores de la producción de proteínas, mediante un mecanismo de control (el “modelo operón”) (...)

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