Una sonrisa. Una palmadita en la espalda. Una pregunta cómoda para una respuesta 

agradecida. Una ultraderecha con los dientes largos, recorriendo platós en horario 

de máxima audiencia. La normalización de Vox en los medios acaba de marcar otro hito 

gracias a Masterchef Celebrity, que invitó al vicepresidente de Castilla y León, Juan 

García-Gallardo, al estreno de una nueva temporada en la televisión pública.

El escándalo no es nuevo; el blanqueamiento, tampoco. Pese a sus conocidas 

posturas contra los derechos del colectivo LGTBI o su negacionismo de la violencia machista, la ultraderecha disfruta de jugosos minutos de pantalla en grandes 

cadenas televisivas, lo que contribuye a su blanqueamiento y le permite exhibir 

un rostro más amable.   

"Es gravísimo que una persona adscrita a un grupo político que tiene principios 

que van contra los derechos humanos se le pueda dar espacios en estos medios 

de comunicación. Entiendo que hay que informar sobre Vox, pero una cosa es 

informar y otra dar promoción", señala a Público David Lerín, profesor de 

Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Complutense de Madrid.

No en vano, los intentos de la ultraderecha de mostrar su cara más amable se 

compaginan con los discursos xenófobos, homófobos y ultranacionalistas 

con los que Vox intenta ampliar su base electoral de cara a próximas citas con las urnas. 

Tan solo tres días antes de que Masterchef Celebrity inaugurase la temporada con la participación de García Gallardo, el partido ultraderechista volvía a criminalizar a 

las personas migrantes. Lo hacía a través de su portavoz Jorge Buxadé, quien 

anunciaba que Vox había planteado en el Congreso "el cese de subvenciones a 

ONGs que colaboran con el tráfico de personas". "La inmigración ilegal masiva 

sigue creciendo, y con ello la inseguridad en las calles", remató.

"Desde los medios es obvio que existe un blanqueamiento no solo de los partidos 

de extrema derecha, sino también de sus ideas: se legitiman una y otra vez la 

homofobia, la misoginia, el racismo o el supremacismo", afirma Jule Goikoetxea

profesora de la Universidad del País Vasco (UPV) y filósofa política.

Por su parte, Lerín recuerda otros casos sonados de ultraderechistas en programas

televisivos de gran audiencia, como la entrevista a Santiago Abascal en El Hormiguero 

el 11 de octubre de 2019, cuando faltaba un mes para las elecciones generales. 

"La pujanza electoral de Vox se ha ido fortaleciendo con esa presencia en los medios"

"Cuando Abascal aparece en El Hormiguero como 

un líder más amable, diferente al ultraderechista, 

mucha gente dice 'no es tan radical como lo pintan'. 

Ese blanqueamiento es evidente", afirma el profesor

de la UCM, que compara este caso con la participación de García-Gallardo en Masterchef Celebrity. "No debemos olvidar que la pujanza 

electoral de Vox se ha ido fortaleciendo con esa presencia en los medios", añade Lerín.

Voz a la ultraderecha

Estos aspectos aparecen recogidos por Adrián Juste, investigador y experto en extrema 

derecha, en uno de los capítulos del informe De los neocón a los neonazis. La derecha 

radical en el Estado español, publicado por la Fundación Rosa Luxemburg y 

coordinado por el periodista Miquel Ramos.

"Medios de diversas tendencias editoriales han sido señalados por diferentes fuentes 

por darle voz a la principal fuerza de ultraderecha del país, Vox, así como a manifestaciones 

de carácter extremista, en muchas ocasiones evitando referirse a estos de manera 

despectiva e incluso contribuyendo a la difusión de sus bulos, en lo que ha sido calificado 

como blanqueamiento", relata Juste. 

El experto señala que esto se debe a que "tanto medios supuestamente progresistas

como conservadores forman parte de muy pocos grupos mediáticos". Destaca 

precisamente que "el Grupo PRISA, el Grupo Planeta, Mediaset, Vocento, Unidad 

Editorial, Godó y Prensa Ibérica acumulan más del 60% de la audiencia televisiva".

Juste subraya además que "colaboradores de prácticamente todos estos grupos
mediáticos, especialmente los más conservadores, forman parte de otros medios 

menos tradicionales pero más extremistas", lo que deriva en "una extensa 

red de interdependencia". El resultado siempre es favorable a la ultraderecha.