viernes, 25 de noviembre de 2022

Movilidad en València o la transformación de una ciudad más allá de los carriles bici, de Lis Gaibar

 23/10/22

ELSALTODIARIO.COM   
Lis Gaibar

 Los proyectos de peatonalización, así como la ampliación y mejora de carriles bici, han sido dos de las principales líneas de trabajo del Ayuntamiento de València en los últimos años para reducir los índices de contaminación de la ciudad. Sin embargo, movimientos sociales y colectivos de la ciudad piden más: expandir estas políticas a todos los barrios, ampliar las zonas escolares seguras, reducir el empleo de vehículo privado y proteger las áreas no urbanizables.



La nueva Plaça de la Reina amanece soleada: eran los últimos días de agosto pero el reloj marcaba primera hora de la mañana, así que aún quedaba espacio en los recién estrenados aparcamientos de bicicleta. Un par de horas después empezó el trajín: familias con carritos que atraviesan las zonas de sombra mientras beben horchata, niños y niñas que se inclinan a beber agua en alguna de las fuentes habilitadas para tal fin, jóvenes que se sientan en los bancos y consultan sus dispositivos móviles, turistas que consumen en las terrazas que rodean el nuevo espacio público sin invadirlo. Un señor juega con su nieto en el área recreativa de la plaza, cuya ardua rehabilitación —la existencia de un aparcamiento subterráneo se tradujo en importantes dificultades técnicas— ha supuesto la recuperación de 12.000 metros cuadrados en forma de enorme espacio peatonalizado donde antes había dos rotondas, el acceso al parking y una parada de autobuses de once líneas que, en definitiva, acompañaban de ruido y constante movimiento motorizado la reducida zona ajardinada que quedaba para el disfrute de las personas.

Para Giuseppe Grezzi, concejal de Movilidad Sostenible e Infraestructuras de Transporte Público, la afluencia de gente que concentra la plaza desde su inauguración es la mejor muestra de que la transformación ha sido bien acogida, a pesar de “la polémica bastante forzada que se ha querido crear con lo de que no haya verde”. Se refiere a la queja repetida por la ausencia de vegetación en la nueva plaza, sobre la que la institución ya se defendió argumentando que los 115 árboles plantados necesitan tiempo para crecer. Sobre las críticas volcadas sobre el proyecto, Francesc Arechavala, que participa en varios colectivos de la ciudad enfocados en la mejora de la movilidad urbana, es claro: “Desde hace muchos años aquí se discutía que València era la ciudad que tenía más nombres de plazas que no eran plazas”. Enumera la de Sant Agustí, la del Mercado, la de la Reina, “o la de España, que sigue sin ser una plaza”, y resta importancia a los posicionamientos en contra de la peatonalización haciendo alusión al cese de ruido pasado un tiempo de la reestructuración urbana. De hecho, lejos de la vertiente inmovilista de los grupos que rechazan los cambios del consistorio para mermar los movimientos en coches particulares y fomentar el de personas, Arechavala apunta a otra dirección: “Lo que queda pendiente ahora es acercar eso a los barrios, que se empieza por el centro porque es lo emblemático, lo que llama la atención y lo que sirve para proyectar una imagen de la ciudad; pero hay que llevar esa política de mejora urbana a otras zonas” (...)

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OTRA COSA:   LAS CINCO VOCALES en el idioma español, de José Fernando Blanco Sánchez

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