viernes, 5 de febrero de 2021

San Valero, vacunero, de José Mendi

 30/01/2021

Si convertimos los objetivos en metas, todo se reduce a ganar. En consecuencia necesitamos o nos inventamos adversarios, que pueden ser personas, situaciones o cosas. Es mejor que nos fijemos un horizonte y no una línea de llegada. Si queremos vencer siempre, nos arriesgamos a que la frustración nos derrote. La competición es buena si forma parte sustancial del camino y no se reduce al podio final. Como explicamos en psicología del deporte, la clave no es aprender a ganar o perder. Lo fundamental es saber competir.

El esfuerzo no se debe centrar en el resultado final, sino en aplicar lo que aprendemos, junto a nuestras capacidades y las condiciones que se dan, para lograr el mejor resultado posible. Eso es el éxito. Diferente del reconocimiento ajeno. Porque el aval de los demás proviene de la percepción externa. Mientras que la satisfacción es personal e intransferible. La igualdad de oportunidades solo es justa cuando las reglas de la competición son idénticas para todos.

El problema es que nos encontramos ante un mundo diseñado para ganar o perder, no para competir. Se valora el triunfo, no el éxito. Se rechaza el fracaso y no la desigualdad. En la valoración personal o profesional de las vidas se resalta hasta dónde ha llegado alguien y qué es. Pero queda invisible lo más importante: cómo ha llegado, y con qué medios, según sus particulares condiciones. Sin esta parte de la ecuación, el resultado no puede ser certero. La selección de una candidatura para un trabajo debería tener en cuenta estas variables. La reflexión sobre una decisión vital, también. El apoyo psicológico para fortalecer estrategias cognitivas de análisis, y ayudar en la toma de decisiones, debe evaluar los medios disponibles y no solo los fines deseados. De esta forma, el camino para llegar a una meta será un objetivo que formará parte del éxito, si lo recorremos compitiendo como mejor sepamos hacerlo.

"Sálvese el que tenga"

El plan de vacunación frente a la pandemia se ha convertido en un compendio de metas en el que las únicas reglas son el negocio y el egoísmo. (...)  Las vacunas y medicamentos básicos deben ser un derecho de acceso universal. Por buenista que suene, la gestión debería corresponder a una institución de rango mundial. Lo lógico es que la Organización Mundial de la Salud, dependiente de la ONU, regulara la investigación, recursos, distribución y aplicación de este y otros fármacos (...) El ejemplo de este despropósito planetario también lo sufrimos en nuestro país gracias a la privatización que impulsan las derechas. Debilitamos primero la sanidad pública para que, tras los problemas, necesitemos pagar a la privada con los recursos de todos, demostrando la debilidad de lo común. El crimen perfecto (...)

Lambán. En Zaragoza pintan bastos. Azcón prefiere financiar la educación concertada o apoyar a entidades antiabortistas  (...) Sigue llorando ante Sánchez para quejarse de lo que pide, mientras dispendia lo que tiene sin atender a los zaragozanos que más lo necesitan (...) 

San Valero, vacunero

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