Antonio Morente 13 de agosto de 2024
El trasvase, la “actuación definitiva”
La entrada de este objetivo ha sacado del documento la solución diseñada desde hace tiempo, que no es otra que un trasvase desde la cuenca del Tinto, Odiel y Piedras para que así Matalascañas reciba recursos en superficie y deje de consumir del acuífero. Con un volumen de tres hectómetros cúbicos, esta operación fue autorizada por el Gobierno central hace ya más de un año y se considera “técnicamente sencilla”: consistiría en una conducción de 25 kilómetros de longitud desde la depuradora Tinto ubicada en Moguer.
Este trasvase se mantiene como la “actuación definitiva” para atender el abastecimiento de la gran urbanización, y desde la Oficina Técnica de Doñana se insiste en que se sigue trabajando en esta opción, que volverá a incluirse en la siguiente actualización del marco de actuaciones. Esta solución cuenta con el aval de estudios de la Estación Biológica de Doñana, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (la CHG, autoridad del agua en la zona) y la propia Comisión Europea.
“El objetivo es que toda captación por pozos quede eventualmente anulada, y sólo en ocasiones de emergencia puedan ser utilizados previa autorización expresa de la CHG”, se apunta en este sentido. Sobre el papel, este proyecto debería estar terminado para 2027, que es el marco temporal de la planificación hidrológica del Guadalquivir (en la que se incluye) y el que también se estipula para muchas de las actuaciones del marco de actuaciones estatal.
Pozos que afectan a las lagunas
Asimismo, y “de manera transitoria”, se ejecutarán dos nuevos pozos en el extremo más occidental para poder clausurar los dos actuales (más cerca del parque nacional) y así reducir el impacto en las lagunas próximas y en los hábitats asociados. De hecho, la construcción de una de estas captaciones ya ha concluido y está ahora a la espera del plan de sustitución.
Existe evidencia científica de que los dos pozos orientales en vías de clausura –diseñados inicialmente para 25.000 habitantes– están afectando al extremo oeste del complejo de lagunas peridunares del parque nacional, “un auténtico oasis de agua dulce y ecosistemas asociados en el límite dunas-marismas y a escasa distancia del litoral la costa”, según resalta el propio Ministerio. En este contexto, la laguna del Brezo ha desaparecido hace décadas, la de Charco del Toro sólo se inunda en episodios de grandes lluvias, y las de Zahillo y Taraje han pasado a convertirse en recargadoras del acuífero –y no al revés– y han visto muy afectado su hidroperiodo.
La renovación de la red de abastecimiento, el trasvase y el cambio de pozos cuenta con un presupuesto conjunto de 17,5 millones de euros. Mientras tanto, sigue atascada otra obra clave en este entorno, la nueva depuradora de Matalascañas, que ha vuelto a alargar los plazos al requerir una declaración de impacto ambiental completa (no simplificada, como se había tramitado) al considerar la administración que “no se pueden descartar efectos significativos” sobre el entorno con los datos que se manejan para el proyecto.
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