sábado, 21 de septiembre de 2024

Miguel Ángel Criado, periodista científico: "El coronavirus se llevó a personas antes de tiempo y el calor funciona igual"

 20/08/2024

En su último ensayo, el periodista detalla cómo está cambiando el planeta, con la migración de animales hacia el norte, incendios cada vez más intensos y la desaparición progresiva de algunas especies.

El periodista científico, Miguel Ángel Criado.  Antonio García Yebra





Miguel Ángel Criado (Almería, 1968) es periodista científico y fundador de la sección Materia en El País. Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, nunca olvida la cuestión social cuando escribe sobre el medio ambiente, biología o antropología. Su último ensayo, Calor. Cómo nos afecta la crisis climática (Debate, 2024) detalla  cómo está cambiando el planeta, con la migración de animales hacia el norte, incendios cada vez más intensos y la desaparición progresiva de algunas especies. Sin embargo, a pesar del escenario catastrofista, el autor mantiene la esperanza y recuerda que no todo es malo.

¿Es el norte el nuevo Mediterráneo?

Tanto como eso no, pero las diferencias entre el sureste y el noroeste sí que van a ser menores. En el pasado también sucedió. Hubo un par de períodos en los últimos 12.000 años en los que el diferencial de temperaturas y precipitaciones entre lo que sería Galicia y la zona mediterránea no era tan grande como actualmente. En el norte va a seguir lloviendo y su clima y su paisaje van a ser diferentes al del resto de España, pero la distinción ya no va a ser tan marcada.

¿Cómo afectará a la biodiversidad de esos entornos?

Se está produciendo una cancelación de especies, tanto animales como vegetales. Por ejemplo, cuando hay un incendio o una transformación en el paisaje, la nueva flora es diferente. En el caso de la península ibérica, el experto Fernando Maestre comentaba que especies claramente mediterráneas empiezan a situarse cada vez más al norte. En paralelo, las zonas que ahora son 100% mediterráneas, desde Barcelona hasta Málaga, están desarrollando las condiciones para que en el futuro prosperen especies africanas.

¿A qué animal benefician las nuevas condiciones?

Hay una especie que gana y que le va a venir bien el cambio climático: el lince ibérico, la más especial que tiene la península ibérica. Se están creando las condiciones para que su hábitat se extienda hasta el sur de la cordillera cantábrica y el macizo galaico-leonés. Esto se debe a que el clima va a ser apropiado para los vegetales de los que se alimenta el conejo, que es la principal presa del lince. Se va a producir un fenómeno en cascada en el que, al final, el máximo depredador del ecosistema se va a beneficiar del cambio climático.

En el libro menciona que las mariposas están en peligro.

Claro. Hay especies que ganan, pero la mayoría pierden. Yo cazaba mariposas cuando era crío –era un asesino de mariposas, realmente–. Recuerdo que en los meses de primavera y de verano abundaban. Ahora cuesta mucho verlas. Me sorprendo de ver dos mariposas juntas, porque suele haber alguna suelta, pero es muy raro encontrarlas si no vas a zonas muy específicas. Es un grupo de animales que se está viendo muy perjudicado.

¿Qué hay de los osos pardos?

Son otro de los grandes animales de la península ibérica. Unos grupos de investigación de la Universidad de Oviedo estudian cómo impacta el alargamiento del verano en la reproducción de esta especie y han encontrado que las osas con sus crías entran más tarde en sociedad, pero salen antes al campo. Eso hace que los oseznos comiencen a explorar cuando todavía no están desarrollados y tienen un sistema inmunitario más débil. Así, se exponen a enfermedades y heladas repentinas. Además, pasan más tiempo en compañía de machos, que cuando entran en celo –en torno a la primavera– buscan desesperadamente a una hembra, y si esta tiene crías, las matan.

En el libro, también afirma que el calor mata.

Un concepto que se popularizó con la pandemia de la covid-19 fue el "efecto cosecha". Esto se refiere a que determinadas condiciones ambientales hacen que gente que va a morir relativamente pronto –quizás al año siguiente o dentro de dos– fallezca antes. El coronavirus se llevó a personas antes de tiempo. El calor funciona igual.

Por otro lado, es cierto que el calor mata, pero mata en función de tu renta. Los que mueren suelen ser mayores y suelen ser pobres. Un estudio hecho en Madrid muestra 18 puntos de diferencia entre la mortalidad por calor de los barrios más pobres con respecto a los más ricos. Hace más calor en esa zona debido a la edificación y la falta de zonas verdes. Los pisos también están menos preparados para esas temperaturas y algunos hogares no pueden pagar el aire acondicionado. Por tanto, el calor mata, pero mata de forma desigual.

¿En qué consiste la ecofatiga?

La amenaza del cambio climático no es tan evidente y los que estamos ahora no vamos a ver las peores consecuencias del cambio climático. Lo verán nuestros hijos o probablemente nuestros nietos. Eso es lo más importante para explicar la ecofatiga. Esta se produce porque hay un aluvión de noticias sobre la crisis medioambiental desde que se inicia el siglo, pero no hay avances significativos.

¿Cómo determina la ecofatiga el problema de la crisis climática?

Por ejemplo, es muy difícil activar soluciones contra este problema en EEUU por dos motivos. Por un lado, los beneficios de que uno renuncie a mi nivel de vida y luche contra el cambio climático no son estadounidenses. Se olvidan de que la deuda histórica de los países avanzados es la de crear el problema. El CO2 histórico de los estados industrialmente desarrollados es el que nos ha traído hasta aquí.

Por otro lado, no es solo que los que se van a beneficiar en su mayoría no son estadounidenses; es que ni siquiera son de ahora, no han nacido todavía. Los beneficiados van a ser extranjeros de dentro de varias décadas. Contra ese problema no se puede luchar. Se trata de ese pensamiento insertado en el aquí y el ahora, algo muy de Trump, a quien le importan un comino las generaciones futuras.

¿Existe alguna esperanza?

Hay muchos datos esperanzadores. Existen múltiples ejemplos de especies que se están adaptando a las condiciones climáticas y la historia demuestra que los humanos sabemos amoldarnos. Quizás el caso más reciente es el del agujero de la capa de ozono. Cuando en los años 70 dos científicos descubrieron en un laboratorio que los clorofluorocarburos (CFC) –que se incluían en algunos productos como los perfumes o la espuma de afeitar– destruían miles y miles de átomos de ozono, casi todos los países del planeta firmaron el Protocolo de Montreal que prohibía su uso. La amenaza era tan evidente que apenas se tardó un par de años en reaccionar.

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