RAÚL BOCANEGRA 25/8/2024
El virtuoso de la viola da gamba, director del Festival de Música Antigua de Sevilla, tiene raíces sirias y palestinas. En esta entrevista defiende el mestizaje artístico: "En la música nunca hubo estilo puro".
En un sótano de la calle de las Maravillas en el centro de Sevilla, está la Accademia del Piacere —Academia de los placeres—, en la que trabaja Fahmi Alqhai, un virtuoso de 47 años, dos hijas, de 10 y 12 años, que se atreve con todo, musicalmente hablando.
En el suelo, junto a un atril, descansa una viola da gamba, el instrumento con el que se topó a los 17 años de edad cuando entró en el conservatorio en Sevilla y al que lleva exprimiendo desde entonces —está entre los más respetados intérpretes del instrumento: tiene conciertos este mes de junio en Alemania e Italia— como antes lo había hecho con la guitarra eléctrica.
Las inquietudes de Alqhai, de padre sirio y madre palestina —vivió en Homs hasta que cumplió los diez años, luego se trasladó a Sevilla, donde sus padres, médicos, se habían instalado— son diversas y variadas. Entre sus ídolos musicales fundamentales están Iron Maiden y Johann Sebastian Bach.
Su planteamiento musical es el siguiente: "Cualquier música es influencia directa o indirectamente de todas las músicas. En el arte en general el estilo puro [no existe]. En la música nunca hubo estilo puro".
"Estilo puro —abunda— puede ser una fotografía, un momento de la historia o incluso un compositor en un momento dado de su vida, pero la música se mezcla y se difunde. Normalmente en el arte, uno está receptivo a los cambios, a las novedades, a echar la oreja y ver qué es lo que hace uno y qué es lo que hace otro".
Alqhami mezcla como un alquimista disciplinas y sonidos alejados entre sí en el imaginario colectivo: heavy metal, flamenco, jazz, danza, bandas sonoras para videojuegos, y su especialidad, la música antigua —así se llama a la creada antes de 1750, más o menos—.
Alqhai dirige también el Festival de Música Antigua de Sevilla y acaba de llevar su obra Metamorfosis al Centro Nacional de Difusión Musical. Antes de todo esto, estudió odontología, como plan B, por si fallaba la música. No tuvo que utilizarlo.
Su encuentro con la viola da gamba fue "totalmente fortuito", afirma, prosaico, casi: "En ningún momento tuve ninguna iluminación". "Básicamente fue porque tocaba la guitarra eléctrica y había un colega que me decía: Oye, se te da muy bien y tal. ¿Por qué no te vas al conservatorio y le pones nombre a las cosas que tienes en la cabeza? Y fui al conservatorio. Y ahí me encontré con la gamba porque era el único instrumento que había disponible", recuerda.
La viola da gamba, parecido al violonchelo, fue un instrumento muy utilizado hasta el siglo XVIII. "Empecé a tocarlo y me fue bien y en poco tiempo estaba haciendo conciertos".
El viaje musical desde la guitarra eléctrica a la viola da gamba no le resultó complicado. "Había —asegura Alqhai— un estilo dentro del heavy que llamaban el neoclásico, el neobarroco. Había guitarristas, grandes virtuosos que recuperaban cosas de Vivaldi, de Bach".
"Metieron dentro del heavy —prosigue— mucho lenguaje barroco. Entonces, cuando empecé a escuchar esa música, pues [me dije] si es que esto es [parecido], pero sin tanto pelo largo y tanto pantalón apretado. Vivaldi estaba regular de pelo, lo que se llevaban eran las pelucas", bromea. Él lleva hoy con total dignidad su pelo largo.
En la película Sed de mal de Orson Welles, hay una escena en la que Marlene Dietrich habla de una pianola y dice sobre su sonido: "It's so old, it's new" —podría traducirse como: es tan vieja que ya es nueva—. ¿Sucede algo así con la música antigua? "Pasa muchas veces", afirma Alqhami.
"La música —reflexiona— tiene mucho de cíclica. Por ejemplo, cuando la música contemporánea desechó todo lo que eran los elementos clásicos de la música, el ritmo, la armonía, la melodía y ahora por ejemplo, te vas a la música contemporánea y se vuelven a recuperar".
Gaza y Siria
Cíclica es también la violencia en la zona de la que vienen sus padres. La situación en Gaza y, antes la de Siria, lo tiene harto. Es inevitable preguntarle al respecto: "Tengo 47 años y me he tragado la rabia muchas veces", afirma. "Ves que no tiene solución", añade.
"¿Cuánto llevamos con esto? Palestina ya no existe, no existe. Todo lo que existe es un sitio que no tiene Estado, que no tiene fuerzas armadas, que no tiene decisión propia, sobre el agua, sobre la luz. No tiene decisión sobre nada. Y solo hacen lo que les da la gana, es decir, es un campo de concentración".
"Lo del Estado palestino —prosigue— evidentemente es una cosa que tenía que haberse hecho hace muchísimo tiempo. Ahora lo que pasa es que las cosas están muy podridas ¿Cómo se hace un Estado? ¿Quién guía el Estado Palestino? Yo soy muy pesimista. Ahora ha habido una eclosión de barbarie y de despropósito. No sé si hay una vuelta atrás. Gaza o la han borrado definitivamente o la van a borrar".
Luego, remacha: "Eso es un botón que pueden dar los poderosos. Pueden darle adelante o darle para atrás. Evidentemente hay intereses. Mira Siria lo que han hecho, la han partido por todos lados. Siria se ha quedado sin turismo, sin petróleo, sin la relación que tenía con Rusia que más o menos la mantenía a flote. ¿Cómo vas a levantar un país si no hay dinero, no hay turismo? ¿Quién va a ir a Siria? ¿A ver qué, si está todo destrozado?".
Barroco y flamenco, el mestizaje
El mestizaje de sonidos, el mestizaje de culturas, está en el centro del trabajo de Alqhai. Una obra muy interesante es Diálogos de viejos y nuevos sones, donde colabora con la cantaora Rocío Márquez. "La música antigua tiene muchos elementos compartidos con el flamenco: Casi el 70% del repertorio que hacemos es barroco español. Es la fuente de la que bebe toda la música española".
Esa fuente nace, de nuevo, de la mezcla, de la ausencia de pureza en el arte. "Gracias a la mezcla que tuvimos con los esclavos negros y los indios americanos, se crea ese estilo, una nueva manera de hacer música, que fue muy poderosa y que fue digamos un punto de partida".
"Todas las danzas que durante muchísimo tiempo han funcionado bien, digamos que han sido como el top de las salas de baile, por decirlo así, la Chacona, la Zarabanda, la Mariona: todo eso nace ahí. Eso se mantiene hasta hoy en día. Ese invento de lo que es la danza con un tipo de compás y con un tipo de armonía y con un tipo de ritmo sencillo y poderoso se mantiene hoy. El acercamiento al flamenco no es tan ajeno para la gente que conoce muy bien el barroco español".
Además de con Márquez, Alqhai ha colaborado con artistas de diferentes disciplinas, como la soprano Núria Rial; la bailaora Patricia Guerrero, Premio Nacional de Danza 2021 y directora artística del Ballet Flamenco de Andalucía; el pianista y compositor de jazz Uri Caine, y el maestro del setar Kiya Tabassian.
¿Qué tres obras musicales recomienda para estos tiempos convulsos? "Una obra maestra indispensable es Arte de la fuga de Bach. Cualquier ser humano debería escucharla y, si pudiera, meterse a ver cómo está construido eso para ver que los genios existieron y existen".
"Un poquito más relacionado con el instrumento [la viola da gamba] hay un disco que fue la banda sonora de la película Todas las mañanas del mundo, de Jordi Savall. La música es fantástica", afirma.
¿Algo más moderno? "Justamente vengo ahora de escuchar lo último que ha hecho Brad Mehldau. Se llama After Bach 2. Es una maravilla. Hace obras sobre lo que él recibe de esa música. Es una una fantasía total. Te das cuenta que sobre los genios hay otros genios".
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