miércoles, 7 de junio de 2023

CTXT.ES - “La fuente permanente de la vida democrática es su elemento insurreccional”

3/05/2023

Francesco Brancaccio / Francesco Pavin (Global Project) 

 En esta entrevista con el filósofo marxista Étienne Balibar, realizada en abril en París, se discuten aspectos estratégicos, de composición social y política, de prácticas y de valores de los movimientos de protesta en Francia, fundamentalmente del movimiento contra la reforma de las pensiones y el movimiento Soulèvements de la terre contra la devastación de los ecosistemas rurales. A día de hoy, el pueblo francés continúa con las espadas en alto, sin que aún pueda hablarse de derrota o de victoria, mientras las luchas en Francia, al igual que la guerra en Ucrania, permanecen ausentes de las discusiones sobre la unidad de la izquierda en España.

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“La fuente permanente de la vida democrática es su elemento ...


Hemos escuchado tu presentación en el taller sobre la huelga que tuvo lugar en la Universidad de París 8 Saint-Denis-Vincennes. Me pareció muy interesante el concepto de “insurrección democrática” que propones. Lo has tratado añadiendo otro aspecto importante: que la insurrección no es algo que vendrá o que esté por venir, sino que es algo que ya está aquí y ahora. ¿Te importaría volver sobre este punto?

Sí, la insurrección no es algo que esté por venir: está teniendo lugar en este momento. He utilizado este término a propósito, porque no me parece que haya otros mejores, pero por supuesto tenemos que discutir el significado que le damos. Remite, por lo demás, a cosas que he escrito hace bastante tiempo y que sigo defendiendo. No rechazo el término democracia, al contrario: creo que la raíz permanente, la fuente permanente de la vida democrática es precisamente su elemento insurreccional, es decir, el rechazo del orden existente, dominante y desigual. Durante mucho tiempo he trabajado con un par antitético, insurrección-institución, que se parece un poco al par poder constituyente-poder constituido de Toni [Negri]. 

Y luego hay una tradición en el uso de este término que viene de la Revolución Francesa y también del contacto que tuve con los norteamericanos y sudamericanos; y de la gran avenida de la Ciudad de México que se llama Insurgentes; y de la Revolución Americana, que utilizó mucho la categoría de “The Insurgents”. Y además es una palabra de la Comuna de París. Así que me parece importante utilizar este término porque conserva la idea de ruptura con el poder y, en consecuencia, con lo dominante.

(...)  Creo que es muy importante refundar la práctica democrática en contacto con luchas y elementos muy fuertes de autogestión a nivel local. Pero justo después en el debate empezamos a hablar del Estado, de los servicios públicos. Si reflexionamos sobre estos elementos, no creo en absoluto que en un contexto como el del Estado en Francia, y más en general en Europa, se pueda abolir el Estado y poner en su lugar una federación de comunas municipales.

Francia es un país, como se suele decir, jacobino o bonapartista –a veces hay una gran confusión entre estos dos aspectos–, y luego hay raíces aún más antiguas que lo convierten en un país en el que el centralismo estatal es absolutamente monstruoso. Se trata de una ideología compartida tanto por la derecha como por la izquierda. Toda la sociedad está organizada en torno al poder central. Por eso tenemos que hacer un esfuerzo muy importante para deconstruir, como decía uno de mis maestros, Jacques Derrida, esta representación totalmente vertical o verticalista de lo político.

(...)  ¿Qué diferencia crees que hay entre este movimiento y los anteriores (el movimiento contra la Loi Travail, los Chalecos Amarillos, etc.), respecto al hecho insurreccional?

En mi opinión, los otros movimientos también pueden calificarse de movimientos insurreccionales.

¿Existe entonces una continuidad entre estos diferentes movimientos o momentos de la misma tendencia insurreccional?

Sí, claro.

¿Se podría hablar incluso de una insurrección que estaría cobrando un carácter permanente?

Quiero tener los pies en el suelo y ser realista. No hay que perder de vista que, de alguna manera, desde hace varios años –es difícil fijar un punto de partida preciso–, los movimientos sociales que vemos en Francia tienen todos al principio un carácter defensivo. Son movimientos que reaccionan con mayor o menor fuerza, con pasión me atrevería a decir, con esperanza política, al trabajo de demolición que está llevando a cabo el poder neoliberal en Francia. Todo esto está lleno de paradojas: cuando uno se pregunta qué imagina Macron en este momento, qué tiene en la cabeza, sencillamente se puede decir que quiere ser la Margaret Thatcher francesa. Macron piensa así. Aunque no soy extraordinariamente optimista sobre la correlación de fuerzas, creo que las condiciones que permitieron a Margaret Thatcher obtener una victoria casi total sobre el movimiento obrero británico y en particular sobre el sindicalismo y, más en general, sobre la sociedad, las clases trabajadoras, no son las mismas en Francia (...)

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