jueves, 15 de junio de 2023

El Salto - “La Historia de América nos obliga a repensarnos como sociedad heredera de un imperio colonial”

 Alejandro Pedregal    11 MAY 2023

El historiador Antonio Espino López ofrece en su libro ‘La invasión de América’ (Arpa) la mejor y documentada cura contra la imperiofilia.

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Pedro Cieza de León, cronista de la conquista hispana de América, dejó escrito que prefirió omitir en sus textos referencias a la crueldad empleada porque, de lo contrario, aquello sería un “nunca acabar si por orden las hubiese de contar, porque no se ha tenido en más matar indios que si fuesen bestias inútiles”. Otro cronista, Jerónimo de Mendieta, señaló que “trataban a los indios con tanta aspereza y crueldad, que no bastaría papel ni tiempo para contar las vejaciones que en particular les hacían”. Por su parte, Gonzalo Fernández de Oviedo testificaba que “tampoco hubo castigo ni reprensión en esto, sino tan larga disimulación, que fue principio para tantos males, que nunca se acabarían de escribir”. Estas referencias y muchas otras aparecen en La invasión de América, obra de Antonio Espino López, catedrático de Historia Moderna en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), publicada por Arpa.

Espino López hace en ella una relectura de la conquista de América desde el marco de la moderna Historia de la Guerra (New Military History), centrada en la violencia, destrucción y saqueo durante aquel dilatado proceso de dominación. Cargado de una rigurosidad metodológica magistral, gracias a un uso minucioso de las fuentes primarias, la recuperación, revisión y ampliación de La invasión de América —cuya versión previa apareció como La conquista de América: una revisión crítica en RBA hace casi una década— se nos presenta hoy como el mejor de los antídotos contra la decadente “imperiofilia” que abunda en una parte de la producción editorial reciente.

Así, frente a este supremacismo victimista que aún domina muchos de nuestros imaginarios, el libro de Espino López permite advertir cómo la codicia ensayada con anterioridad en la conquista de Al-Ándalus y las Islas Canarias, cruzó el Atlántico para exportar una crueldad de grado extraordinario para la historia humana, de igual modo que despertó una resistencia también extraordinaria entre los diferentes pueblos indígenas del continente.

El prólogo de tu libro arranca con referencias al trabajo de Enrique Dussel y Edmundo O’Gorman. ¿Qué significación tienen voces como las de estos pensadores para la historiografía de la invasión de América en general, y la tuya en particular?

Son voces muy inspiradoras, en general, para todos los que nos dedicamos de una u otra forma a los asuntos de América. La referencia a O’Gorman es importante por cuanto fue de los primeros en reflexionar acerca del hecho de cómo la nueva realidad americana era entendida en la vieja Europa. O, en otras palabras, cómo la existencia de un nuevo continente, una nueva humanidad, cultura y civilización, en sus múltiples manifestaciones, fue entendida a su manera por los europeos, con todos sus prejuicios y limitaciones intelectuales, propias de la época. De ahí su brillante idea de que, más que descubierta, América hubo de ser inventada por ellos. Porque como no entendían cabalmente buena parte de la realidad que observaban, difícilmente podían interpretarla de manera correcta o coherente. Luego, hubieron de hacer un esfuerzo intelectual poderoso para darle sentido a lo observado, pero siempre en función de sus intereses últimos. Y en cuanto a Enrique Dussel, se destacó mucho desde fines de la década de 1980, cuando nos acercábamos al famoso Quinto Centenario en 1992, a la hora de reivindicar lo que efectivamente ocurrió en ese año que se conmemoraba, 1492, a la par trágico y luminoso, según con el color del cristal con el que se mirase, que diría Samaniego: ¿fue el descubrimiento de algo ya descubierto por sus habitantes, o más bien una invasión en toda regla del continente y sus habitantes? Como puede colegirse, en especial en el caso de Dussel, ambos han sido una fuente de inspiración para mis clases en la UAB y para este libro que comentamos y otros trabajos, en definitiva.

Recientemente ha habido una extensa producción editorial de pretendida “revisión” historiográfica sobre la invasión de América, para recuperar argumentarios algo manidos, en especial en lo relativo a la llamada “leyenda negra” y los supuestos beneficios de la colonización española en comparación con la de otros imperios. ¿Cuál es el origen de esta controversia y a qué se debe este interés editorial? ¿Dónde se sitúa tu trabajo en este debate?

En realidad, no ha habido revisión historiográfica, ni, por lo tanto, controversia o debate. Si aceptamos que las posiciones de determinados “ensayistas” —que, vaya casualidad, ninguno de ellos es historiador de formación— parten de una ideología retrógrada, del derechismo más infame en unos casos, trufado de complejo de inferioridad y animadversión por lo británico, y en otros casos son fiel reflejo del rancio nacional-catolicismo de corte franquista, estaremos de acuerdo en que sus trabajos son en realidad panfletos de dudosa calidad historiográfica, fruto de la necesidad de hacerse con el control de la memoria histórica aplicada a los asuntos americanos, en el caso que nos ocupa.

Desde hace unos años, los sectores más conservadores de la sociedad se han lanzado a toda una ofensiva, tanto en los medios de comunicación, redes sociales, el mundo editorial, los medios audiovisuales y demás, para intentar convencer a cuantas más personas mejor de un pasado idílico con respecto a la actuación hispana en las Indias. Es notable cómo buena parte de su argumentario se centra en el hecho de recuperar la “Historia” de las garras de determinados académicos, quienes, desde el presentismo más abyecto, malinterpretarían el glorioso pasado imperial, intocable e inmaculado, a causa de su ideología, por supuesto izquierdista (...)

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