El enorme poder de los torturadores
El enorme poder de los torturadores: No
 son pocos los generales de la Guardia Civil involucrados en su día en 
muy sonados casos de tortura. Por ejemplo, el siniestro jefe del cuartel
 de Intxaurrondo, Enrique Rodríguez Galindo, condenado por secuestrar, 
torturar y enterrar en cal viva a Joxean Lasa y Joxi Zabala. Y aún son 
más numerosos los coroneles, entre los que destacan cuatro de los 
implicados en el último caso de torturas en que se dictó una sentencia 
firme contra algunos de los torturadores y que tuvo lugar en enero de 
1992, el caso de Kepa Urra. 
Desde entonces, ha habido miles de 
casos de torturas, pero tan solo una sentencia condenatoria, la del caso
 Portu-Sarasola, que después revocó el Supremo como en tantas otras 
ocasiones. Pese a que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de 
Estrasburgo condenó a España por ello, dicha condena no ha tenido 
repercusión alguna para los torturadores que, una vez más, han vuelto a 
quedar completamente impunes. 
El caso de Kepa Urra se inició el 
29 de enero de 1992, tras detener la Guardia Civil a varios militantes 
de ETA entre quienes se encontraba Kepa quien sufrió tales torturas que 
debió ser ingresado en grave estado en el hospital de Basurto. El médico
 forense constató que tenía diversos hematomas en ambos ojos, equimosis 
en el cuello y erosiones en las muñecas, además de una arritmia 
cardiaca. También señaló que Kepa estaba inconsciente y tenía diversas 
manchas de sangre, aún recientes, en sus fosas nasales, boca y faringe. Y
 que su estado era el de «casi total desconexión con el medio ambiente, 
si bien en el momento del reconocimiento pericial parece que comienza a 
responder a estímulos dolorosos, cosa que al parecer no había hecho 
desde el momento de su ingreso». 
En 1997, la Audiencia de 
Bizkaia dictaminó que uno de quienes torturaron con semejante saña a 
Kepa Urra fue el entonces teniente Manuel Sánchez Corbí y lo condenó a 
cuatro años de prisión. El Supremo rebajó la pena a un único año, pero 
mantuvo la pena de inhabilitación especial, que conllevaba su expulsión 
del Cuerpo. De inmediato, fue indultado por el Gobierno tras lo que 
siguió subiendo en el escalafón y hoy día ya es coronel. Y el sindicato 
policial SUP afirma que «es el sucesor del general Rodríguez Galindo en 
la defensa del espíritu militar de la Guardia Civil, de su consideración
 como un Cuerpo esencia de la Patria por encima de todas las 
instituciones» (...) 
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