La moda rápida que nos ofrece un pantalón por 9 euros no es sostenible. Y no solo no lo es porque contribuya a un tipo de explotación laboral,
sino también por el impacto mediambiental que genera: cada año los
vertederos de todo el mundo incineran 12 millones de prendas cuyas
emisiones de CO2 contribuyen al efecto invernadero y a que la industria
textil continúe siendo la más contaminante por detrás del petróleo.
811%. Así ha aumentado el número de residuos textiles producidos desde 1960 hasta 2015. Mientras a mediados de siglo tirábamos 1.760 toneladas de ropa, en 2015 la cifra ascendió hasta las 16.030. Y en estos datos se incluye tanto la ropa que ya no quieren los consumidores como la que no logran vender las grandes marcas. La parte "positiva" de esta estadística es que, al igual que ha aumentado el porcentaje de residuos, lo ha hecho el número de prendas recicladas en el proceso. Mientras en 1960 solo se reciclaron 50 toneladas, en 2015, se rescataron 2.450 toneladas para otros usos. Aún así la cifra sigue siendo escandalosa.
Emisiones de CO2. Cada año y según otro estudio de la Agencia de Protección Ambiental, 12 millones de prendas terminan en los vertederos de todo el mundo, lo que se traduce en más emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Para hacernos una idea, por cada kilo de ropa incinerada se genera 1,36 kilos de CO2, una cifra que se sitúa por encima de la quema de carbón (produce 1,13 kilos por megavatio hora). Es decir, quemar la ropa no vendida y que ya no nos ponemos, contamina más que el combustible fósil más demonizado en los últimos años.
Producimos más de lo que consumimos. Cada año salen de las fábricas 62 millones de toneladas de ropa, una cifra que a juzgar por la situación de los vertederos no es sostenible. La industria de la moda va más rápido de lo que el bolsillo y el medioambiente pueden asumir y, además, contribuye al 10% de los gases efecto invernadero y genera el 20% de las aguas residuales del mundo, según Naciones Unidas (...)
811%. Así ha aumentado el número de residuos textiles producidos desde 1960 hasta 2015. Mientras a mediados de siglo tirábamos 1.760 toneladas de ropa, en 2015 la cifra ascendió hasta las 16.030. Y en estos datos se incluye tanto la ropa que ya no quieren los consumidores como la que no logran vender las grandes marcas. La parte "positiva" de esta estadística es que, al igual que ha aumentado el porcentaje de residuos, lo ha hecho el número de prendas recicladas en el proceso. Mientras en 1960 solo se reciclaron 50 toneladas, en 2015, se rescataron 2.450 toneladas para otros usos. Aún así la cifra sigue siendo escandalosa.
Emisiones de CO2. Cada año y según otro estudio de la Agencia de Protección Ambiental, 12 millones de prendas terminan en los vertederos de todo el mundo, lo que se traduce en más emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Para hacernos una idea, por cada kilo de ropa incinerada se genera 1,36 kilos de CO2, una cifra que se sitúa por encima de la quema de carbón (produce 1,13 kilos por megavatio hora). Es decir, quemar la ropa no vendida y que ya no nos ponemos, contamina más que el combustible fósil más demonizado en los últimos años.
Producimos más de lo que consumimos. Cada año salen de las fábricas 62 millones de toneladas de ropa, una cifra que a juzgar por la situación de los vertederos no es sostenible. La industria de la moda va más rápido de lo que el bolsillo y el medioambiente pueden asumir y, además, contribuye al 10% de los gases efecto invernadero y genera el 20% de las aguas residuales del mundo, según Naciones Unidas (...)
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