Rodrigo Acuña (Truthout) 1/05/2024
Según Naciones Unidas, en 2018, las seis décadas de embargo financiero y comercial de Estados Unidos a Cuba habían costado a la economía de la isla 130.000 millones de dólares
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Un grupo de personas hace cola para usar un taxi en La Habana (Cuba). El precio del combustible ha subido un 400%. / RTVE
La isla de Cuba atraviesa su peor crisis económica desde la caída de la Unión Soviética en 1991. Hace unas semanas, el Gobierno de La Habana solicitó oficialmente al Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas leche en polvo para niños menores de 7 años. A mediados de marzo, como señaló CBS News, “pequeños grupos de manifestantes salieron a las calles en la ciudad oriental de Santiago” para criticar los “cortes de luz de hasta ocho horas”, así como la escasez de alimentos en todo el país. A finales de marzo, al puerto de Matanzas llegó un cargamento de emergencia con 715.000 barriles de crudo procedente de Rusia –el primer envío de petróleo de este país a Cuba en un año–, mientras que, recientemente, China ha accedido a entregar 70 toneladas de arroz, el primero de seis envíos por un total de 400 toneladas.
En Nueva York, en un acto de solidaridad, The People's Forum (una ONG local) ha iniciado una campaña llamada “Let Cuba Live: Bread for Our Neighbors” (‘Dejen a Cuba vivir: pan para nuestros vecinos’) con el objetivo de enviar “800 toneladas de harina de trigo a Cuba como ayuda humanitaria legal”.
Zuldaimis Biart, una contable de 35 años que vive en La Habana, declaró a Truthout que la crisis actual “está afectando directamente a las personas con ingresos bajos, a los trabajadores, a las madres con hijos y a los ancianos”. En su caso particular, su salario “no cubría las necesidades mínimas como alimentos, medicinas, higiene personal, ropa y calzado básico”.
Biart señaló que no todo el mundo tiene acceso a la moneda digital convertible conocida como MLC (moneda libre convertible) que se introdujo hace tres años, ya que no todo el mundo recibe remesas de familiares en el extranjero. Biart opina que la situación de la educación y del sistema de salud pública se está deteriorando porque “todas las instituciones del Estado están siendo víctimas de la emigración masiva y la falta de recursos”.
Asiel Álvarez, un habanero de 34 años trabajador de la construcción, comentó a Truthout que también está estresado debido a los recientes cambios del sistema monetario cubano y explicó que su “salario carece de valor para comprar ningún producto”. Según Álvarez, ahora los cortes de luz son constantes.
En un comentario publicado en el Boston Globe sobre su reciente viaje a Cuba, Micho Spring –estratega de comunicación de la empresa de marketing Weber Shandwick– señalaba que se ve mucha basura por La Habana, mientras que el transporte público ha disminuido considerablemente sus operaciones. “Fuera de La Habana”, escribió Spring, “me sorprendió lo delgada que está la gente”.
Hace tres años, cuando estallaron las protestas en ciudades de toda Cuba contra los continuos cortes de luz y el empeoramiento general de la situación económica del país, el presidente Miguel Díaz-Canel salió rápidamente a las calles de La Habana donde se originaron las manifestaciones. En unas acaloradas conversaciones con vecinos de la zona, que fueron grabadas por la televisión estatal cubana, Díaz-Canel expuso el punto de vista del gobierno acerca de la crisis. “¡Querida, hemos tenido que cortar la luz porque no tenemos suficiente combustible!”, le dijo a una anciana visiblemente angustiada. En una región donde los presidentes rara vez dan la cara durante una crisis, y mucho menos se reúnen con los manifestantes, la decisión de Díaz demostró valentía política. Hoy, sin embargo, la crisis continúa.
En Venezuela, la producción de petróleo está en su nivel más bajo en décadas debido a las duras sanciones económicas de Estados Unidos y a la incautación de la petrolera CITGO por parte de Washington. Cuba, que depende en gran medida de las importaciones de petróleo venezolano, lleva varios años afectada por esta situación, que la ha sumido en una crisis energética. A estos problemas hay que añadirle que la isla aún no se ha recuperado de la pandemia de la covid que la obligó a cerrar su industria turística (el sector más importante de su economía) y a aislarse del mundo exterior.
En enero de 2021, en un intento de estabilizar la economía, el Gobierno puso fin a más de 25 años de doble circulación monetaria y volvió a utilizar el peso cubano (CUP), que en aquel momento tenía un tipo de cambio de 24 pesos por dólar estadounidense. Para complicar aún más las cosas, con la abolición del peso cubano convertible (CUC), el gobierno introdujo una nueva moneda digital conocida como MLC. Con un aumento de la inflación del 70% solo a finales de 2021, la medida del gobierno resultó muy impopular entre los cubanos de a pie y, a principios de febrero de 2024, el ministro de Economía, Alejandro Gil, fue destituido. Ahora, según una declaración del gobierno cubano, el ministro está siendo investigado ya que “la dirección de nuestro Partido y gobierno nunca ha permitido, ni permitirá, la proliferación de la corrupción, la simulación y la insensibilidad”.
Sin embargo, el mayor culpable de las dificultades económicas de Cuba es el Gobierno de Estados Unidos, que lleva imponiendo un duro bloqueo económico a la isla desde hace más de 62 años. En abril de 1960, en un memorando del subsecretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos Lester D. Mallory, el funcionario estadounidense señaló que la mayoría de los cubanos apoyaban al joven líder revolucionario Fidel Castro, cuyo Movimiento 26 de Julio había derrocado al brutal dictador Fulgencio Batista, apoyado por Washington, en enero de 1959. Basándose en su análisis, Mallory escribió:
“Deben emprenderse con prontitud todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba. Si se adopta dicha política, debe ser el resultado de una decisión positiva que exija una línea de actuación que, siendo lo más hábil y discreta posible, avance al máximo para negar dinero y suministros a Cuba, reducir los salarios monetarios y reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”.
Durante la Guerra Fría, Cuba consiguió reducir el impacto del bloqueo económico estadounidense comerciando con países del bloque socialista. Como la Unión Soviética compraba azúcar, minerales de níquel, ron y tabaco cubanos a precios ventajosos, entre 1960 y 1985, según un experto, “el importe total de las subvenciones soviéticas al azúcar superó los 22.000 millones de dólares”. En 1992, un año después de que la caída de la Unión Soviética sumiera a la economía cubana en una grave crisis conocida como “período especial”, el cineasta estadounidense Jon Alpert le pidió a Fidel Castro que hablara sobre la economía. La respuesta de Castro fue sencilla: “Nuestro problema es el bloqueo y el fin del Bloque Socialista”, dijo, “el 85% de nuestro comercio era con los países socialistas”.
En 1996, con la introducción de la Ley de Democracia Cubana y la Ley Helms-Burton, la soga económica en torno a Cuba se tensó. Aprobadas por el Congreso y promulgadas por el presidente Bill Clinton, dichas leyes establecían que cualquier empresa no estadounidense que tratara con Cuba podía ser objeto de acciones legales. En un informe para la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, al comentar la Ley Helms-Burton, el político español Fernando González Laxe señaló que la “dimensión extraterritorial de la legislación se manifiesta en el hecho de que las empresas de terceros países pueden ser demandadas ante los tribunales estadounidenses, y a sus ejecutivos, junto con sus familias, se les prohíba entrar en Estados Unidos”. Para González Laxe, “las empresas y ciudadanos canadienses, europeos y latinoamericanos serían los más afectados”.
Cuando el presidente Barack Obama visitó Cuba en 2016 y suavizó el bloqueo, un comentarista señaló que “el régimen de sanciones más antiguo de la historia no se desmanteló por completo, pero el progreso fue inmenso, con beneficios percibidos casi de inmediato por los trabajadores cubanos”. El respiro para los cubanos, sin embargo, duraría poco.
(...) Peor aún, en 2021, el gobierno de Trump volvió a incluir a Cuba en la lista de Estados a los que Estados Unidos acusa de promover el terrorismo. Antoni Kapcia, profesor emérito de la Universidad de Nottingham, declaró a Truthout que aunque esta medida “no recibe el apoyo de la Unión Europea, Canadá o el Reino Unido”, ha “afectado a las operaciones europeas en Cuba, ya que los bancos y aseguradoras europeas se niegan a procesar pagos a entidades cubanas o a dar cobertura de seguro para estancias en Cuba”. Según Kapcia, la inclusión de Cuba en la lista de Estados que promueven el terrorismo “hizo aún más difícil de lo que ya era antes de 2017 para Cuba comprar y pagar las importaciones (en particular petróleo, medicamentos y productos alimenticios), lo que contribuyó sustancialmente al profundo empeoramiento de la situación económica”.
(...) Ahora que más de 400.000 cubanos han abandonado la isla entre 2022 y finales de 2023 y con Estados Unidos en pleno año electoral, Yaffe señala que Biden ha tomado algunas medidas para “reducir la inmigración cubana a Estados Unidos”; sin embargo, no ha eliminado las “causas que impulsan esa migración, es decir, la escasez y las penurias causadas en gran medida por el bloqueo estadounidense”. Según Naciones Unidas, en 2018, las seis décadas de embargo financiero y comercial de Estados Unidos a Cuba habían costado a la economía de la isla 130.000 millones de dólares.
La desesperación y la rabia de los ciudadanos cubanos con los que habló Truthout es palpable.
(...) Durante la Guerra Fría, Estados Unidos promovió campañas similares contra la revolución cubana. Tras la fallida invasión de Bahía de Cochinos en 1961, Washington ignoró los flagrantes actos de terrorismo cometidos por elementos de la comunidad de exiliados cubanos de la extrema derecha en Miami, Florida, hasta los atentados de 1997 contra hoteles en Cuba (los últimos actos de terrorismo contra la isla). En 1971, la CIA y un grupo anticastrista fueron acusados de haber introducido en la isla el virus de la peste porcina africana, lo que provocó el sacrificio forzoso de 500.000 cerdos para evitar una epidemia animal a gran escala (...)
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