Claudia Gohn / Anna Oakes Universidad de Columbia, Nueva York , 23/04/2024
La prestigiosa universidad de Nueva York decreta clases virtuales tras seis días de acampada en solidaridad con Gaza. La policía entró y detuvo a más de cien estudiantes, como hiciera en 1968 para atajar la movilización contra la Guerra de Vietnam
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Agentes de policía en el campamento propalestina de la Universidad de Columbia, Nueva York. / C. G. y A. O.La Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York, una de las más distinguidas de Estados Unidos, está viviendo un terremoto con fuerte onda expansiva después de que la rectora Minouche Shafik autorizara la entrada de la policía al campus y decretara este 22 de abril que las clases se llevarían a cabo de forma virtual. El anuncio llega tras seis días de protestas propalestinas en el prestigioso centro universitario del norte de Manhattan. Las movilizaciones de las y los estudiantes, que cuentan con el apoyo de cada vez más profesores, se han extendido ya a otros lugares.
En universidades como NYU, Harvard, Princeton, Yale –donde al menos 47 personas fueron arrestadas el lunes 22 de abril– y The New School, los estudiantes han organizado campamentos también. Cincuenta y seis años después, los universitarios están de nuevo en el centro del ajuste de cuentas de los estadounidenses con su política exterior.
El fin de semana pasado debería haber sido uno de los más productivos para Columbia. En cualquier otro año, el campus habría estado inundado de exalumnos nostálgicos y adinerados, y de nerviosos estudiantes recién admitidos, todos ellos parte de un ecosistema de recaudación de fondos que es esencial para el funcionamiento de esta institución privada fundada en 1754.
Sin embargo, el campus está blindado. Las verjas de hierro que rodean Columbia están cerradas –en algunos casos con candados de bicicletas– y la policía y las fuerzas de seguridad privada examinan las tarjetas de identidad de cada persona que intenta entrar en el recinto.
Desde el miércoles 17 de abril, cientos de estudiantes ocupan la pradera central del campus cercano a Harlem con sacos de dormir, mantas, barritas energéticas y pollo asado. Las protestas contra las opacas relaciones de Columbia con empresas e instituciones vinculadas a Israel habían arrancado el 8 de octubre, con movilizaciones casi semanales, pero en los últimos meses los choques entre los grupos propalestinos y proisraelíes han ido en aumento.
El lunes 22, los estudiantes aprobaron por amplia mayoría un referéndum que pide a la Universidad que deje de invertir en Israel, que cancele la apertura del Tel Aviv Global Center, y que cierre el programa dual con la Universidad de Tel Aviv.
Las tensiones llegaron a un punto crítico el 18 de abril por la tarde. La noche anterior, anticipándose a la declaración de la rectora Shafik ante el Congreso por acusaciones de antisemitismo institucional dirigidas contra la universidad, un grupo de estudiantes activistas se había colado en el campus de la calle Broadway y había desplegado docenas de tiendas de campaña a las puertas de la biblioteca. Anunciaron el establecimiento del “Campamento de Solidaridad con Gaza” y exigieron a la universidad que desinvierta en empresas cercanas al Estado de Israel.
La dirección universitaria no lo toleró. El mismo jueves, numerosos policías antidisturbios, armados con porras, pistolas y chalecos antibalas, irrumpieron en el campamento por invitación de Shafik. En apenas una hora, 108 estudiantes y dos observadores legales independientes fueron expulsados del campus, esposados y arrestados bajo cargos de violación de la propiedad privada, ante el disgusto y las lágrimas de los cientos de compañeros de clase que los acompñaban.
Simultáneamente, todos los miembros de la comunidad universitaria recibieron un correo electrónico de Shafik, en el que justificaba su autorización a la actuación policial como un paso necesario para proteger a los estudiantes de “un ambiente hostigador e intimidatorio”.
En una conferencia de prensa celebrada poco después de los arrestos, el jefe de policía John Chell enfatizó justo lo contrario: “Los estudiantes arrestados eran pacíficos, no ofrecieron resistencia alguna y estaban expresándose de manera pacífica”.
Aunque los jóvenes fueron liberados esa misma noche por la policía, muchos han sido expulsados temporalmente por la universidad y se les ha prohibido el acceso a las residencias propiedad del centro (...)
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