Álvaro López 26 de abril de 2024
Sus lamentos no surtieron efecto y Concha fue asesinada con un disparo de gracia al borde de una zanja. Era agosto de 1936 y tan sólo había transcurrido un mes desde el golpe de Estado fascista contra la II República. Hoy, casi 90 años después, la Fiscalía Provincial de Granada investiga su asesinato y el de varias decenas de personas como posibles crímenes de lesa humanidad. Sobre el barranco de Víznar han sobrevolado muchas historias -incluido el asesinato de Federico García Lorca-, pero es la primera vez que la Justicia rastrea en las fosas comunes para investigar los crímenes de lesa humanidad que el franquismo dejó allí enterrados.
El judicial es el resultado de cuatro campañas de exhumaciones en Víznar, lideradas por el arqueólogo de la Universidad de Granada (UGR), Francisco Carrión Méndez. Comenzaron en 2021 y se han alargado hasta este año, con la más que segura ampliación hasta 2025. Hasta la fecha, se han recuperado más de 120 cuerpos de un paraje conocido no sólo por las atrocidades del bando fascista, sino porque una de ellas fue la del asesinato de fusilamiento de Lorca, en el mismo mes en el que Concha Pertíñez, una socialista abnegada y luchadora por la libertad de las mujeres, fue asesinada en el mismo lugar.
Hace casi dos meses, el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, visitó el lugar y se comprometió a seguir “excavando hasta la última fosa del barranco de Víznar para restituir la dignidad de aquellos que fueron asesinados por defender la libertad”. No en vano, desde el Ejecutivo se han invertido 190.000 euros que se ampliarán, según confirma el Gobierno, hasta que se rescaten “todos los restos”. Un trabajo que completa la labor sobre el terreno y la investigación que la Fiscalía de Granada ha puesto en marcha.
Este procedimiento judicial se inició el pasado verano con la llegada de Dolores Delgado a la Fiscalía de Derechos Humanos y Memoria democrática. Desde la institución se solicitaron informes sobre las exhumaciones llevadas a cabo en las tres primeras campañas para determinar si había evidencias de muertes violentas. Al constatarse, mediante documentos remitidos por los propios investigadores, el Ministerio Fiscal ha iniciado la investigación por los posibles delitos contra la humanidad que pudo haber cometido el franquismo en el barranco de Víznar.
Hasta ahora, se han exhumado 17 fosas, en la última se ha encontrado que todos los cuerpos fueron arrojados a la tierra maniatados y con un disparo de gracia. Aunque en esta campaña lo que más ha llamado la atención ha sido el hallazgo de un niño de entre 11 y 14 años. “Encontrarlo fue muy duro para el equipo”, reconoce Carrión Méndez. Se calcula que, en total, habrá alrededor de 200 víctimas en todo el barranco, por lo que queda trabajo por hacer, aunque se confía que se hayan exhumado cerca de 150 al finalizar la campaña de este año, que empezó en enero y se prolongará hasta junio. Una labor titánica.
Un trabajo minucioso
Al respecto, familias como la de Concha no tienen duda. Su sobrina nieta, Encarna Pertíñez, pide que no se olvide lo sucedido “porque no se puede volver a repetir”. Su padre y nieto directo de Concha, que aún vive, está a punto de cumplir 97 y ha sido la pieza fundamental para recabar los datos que permiten saber que Concha fue fusilada en este paraje. “Tenía apenas 9 años cuando pasó, pero se acuerda mucho mejor de lo que debería y se prestó sin dudarlo para dar muestras de ADN”. Aunque por su edad ha perdido cierta esperanza de que se llegue a localizar a su tía abuela antes de que él fallezca, la familia confía en que el trabajo científico dé sus frutos. “El equipo que está trabajando es maravilloso”.
No obstante, la identificación de los restos es un proceso complejo, “que no es como una serie de CSI”, apunta Francisco Carrión Méndez. “Hay que cotejar muy bien los datos. No podemos hacer entrega con un 50 o un 60% de probabilidad porque tenemos que llegar mínimo a un 95%”. Los investigadores son conscientes de la ansiedad de los allegados y de que algunos familiares ya han desaparecido, pero ante todo prima a pulcritud de los trabajos.
Unos trabajos en los que también juega una pieza fundamental Francisco Carrión Jiménez, sociólogo e hijo del arqueólogo que lidera las exhumaciones. Él hace de puente entre los científicos y las familias para acotar la información y afinar la búsqueda de las víctimas. Una labor que también incluye la divulgación: “Estoy realizando una serie de entrevistas, tanto a familiares como a docentes y visitantes para que me hablen un poco de su perspectiva de cómo se produce la inclusión de la memoria histórica de estos episodios en las aulas, cómo está siendo su experiencia, también qué impresiones tienen sobre la acogida del alumnado, qué tipo de preconstrucciones o prenociones tienen ellos”.
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