Ray Sánchez 13 de abril de 2024
Ana María, de 41 años, trabaja como cajera en un supermercado. En la medianoche del jueves al viernes se subió a un autobús en Murcia, durmió lo que pudo, y sobre las seis de la mañana puso los pies en Madrid. Antes de que amaneciera, cogió el Metro para llegar pronto al barrio de Carabanchel, en el sur de la ciudad, y así pillar un buen sitio en la fila. Quería estar entre las primeras cuando abrieran las puertas del evento que le ha traído a la capital. Se llama 'Tu Riqueza Eres Tú' y lo imparte el “coach y emprendedor” alicantino Sergio Cánovas Rico en el Palacio Vistalegre durante este fin de semana: tres jornadas maratonianas en las que promete descifrar algunas claves para lograr la “libertad financiera”.
También enseñará a desterrar “creencias limitantes” que nos impiden, a la mayoría de los mortales, dedicarnos a “tragozar”; un acrónimo de “trabajar gozando” que significa, según Cánovas, dejar de ser un “esclavo” o un “prostituto del trabajo” para “hacer lo que amas”. “Transmite buena energía”, aseguraba Ana María este pasado viernes al mediodía, a punto de acceder a las gradas de Vistalegre tras más de cinco horas de pie en la calle. A pesar de todo el trajín, la mujer espera regresar a Murcia con “las pilas bien cargadas”. Si se queda hasta el final del evento, no podrá volver hasta el domingo por la noche, cuando culmina la sesión final en la que Cánovas Rico animará a los asistentes a entrar en su 'Universidad del Éxito', un ciclo de cursos intensivos de “desarrollo personal y financiero” cuya inscripción asciende a unos 6.700 euros.
Ana María es una de las más de 8.000 personas –según la organización– que se han congregado en este evento multitudinario que también siguen en directo, a través de Zoom, otros miles de espectadores de varios países tras pagar 55 euros por una entrada telemática, mientras los boletos presenciales más asequibles costaban 111 euros. “Somos la escuela de desarrollo personal más barata del mundo. Recibes lo que das multiplicado por 1.000”, presume la web del evento, donde se anunciaba un sold out en los días previos al evento aunque, según buena parte de los asistentes a Vistalegre consultados por este periódico, son muchos los que han acudido con invitaciones.
Tras la inscripción, todos recibieron un cuadernillo que no debía abrirse hasta que arrancase el evento. Además, según las indicaciones contenidas en el mismo correo electrónico de confirmación, al recinto había que entrar provistos de bolígrafo, un espejo, un alfiler, tres o cuatro globos, una “goma elástica del tamaño de la muñeca” y un billete de 100 euros o dos de 50. “Es importante que sean auténticos para poder realizar la dinámica correctamente”, indicaba la organización en las instrucciones enviadas a los asistentes.
Una “inversión” para un futuro mejor
“Tengo sed de transformación”, proclamaba este viernes Adriana, brasileña de 46 años y propietaria de un establecimiento de “repostería regenerativa” en Barcelona, en la cabeza de la interminable fila que serpenteaba en los alrededores del Palacio de Vistalegre el viernes y en la que desentonaba un señor de 84 años, Francisco Hurtado, al que delataba no llevar el escapulario con la tarjeta del evento que colgaba del cuello de todos los asistentes. “Estoy aquí esperando a la mujer, que está comprando”, se excusaba el hombre, carabanchelero de nacimiento, sentado en un poyete y totalmente ajeno a lo que ocurría a su alrededor. “Aquí viene a menudo mucha gente, pero no sé qué toca hoy”. Se lo intentó explicar Ruth, paraguaya de 33 años y residente en Catalunya: “Es un evento de personas emprendedoras que quieren llevar su negocio a un siguiente nivel”. Francisco respondió con un elocuente “uy, madre” que soltó resoplando y ladeando la cabeza. “Creo que no me he enterado de nada”, admitía después. Ruth no se frustró, porque venía entusiasmada: “Sé que tengo potencial y esto es alimento para mi desarrollo personal”.
Para Ruth, este fin de semana en Madrid es una “inversión”. También se lo toma así Unai, de 44 años, procedente de Vitoria-Gasteiz. “Aprender siempre lo es, y el tema del desarrollo personal es interesante para crecer, abrir la mente y empezar nuevas cosas”, argumentaba este coach, actor y malabarista vasco. “Somos soñadores”, proclamaba Alexander, colombiano de 43 años y mecánico de profesión que quiere seguir formándose como emprendedor para “buscar el cambio”. “El sistema convencional no te enseña más que a trabajar, a tener una nómina y a esperar la jubilación”, afirmaba acompañado de su hermana Diana, de 45 años, que trabaja como cuidadora en Alcázar de San Juan (Ciudad Real). La mujer migró a España hace 15 años, ha peleado para salir adelante siendo madre soltera y se está formando en coaching porque le apasiona: “Siempre he estado enfocada a mi hijo y estaba convencida de que no se podían cambiar las cosas, pero ahora veo posible un cambio profesional y poder aportar a otras personas” (...)
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