VÍCTOR LÓPEZ 30/5/2024
¿Los agentes encubiertos pueden acostarse con terceras personas en el marco de su trabajo? La legislación actual hace malabares para no responder a esta cuestión.
"Los agentes siguen un patrón para escoger a sus víctimas, que son mujeres ideológicamente posicionadas y de una franja de edad determinada". Daniel H.P. mantuvo relaciones sexuales con, al menos, ocho mujeres de distintos colectivos y espacios autogestionados en Barcelona. Las víctimas presentaron una denuncia colectiva por un presunto delito de abuso sexual continuado al considerar que han sido utilizadas por la Policía para adentrarse en distintos movimientos sociales de la Ciudad Condal. ¿Los agentes infiltrados pueden acostarse con terceras personas en el marco de su trabajo? La legislación actual sigue sin dar respuesta a esta cuestión.
La prensa ha destapado hasta ocho casos de policías infiltrados en movimientos sociales de Madrid y Barcelona durante los últimos años. Los colectivos afectados sospechan que la cifra real es todavía más alta, pero el Ministerio del Interior ha rechazado hacer pública la relación total de agentes que desempeñan estas funciones. Los policías, muchas veces, utilizan las relaciones sexoafectivas para ganarse la confianza de los activistas y colarse en las asociaciones sin levantar sospechas.
Daniel H.P. empezó a colaborar con el centro social La Cinètika de Barcelona para conseguir información de las acciones del colectivo. El agente mantuvo relaciones sexuales con hasta ocho mujeres distintas para labrar su validación dentro del movimiento. "Entendemos que hay que abrir una investigación judicial porque los hechos pueden ser constitutivos de un delito de abuso sexual continuado –por la falta de consentimiento–, así como de un delito contra la integridad moral y un delito de discriminación por motivos de género", señala Mireira Salazar, abogada de Irídia y responsable del caso. La asociación acompaña desde hace un año a las ocho querellantes, aunque sabe que el número de víctimas es todavía mayor.
"Los agentes instrumentalizan a las personas para obtener información. Las relaciones sexoafectivas tienen un claro objetivo y las mujeres son una puerta de entrada para conseguirlo. Los policías consiguen de esta manera la validación que necesitan. Es cierto que también existen víctimas masculinas, pero las mujeres lo tienen más difícil porque están constantemente cuestionadas en la esfera pública", continúa la letrada. Las ocho mujeres aseguran que nunca hubieran mantenido relaciones con el acusado si hubieran sabido que trabajaba como policía infiltrado.
Mavi L.F. se adentró en organizaciones ecologistas como Extinction Rebellion entre 2022 y 2023. Víctor de Santos, miembro del colectivo, recuerda en una conversación con Público cómo se comportaba la policía infiltrada. "Estuvo en varias reuniones en mi casa, la intromisión llegó hasta el punto de compartir espacios privados. No tenía escrúpulos y tampoco pisaba nunca el freno. Se acostó conmigo para pasar desapercibida. Es muy fuerte que la Policía Nacional, con nuestro dinero y nuestros impuestos, haga este tipo de cosas", critica el activista. Víctor se enteró por la prensa de que había mantenido relaciones sexuales con una agente infiltrada, pero no llegó a presentar ninguna denuncia.
El Movimiento Antirrepresivo de Madrid también ha sufrido en varias ocasiones las consecuencias de tener a un policía infiltrado entre su militancia. Sergio G.A. entró primero en el colectivo antifascista Distrito 14, donde empezó una relación con una compañera. "Han sido pareja durante cuatro años y han vivido juntos prácticamente desde el principio. Tenía toda la información en casa. Ella lo dejó antes de que se destapara el caso", cuenta Marco, miembro de la plataforma. El agente acabó colaborando con el Movimiento Antirrepresivo de Madrid a raíz de la ruptura, porque había perdido su principal fuente de contenidos.
"La compañera se quedó hecha polvo, pero no solo ella, también las personas con las que [Sergio G.A.] había entablado una fuerte amistad. Estas son las cosas a las que nos exponemos cuando salimos a defender nuestros derechos. La Policía no tiene ningún pudor, puede meterse en tu cama con tal de perseguirte por plantarle cara. El Estado no respeta los derechos fundamentales, ha empezado una guerra sucia contra nosotros. La verdad es que me parece una falta de ética tremenda", continúa el activista. El colectivo empezó a sospechar meses antes de que saltase la noticia y trató de cercar a la policía infiltrada.
(...) ¿Dónde está el delito?
La legislación actual no permite de manera explícita la infiltración de agentes en los movimientos sociales, pero tampoco la impide. La Ley de Enjuiciamiento Criminal es la única que no cierra la puerta a las investigaciones encubiertas. El texto considera que debe existir una investigación en curso para introducir personal en cualquier colectivo, aunque las reglas no siempre se cumplen. La Comisaría General de Información –organismo del que dependen– funciona en base a la Ley de Secretos Oficiales. La Policía se refugia en normas administrativas que están bajo secreto de Estado para no tener que dar explicaciones", señala Alejandro Gámez, abogado de Red Jurídica.
"No es lo mismo que mantener una relación sexual con una persona que te dice que es pescadera y luego descubres que es fontanera. No es lo mismo, porque hablamos de un agente del Estado. La decisión responde a un mandato, hablamos de personal de los servicios de inteligencia. Los policías trabajan para obtener información, todo forma parte de un operativo que se basa en mantener relaciones sexuales con las personas de las que quieres extraer datos", precisa Mireia Salazar. Los expertos consideran que una cosa es omitir tu profesión al establecer relaciones en tu tiempo libre y otra bien distinta es hacerlo cuando estás trabajando para el Estado.
La Ley de Enjuiciamiento Criminal establece que los policías solo pueden tejer relaciones personales en el marco de una operación cuando disponen de autorización judicial previa. Las fuentes consultadas por Público reconocen que este supuesto es prácticamente una anomalía y critican el modus operandi de los agentes. "Las víctimas han tenido que enterarse por los medios de que las personas con las que habían mantenido relaciones eran policías infiltrados. El impacto emocional es fuerte, pero también la incertidumbre, porque nadie sabe a qué datos personales han podido acceder", advierte la abogada de Irídia. Las víctimas tachan de "juego perverso" estas prácticas y las dificultades para denunciarlas: "Lo de ir a sus propias comisarías para denunciar a los que son sus compañeros es un poco surrealista".
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