Coordinador de la sección de economía
¿Habéis buscado alquiler en los últimos años? ¿Os habéis tenido que enfrentar al reto de tener que encontrar una vivienda que esté acorde a vuestros ingresos y que no sea un cuchitril o un hueco de la escalera reconvertido en apartamento? ¿Os habéis parado a comparar en algún portal inmobiliario lo que han cambiado los precios en vuestro barrio en los últimos años? ¿Veis cada vez más pisos turísticos en vuestro barrio?
La escalada de precios de los alquileres sigue asfixiando a la clase trabajadora y los más jóvenes. La gentrificación y la especulación sin control están convirtiendo en misión imposible la emancipación de aquellos que pretenden encontrar un lugar donde vivir sin tener que empeñar un riñón o darle su primogénito al casero.
Los beneficios y las rentas de los caseros les colocan en la parte alta de la pirámide social, mientras las personas inquilinas se hunden cada vez en esa misma escala social al verse expulsadas de las ciudades, de los barrios donde han vivido durante años y viéndose forzados a una vida precaria. Al contrario de lo que dicen esos mantras que se repiten mucha veces, los caseros rentistas son lo que tienen unos niveles de renta mucho más alta que la de las inquilinas, y no, no necesitan esas rentas para sobrevivir y no acabar debajo de un puente. Son gente con pasta que acumula más pasta extraída de aquellos que apenas llegan a final de mes.
En medio de todo esto, el Gobierno más progresista del mundo mundial lleva varios periodos electorales repitiendo sin parar aquello de que uno de sus objetivos principales es reducir los precios de los alquileres y de las compras y facilitar el acceso a la vivienda. Pero luego pasa el periodo electoral y de aquellas promesas quedan muy pocas realidades y hechos.
Las regulaciones que se han ido aprobando parece que van más encaminadas a poner una alfombra roja a los especuladores y a asegurar el negocio de los rentistas y del sector de la construcción o de los fondos de inversión. Las normativas que acaban en papel mojado porque los gobiernos que dicen que quieren hacer algo para parar la escalada de precios del alquiler, acaban dejando en manos de los gobiernos que no quieren mover un dedo la verdadera puesta en marcha de esas normativas. Los ministros que ven la vivienda como un producto de mercado y que tranquilizan a los caseros tampoco es que ayuden mucho.
Para analizar los últimos datos sobre vivienda, alquileres, los dineritos que tienen los caseros y los que tienen los inquilinos, sobre las legislaciones que funcionan, las que no funcionan y las promesas incumplidas, hoy vamos a tener a dos invitados de lujo. Javier Gil del Grupo de Estudios Críticos Urbanos (GECU) es un grupo de investigación de la UNED que busca profundizar en los principales debates sobre la ciudad contemporánea, con el objetivo de impulsar la investigación urbana aplicada al cambio social. Y a mi compañero en El Salto y responsable de los artículos de vivienda, Martín Cúneo.
Podéis escuchar el programa en formato podcast en Ivoox
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O ver el programa completo en Youtube.
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