21 de abril de 2024
Las viviendas turísticas ya sobrepasan en ciertos distritos a la vivienda de los residentes, ante la inacción y la indiferencia de los dirigentes municipales, autonómicos y centrales. Pronto Málaga no será Málaga, ni Sevilla será Sevilla
Candados en las rejas de los pisos turísticos de Sevilla. Francisco J. Olmo - Europa Press - Archivo
Un muy asustado y joven Chaves Nogales nos cuenta la rebelión de la gente de los barrios de Sevilla contra los caseros; los sindicatos, escribe, han pedido a la gente que no paguen sus rentas. Don Manuel es portavoz en sus letras de la inquietud del momento, muy difícil; el miedo corría en las clases acomodadas durante el primer cuarto del siglo veinte por la agitación del llamado Trienio bolchevique, y no solo en el campo andaluz, las clases populares urbanas se expresaban contagiadas, estaban hartas de su miseria.
Han pasado más de cien años y, como ahora, la vivienda empezaba a no ser un incipiente sino gran negocio. No era el negocio de gente que había ahorrado sino el de grandes tenedores de corrales y propiedades -la versión urbana de los terratenientes- donde la gente humilde, los trabajadores, vivían hacinados, sin condiciones ni higiénicas ni de ninguna otra dignidad, incluida la privacidad. Pero había que echarlos no solo por rebeldes sino porque era un negocio, el negocio de la vivienda, como ahora, por lo visto; eso escuché decir a la ministra de la Vivienda (...)
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