Ángel Viñas 13 de mayo de 2024
¿Por qué este trato de privilegio tras la deshonra inicial? No conozco ni he leído de otro caso similar. Respuesta: su participación en el 'caso Balmes'. Franco no fue ecónomo en derramar su gracia sobre quien le había servido bien hasta el crimen
En los años que siguieron a la muerte de SEJE (Su Excelencia el Jefe de Estado), uno de sus más íntimos colaboradores, y primo hermano, el teniente general Francisco Franco Salgado-Araujo (FFSA), fallecido también en 1975, publicó póstumamente dos libros que se vendieron como churros: 'Mis conversaciones privadas con Franco' (1976) y 'Mi vida junto a Franco' (1977). Revelan detalles inéditos, o muy desfigurados, sobre ciertos aspectos relacionados con el golpe de 1936 y de cómo el futuro Jefe del Estado actuó en él y después de él. A la vez eluden temas fundamentales que el autor conocía a la perfección. Pero, junto a las memorias de Sainz Rodríguez, constituyen una trilogía absolutamente indispensable.
A los dos meses de ser destinado a Canarias, Franco visitó oficialmente por primera vez la plaza de Las Palmas el 25 de mayo, “para pulsar el ambiente de la isla (…) en relación con el movimiento militar que se preparaba”. [Las citas son de las páginas del libro de 1977]. Allí se vio con el general Luis Orgaz, que acababa de llegar, residenciado por orden del Gobierno. Viejo conspirador monárquico desde el primerísimo momento, había acercado a los militares y a los civiles golpistas en torno a Calvo Sotelo. Hay que suponer que de ello informaría adecuadamente a Franco. Orgaz “no se separó [de los visitantes] y fue un colaborador muy valioso para Franco”.
Si el jefe del Estado Mayor Central, Sánchez-Ocaña, había empezado a distribuir ya en abril de 1936 instrucciones sobre cómo prevenir una revuelta revolucionaria (que podría servir también para actuar en el golpe), no extrañará que estuviese en contacto con los comandantes de los archipiélagos, en el caso de Gran Canaria el general Amado Balmes.
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