Jorge Medina Lopez · izquierdadiario.es 25 de septiembre
Franco
estuvo firmando sentencias de muerte hasta unos días antes de morir en
la cama de un hospital y sin que sus crímenes fueran juzgados.
Este 27 de septiembre se cumplen 44 años de los últimos fusilados de la dictadura. Menos de 2 meses antes de morir, Franco mandó ejecutar a 5 luchadores antifranquistas.
(...)
Los 5 últimos fusilamientos de la sangrienta dictadura
Un ejemplo claro de esto es el caso ocurrido en septiembre de 1975. Tras ejecutar un año antes, por garrote vil al anarquista catalán Salvador Puig Antich, al viaje tirano fascista todavía le quedaba dar su último “aliento de sangre” antes de morir.
A lo largo del verano de 1975 fueron condenados a muerte en varios consejos de guerra 11 miembros de ETA político-militar (organización armada independista vasca) y del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), una organización armada de extrema izquierda antifascista. Los delitos cometidos habían sido varios atracos a sucursales bancarias y atentados en los que habían muerto 3 miembros de los cuerpos represivos del régimen.
Posteriormente el gobierno, decidió en su consejo de ministros del día 26 de septiembre, presidido como todos por Franco, indultar a seis de los condenados a muerte conmutando sus penas por la de reclusión y dio el "enterado" para los otros cinco condenados a muerte. El "enterado" significaba la denegación del indulto y, por tanto, suponía la ejecución de la pena de muerte. Dichas penas de muerte debían ejecutarse por fusilamiento al día siguiente, el sábado 27 de septiembre.
Finalmente, los 5 condenados a muerte y posteriormente fusilados fueron tres miembros del FRAP (José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz) y dos de ETA (Juan Paredes Manot y Ángel Otaegui). En la mañana del sábado 27 en Barcelona fue ejecutado Juan Paredes de 21 años, 17 y en Burgos, Ángel Otaegui, de 33 años.
En el Campamento Militar de Hoyo de Manzanares (Madrid), fueron fusilados José Luis Sánchez de 22 años, Ramón García de 27, y José Humberto Baena de 24 años. De la dureza de las ejecuciones y el ambiente de euforia macabra vivida da cuenta, el único paisano que pudo asistir a las ejecuciones del Hoyo, el cura de la localidad.
Según su testimonio: “Además de los policías y guardias civiles que participaron en los piquetes, había otros que llegaron en autobuses para jalear las ejecuciones. Muchos estaban borrachos. Cuando fui a dar la extremaunción a uno de los fusilados, aún respiraba. Se acercó el teniente que mandaba el pelotón y le dio el tiro de gracia, sin darme tiempo a separarme del cuerpo caído. La sangre me salpicó” (...)
+ Mateo Santamarta Paniagua ha compartido un enlace en el grupo Todos Contra la Violencia. 27 de sept. · elmundo.es
Los
fusilamientos, aquella pólvora de la mañana que cantara Luis Eduardo
Aute en Al alba, fueron lo que el periodista Alfredo Grimaldos define en
su libro La sombra de Franco en la Transición, como «el trágico
desenlace de un enloquecido proceso represivo: detenciones masivas,
torturas, arbitraria adjudicación de responsabilidades, juicios sumarios
sin garantía y, por fin, cinco ejecuciones».
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