Anel Hernández · contralinea.com.mx Zósimo Camacho marzo 12, 2020
Acosta Chaparro siempre estuvo dispuesto a todo. No sólo encabezó los “interrogatorios” a guerrilleros y disidentes políticos: también contó con grupos armados secretos con permiso ilimitado para hacer cualquier clase de “operativos”. Una parte de la historia del general se revela en documentos bajo resguardo del AGN
Rastros de sangre dejaron las botas del
militar Mario Arturo Acosta Chaparro Escápite doquiera que caminaron.
Integrante de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), jefe de policías
judiciales estatales, director de seguridad de estados de la República,
jefe de la Policía Judicial Militar, comandante de Batallón o asesor
federal en materia de seguridad, respondió siempre a las Fuerzas Armadas
y a lo que asumió era la “razón de Estado”: sostener, bajo cualquier
método y a toda costa, al viejo sistema político mexicano.
Documentos de la DFS –hoy bajo resguardo
del Archivo General de la Nación (AGN)– revelan una constante del
militar: contó invariablemente con grupos armados que actuaron al margen
de la ley y que le reportaban sólo a él.
Lo mismo en Guerrero, que en Veracruz o
en la Ciudad de México, estos grupos no podían ser detenidos por nadie.
El expediente de la antigua DFS da cuenta de cómo los propios elementos
de esta policía política tenían que hacerse a un lado cuando se
encontraban con los muchachos del militar (...)
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