Iñigo Sáenz de Ugarte 1 de abril de 2024
Cada vez que Aitana sube a los escenarios, hay algunos que comienzan a restregarse los ojos. Especialmente, los padres de sus fans más jóvenes. Ya empiezan a temer que sus hijas imiten esos movimientos pélvicos en casa o, peor, en otros lugares. Es obvio que la cantante tiene derecho a reorientar su carrera por donde quiera. Esos pasos siempre son arriesgados. Si no lo fueran, no habría beneficio en el futuro. Eso no impide que en los programas de televisión que se basan en opinar sobre todo llegara a decirse hace unos meses que sus coreografías suponen una “hipersexualización de la infancia”. No será la suya, porque tiene 24 años (...)
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OTRA COSA: La vida de los árboles que Almeida desprecia, de Violeta Assiego
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