El presidente azerí pretende crear un corredor que conecte el país con su enclave de Najicheván y con Turquía. Esta será una de las claves de las negociaciones de paz, pero los armenios que viven cerca de la frontera sospechan que Aliyev lo acabará haciendo por la fuerza. Temen ser los siguientes
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A menos de un kilómetro del puesto de control levantado por Azerbaiyán en el corredor atravesado por más de 100.000 armenios en su huida de Nagorno Karabaj, Sasun pasa la tarde asomado al balcón de su vivienda en Kornidzor (Syunik), la localidad armenia más próxima a la disuelta república de Artsaj. Desde allí observó hace días el éxodo de sus vecinos karabajíes. Y regresó un pensamiento recurrente con el que convive parte de la sociedad armenia: “Cualquier día somos los siguientes. Azerbaiyán hace lo que quiere”.
El 25 de septiembre, mientras miles de armenios se agolpaban en coches y autobuses para escapar del control azerí en Nagorno Karabaj; mientras Sasun salía de casa preocupado y comentaba con sus vecinos el éxodo masivo de los karabajíes, los presidentes de Azerbaiyán y Turquía se reunían en Najicheván, una región autónoma azerbaiyana encajonada en Armenia. La ubicación del encuentro no era casual: Bakú ansía desde hace décadas construir un corredor en suelo armenio para conectar su territorio con el enclave y con Turquía.
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