La historia del Hospital Universitario La Paz es la crónica de una muerte anunciada. El centro hospitalario, ubicado al norte de Madrid e inaugurado en 1964, agoniza desde hace años entre los recortes presupuestarios y las privatizaciones cometidas por los sucesivos Gobiernos del Partido Popular (PP).

Pese al visible desgaste que arrastran los edificios, el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso mantiene paralizadas las obras de reforma del hospital que deberían haber empezado en enero.

Tras recibir repetidas quejas de profesionales que trabajan allí, Público se ha colado en La Paz y ha podido comprobar la situación de deterioro en la que se encuentra la infraestructura, así como el "hastío" y la "amargura" bajo la cual trabaja la plantilla. 

'Público' se ha colado en el Hospital La Paz

La remodelación del centro lleva aprobada desde 2019. Se trata de un proyecto impulsado por Cristina Cifuentes, que Ayuso heredó tras acceder al poder.

Sin embargo, todavía no hay rastro de material, grúas o equipo de construcción alguno que de pista de una obra inminente. De hecho, fuentes de La Paz sospechan que el actual proyecto de edificación puede suspenderse. Algo que supondría reiniciar todo el proceso y que demoraría varios años más la reforma.

Averías eléctricas, goteras e inundaciones

Durante el recorrido, Público ha podido observar los pasillos sin techar, las goteras, averías eléctricas, tuberías picadas y, en general, la degradación de las infraestructuras de La Paz.

La parte más deteriorada es, sin duda, la planta inferior, donde los profesionales tienen sus vestuarios. En múltiples ocasiones, señalan los trabajadores, se han roto cañerías que han provocado inundaciones y han dejado sin calefacción parte de las consultas

,Conscientes de que los desperfectos no se resuelven a corto plazo, los profesionales explican que, para evitar que se formen charcos en los suelos que puedan provocar accidentes, suelen colocar contenedores de basura para recoger el goteo de las tuberías. 

 Contenedores de basura recogen el goteo de las tuberías

Unos conductos que, al ser de hierro, enturbian el agua del que beben, tanto ellos como los pacientes. Al abrir duchas o grifos de los lavabos del edificio de maternidad, que es el más afectado por esta deficiencia, semana sí y semana también se ve cómo cae agua oxidada. Aunque la Gerencia del hospital les asegura que es perfectamente potable, médicos, enfermeros y TCAES temen que pueda poner en peligro la salud de quien la beba.

Más de 200 trabajadores de mantenimiento menos

También preocupa a los empleados la suciedad que se acumula en zonas clave para el servicio, como los filtros del aire, cuyo mantenimiento ha sido, al igual que el servicio de limpieza, privatizado. La renovación del aire de los quirófanos, UCIs (incluida la de neonatos) pasa por estos canales. Por lo que prevenir la acumulación de bacterias es esencial para evitar poner en riesgo a los enfermos.

En las imágenes que ha podido grabar este medio, se pueden ver cunas que serán utilizadas en los próximos meses para acoger bebés enfermos de bronquiolitis almacenadas en pasillos sin cubrir; completamente expuestas al polvo acumulado.

"Esto no es por casualidad. Este hospital tenía 300 trabajadores de mantenimiento y a base de recortes y privatizaciones quedan menos de 90. Esa es la razón por la que muchas instalaciones se estén cayendo a trozos. El edificio podría durar muchos años más, pero este se ha echado a perder conscientemente", denuncian fuentes del sindicato Trabajadores en Red.

Profesionales al límite

Como la situación en Atención Primaria –nivel asistencial es el pilar fundamental del Sistema Nacional de Salud (SNS)– ha empeorado, las Urgencias de los hospitales se están viendo resentidas. "La gente no cabe en Urgencias y, por lo tanto, tienen que ingresar más en las plantas", afirman fuentes sindicales. Las listas de espera, por su parte, tampoco ayudan a mejorar la presión asistencial: hay más de 900.000 personas para citas, pruebas o cirugías.

"Las situación que tenemos los trabajadores es de mucha amargura. Las cargas de trabajo son excesivas. No se cubre el personal que está de baja. Llegan a pasar incluso tres semanas hasta que se contrata a un sustituto. Esto supone que con personal de menos se tenga que hacer el mismo trabajo. Es malo para pacientes, trabajadores y, además, destruye empleo", reprochan desde Trabajadores en Red (...)