23/10/2023
Manifiesto |
Contra la cultura de la guerra, la doble moral y la censura Por Rosa María Artal, Olga Rodríguez, Fran Sevilla, Gerardo Tecé, Miguel Mora y varias firmas más Nuestras instituciones democráticas y nuestros medios no pueden normalizar la barbarie contra el pueblo palestino. Todos debemos trabajar por un alto el fuego inmediato En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí Como personas dedicadas al periodismo y la información, nos preocupa y afecta la normalización del recorte de derechos y libertades que muchos gobiernos y medios occidentales han emprendido, una vez más, justificando esos atropellos en nombre de una supuesta guerra contra el terrorismo. Más aún cuando esa supuesta guerra la protagoniza un Estado cuyas acciones contra ciudadanos inocentes son, sin duda, la peor forma de terrorismo. Asistimos a la limitación de manifestaciones que reivindican el derecho de la población palestina a no ser castigada colectivamente por los crímenes cometidos por Hamás, y a la estigmatización de los enfoques con cultura de paz y de derechos humanos. En distintos países, se persigue o silencia a los periodistas que tratan de saltarse la línea pro-israelí que imponen sus medios. Israel, que ya ha matado a una veintena de periodistas desde el 8 de octubre en Gaza, arbitra leyes contra medios e informadores, locales y extranjeros, que “dañan la moral nacional”. En Europa se prohíbe mostrar la bandera palestina en lugares públicos o estadios deportivos. En Alemania se ha suspendido la ceremonia de entrega de su premio a una novelista palestina. Todo ello, unido a la indecencia de presentar la guerra y la venganza como únicas vías de solución, mientras se impide a los periodistas occidentales entrar en la franja de Gaza. El 7 de octubre, Hamás secuestró a dos centenares de personas en Israel y mató a 1.400 más, en una operación terrorista inaceptable que implicó el asesinato de cientos de civiles. Israel, el país que presume de tener el mejor servicio de inteligencia del mundo, no supo anticipar ni frenar el ataque. Por supuesto, Hamás debería liberar a los rehenes. Pero nadie puede asegurar que, si lo hace, Israel vaya a detener su enloquecida ofensiva contra los palestinos de Gaza y Cisjordania, pues nadie parece querer exigirle que ponga fin a la decisión de bombardear a dos millones de “animales humanos”. Gaza ya no es la mayor cárcel a cielo abierto del mundo. Ahora es un inmenso campo de concentración, y un enorme cementerio donde yacen más de 5.000 cadáveres. 2.000 de ellos son de niños. Las ideas de extrema derecha han permeado de forma abrumadora la visión del mundo de las élites políticas y mediáticas europeas. Muchos líderes, como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, están aplicando además sin rubor la hipocresía y la doble moral, al defender que Israel puede cometer impunemente los mismos o peores crímenes de guerra realizados por Rusia en Ucrania. Apelan a su derecho a defenderse, pero ese derecho parece no tener límites y nunca se ha aplicado a los palestinos. Europa obvia un contexto histórico de décadas de ocupación, opresión y apartheid, y apoya a un líder corrupto, Netanyahu, que nada tiene que envidiar a Putin en cuanto a ambiciones expansionistas y crímenes de guerra. Europa no puede ser cómplice del genocidio y la deshumanización de la población civil palestina. Nuestras instituciones democráticas y nuestros medios no pueden normalizar esa barbarie. Todos debemos trabajar por un alto el fuego inmediato. Cuando la censura y las limitaciones a la libertad de información surgen del propio periodismo, no sólo tienen un problema inmenso los miles de palestinos condenados a muerte, ahora también en lo mediático. Lo tenemos todos. |
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