viernes, 27 de octubre de 2023

CTXT. José Saramago / Nobel de Literatura “Israel es rentista del Holocausto”. Por Javier Ortiz

 Javier Ortiz 17/10/2023

Tras visitar Ramala en 2002, el escritor concedió esta entrevista, publicada en el libro ‘¡Palestina existe!’, en la que reflexiona sobre el apartheid en Israel

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En marzo de 2002, el Nobel de Literatura José Saramago visitó Ramala como parte de una delegación del Parlamento Internacional de Escritores, de la que también formaba parte el español Juan Goytisolo. A su vuelta, el periodista Javier Ortiz le propuso una entrevista en profundidad –“¡Pero si yo no soy un experto! Muchísima gente tiene conocimientos más profundos que los míos”– a la que finalmente el escritor accedió. Después de una cena en Madrid, la conversación se prolongó a través de muchos correos electrónicos, que el Nobel, ya sumido en una prolongada gira de conferencias por Estados Unidos, fue respondiendo poco a poco. La entrevista se publicó ese mismo año en el libro ¡Palestina existe! (Akal), en el que también participaron el lingüista y filósofo Noam Chomsky, y los escritores James Petras, Edward W. Said y Alberto Piris.

Por su interés informativo, CTXT reproduce una parte amplia de aquella conversación que, lamentablemente, mantiene una vigencia extraordinaria. Como dejó dicho Saramago hace 21 años: “El objetivo deseable y posible es que los palestinos vean reconocido su derecho a tener un Estado digno de ese nombre, con fronteras seguras y claramente definidas”.

Tengo entendido que ya habías estado antes por allí. ¿En qué condiciones? ¿Cómo fueron esas experiencias?

La primera vez que viajé a Israel fue, si no me equivoco, en 1990, para la presentación de la traducción hebraica de Memorial del convento. Se me ofreció, entonces, la posibilidad de viajar por la región, desde Belén hasta la frontera con el Líbano y a los montes del Golán. Sólo al final del viaje supe que había sido transportado en un coche blindado... No pude tener entonces contacto con los palestinos, pero no fui insensible a su silencio ni a la tristeza de las miradas que se cruzaban con las mías. Debo confesar, sin embargo, que, probablemente por la satisfacción de verme traducido por primera vez al hebreo y por las atenciones (tanto particulares como oficiales) de que me vi rodeado, no presté la debida atención a la situación de los palestinos. Seguramente también influiría en mi relativa desatención la apariencia de “paz” que en esa época se observaba. Cuando regresé a Lisboa di una conferencia sobre las impresiones del viaje, en particular las emociones que experimenté en los diversos lugares que mantienen viva la memoria del Holocausto.

Esta vez has estado cinco días, ¿no? ¿Qué viste, con quién hablaste?

Lo que vi en Palestina me hizo comprender que mucha de la información corriente que circulaba en los medios de comunicación (me refiero a la información anterior al agravamiento de la situación, una vez que ahora difícilmente alguien podrá alegar ignorancia) era insuficiente y superficial, cuando no tergiversada, salvo en ocasiones muy concretas, cuando el dramatismo de los episodios narrados o una fácil aprehensión de las imágenes hacían “atractiva” la noticia. Con mis colegas, estuve en Ramala y en la Franja de Gaza, oí la protesta indignada de los que vieron sus casas destruidas, los lamentos de los que lloraban a sus muertos, vi largas filas de palestinos a la espera de que les permitieran el paso en los puestos de control para ir a trabajar en el “otro lado”, percibí la frialdad con que los soldados israelíes intentaban enmascarar su propio miedo... Se respiraba la tensión en el ambiente, corrían noticias de concentraciones de tanques, era evidente que el Ejército israelí estaba preparándose para una ofensiva a gran escala. Sabemos lo que sucedió después.

Se te ha reprochado que no mostraras interés por contactar con escritores israelíes y conocer sus puntos de vista.

Hablé con escritores israelíes situados políticamente a la izquierda que me expresaron sus preocupaciones y su voluntad de paz. Me di cuenta de que existe una minoría de israelíes que desean una solución justa para los palestinos, pero también se me hizo claro que ningún partido en Israel, en el actual marco político, tiene condiciones para hacer suyas y promover entre la población esas aspiraciones de paz y de justicia. Conviví durante algunas horas con un admirable grupo de teatro formado por judíos y palestinos, cambié impresiones y admiré el valor de jóvenes que pagaron con la cárcel su negativa a prestar servicio militar en los territorios ocupados. Pero es obvio, incluso para un observador superficial, que la mejor parte del pueblo israelí se encuentra atada de pies y manos, y sin la mínima posibilidad de organizarse políticamente para los cambios necesarios.

Con todo el ruido que organizó la visita, mucha gente no se enteró de que uno de los objetivos del viaje era visitar a Mahmud Darwish. Háblame de él.

El objetivo inicial del viaje, del que antes he hecho referencia, nunca se olvidó. En un teatro de Ramala se realizó una lectura de textos poéticos y de ficción, tanto de los escritores de la delegación como de poetas y escritores palestinos. Mahmud Darwish estaba presente y fue aplaudido como pocas veces he visto aplaudir a un poeta. Se percibía que la voz de Mahmud, no siendo la voz única del pueblo palestino, es aquella que con más intensidad expresa sus dolores y sus esperanzas. Me pregunto si están todavía vivos todos aquellos hombres y mujeres que llenaban el teatro. Me pregunto si el propio teatro todavía estará en pie (...)


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