viernes, 6 de octubre de 2023

CTXT. El hechizo del periodismo se ha roto. Por Murillo Camarotto

 Murillo Camarotto 14/09/2023

Cinco periodistas quemados procedentes de Argentina, Brasil, Panamá y Reino Unido explican los motivos por los que tuvieron que cambiar el trabajo de sus sueños por otra profesión

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Imagen de la redacción de un periódico en Berlín. / Thomas Schmidt  


Cuando todavía era una niña, Débora Duque, que ahora tiene 34 años, decidió que quería ser periodista. Y no cualquier tipo de periodista: quería cubrir información política en el Jornal do Commercio, el periódico más influyente de Recife, su ciudad natal del nordeste de Brasil. 

Poco después de licenciarse, Duque consiguió el trabajo de sus sueños y empezó a cubrir política en el Jornal do Commercio. Pero no duró mucho. A su alrededor despedían a periodistas experimentados y el nivel del periódico era más bajo que nunca. Quemada y decepcionada, dejó el trabajo. 

En mayo, la BBC publicó una noticia en la que muchos trabajadores se preguntaban si seguía mereciendo la pena invertir en el trabajo de sus sueños. El artículo contaba las historias de personas de distintos ámbitos y mostraba cómo estos empleos se habían vuelto insostenibles, ya fuera por toxicidad, inestabilidad económica o agotamiento. 

El artículo menciona incluso un estudio llevado a cabo en Corea del Sur según el cual los jóvenes han acuñado el término “salario de la pasión” para describir los bajos salarios que se pagan a quienes trabajan en lo que les apasiona.

¿Por qué la gente se dedica al periodismo?

¿Sigue siendo el periodismo un trabajo ideal? Muchos jóvenes de todo el mundo siguen abrazándolo como una oportunidad para investigar la corrupción, ser testigos de momentos clave de la historia o informar sobre injusticias, hambrunas y guerras. Algunos incluso renuncian a mejores sueldos para seguir haciéndolo. 

“Era un placer que trascendía el dinero. Vivir la historia en tiempo real, participar. Siempre digo que el historiador es un comentarista de un partido ya jugado, mientras que el periodista puede seguir participando en él. Estaba muy emocionado. Era un poco ingenuo, supongo. Sólo quería ser útil”, dice Gabriel Rocha Gaspar, de 40 años, un excorresponsal de Radio France International que dejó el periodismo hace unos años.

De padre y madre periodistas dedicados al sector de la música, Rocha Gaspar nunca quiso dedicarse a otra cosa. Como reportero, trabajó en varias redacciones cubriendo economía, tecnología y noticias extranjeras. Cuando la crisis financiera golpeó a las agencias de noticias, empezó a cuestionarse su futuro en el periodismo. 

“Hay varias categorías de censura que son invisibles desde fuera”, dice Rocha Gaspar. “Cuando trabajas en una redacción, te encuentras con cosas como la censura corporativa. Te das cuenta de que los anunciantes tienen un peso desproporcionado en las noticias. Algunos modelos de negocio no son sostenibles y eso repercute en las redacciones y crea autocensura”.

Decepcionado con las redacciones tradicionales, Rocha Gaspar se unió a proyectos independientes, pero allí también vio muchos problemas. “Los periodistas eran combativos, pero su producción carecía de calidad. No era muy profesional”, afirma. Decepcionado con la profesión, recurrió a su experiencia en música y tecnología y se incorporó como directivo en una importante empresa musical. 

En su nueva carrera profesional y con un sueldo más alto, Rocha Gaspar consiguió comprarse un piso y ya no tiene la necesidad imperiosa de ganar dinero extra con trabajos por cuenta propia. Durante su etapa como periodista, los fines de semana los ocupaba casi todos con trabajos complementarios que no le reportaban mucha satisfacción personal. 

“Sólo lo hacía por dinero”, dice. 

(...) Dejar el periodismo por la política 

El periodista argentino Diego Quinteros dejó recientemente la profesión tras diez años trabajando como reportero en La Nación, uno de los principales diarios del país. Consiguió una beca para estudiar en España. El periódico no le dio la posibilidad de tomarse un permiso sin sueldo durante un tiempo, pero decidió irse de todos modos.

De vuelta en Buenos Aires aceptó un trabajo fuera de la redacción para pagar sus facturas. “Cuando tienes 20 años, ganar poco dinero no importa tanto. Cuando tienes 30, sin fines de semana y todavía ganando poco dinero, la ecuación es mucho más compleja”, dice Quinteros, que actualmente trabaja como asesor de un político en su país natal (...)

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