10/8/23 CONSTANZA VIEIRA
La esperada cumbre sobre las drogas de Cali concluyó con un documento que no se atreve a ir contra la legislación internacional, pero dejó claro que hay mecanismos para avanzar hacia el fin de la guerra contra las drogas.
Diecinueve países americanos, convocados por el presidente de Colombia, Gustavo Petro, enviaron delegaciones a la Conferencia Latinoamericana y del Caribe sobre Drogas, que se ha desarrollado durante tres días en Cali. La presencia más destacada fue la del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. De manera simultánea se desarrolló un foro temático con la participación de expertos, productores cocaleros y funcionarios, transmitido en directo por la televisión pública Señal Colombia.
Son dos espacios que raramente se encuentran. El entramado legal internacional para la fiscalización de las drogas va por un carril completamente blindado, mientras el sentido común va por otro, más congruente con la realidad y con otras convenciones de la propia ONU, como los derechos de los pueblos indígenas o los principios que consagran la libertad personal.
Ambas corrientes coincidieron solo fugazmente en la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el Problema Mundial de las Drogas celebrada en 2016 (UNGASS), cuando en una difícil labor diplomática se logró en Nueva York incluir en el documento oficial la difusa frase "y otros instrumentos internacionales pertinentes". Quisieron indicar, sin nombrarlo de forma específica, que los derechos humanos tienen la misma categoría que las convenciones antidrogas.
A ello se oponen los países donde hay tolerancia cero hacia el narco. En aquella reunión de 2016, el colombiano Juan Manuel Santos, entonces presidente, declaró en solitario que la guerra contra las drogas había fracasado y que era "hora de replantear" la política sobre drogas.
El Documento Final de Santiago de Cali, de 17 puntos, muestra que no hubo consenso para reconocer el fracaso de la llamada 'guerra contra las drogas', impuesta en los años setenta del siglo XX por Richard Nixon y centrada en la persecución a los productores y traficantes. Este era el argumento central con el cual había convocado Colombia a la cumbre de Cali. Pero el texto sí menciona el término "derechos humanos" y, además, hace una larga referencia a las prioridades sobre las que actuar en ese sentido.
Un extracto del documento.
El texto comienza por establecer su acatamiento a las convenciones sobre drogas, un marco legal internacional prohibicionista. Dos expertos consultados por Público –uno en Chile y otra en Colombia– coincidieron en expresar su desazón sobre el Documento Final: "Es lo de siempre"; "la misma monserga de siempre". A estas alturas, se esperaba un cuestionamiento del complejo entramado de convenciones antidroga, que son el origen del problema.
Como se recordó en Cali, el "problema" de las drogas era inexistente antes de que se estableciera su control; la humanidad ha consumido y consumirá siempre sustancias que le ayuden a lidiar con la conciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario