sábado, 8 de agosto de 2020

El coronavirus, cabeza de turco y agua de mayo para los regímenes misóginos, de Nazanín Armanian y+

 
Paquita Caminante · blogs.publico.es    Nazanín Armanian  

El coronavirus ha sido como el agua de mayo para las dictaduras de corte medieval de Oriente Próximo (OP), ya que pueden seguir inventando nuevas formas del control social y arrebatar los pocos logros que habían sobrevivido tras dos siglos de la lucha de la mujer.  Hábiles en utilizar la religión y la "espiritualidad" para consolidar el poder de la oligarquía mientras se corrompen con el incalculable oro negro de la región, dichos regímenes, antes de la aparición de la covid-19, ya representaban los peores indicadores del mundo en las cuestiones sociales, incluida una amplia y profunda brecha de género en prácticamente todas las esferas.
Ahora, mediante las "medidas" diseñadas por los comités gubernamentales para contener la propagación del virus, formados casi exclusivamente por hombres (en Jordania, una mujer entre 11 miembros) de las clases altas, atentan directamente contra los derechos de las ancianas, viudas, divorciadas, las que padecen alguna discapacidad, las migrantes, refugiadas, desplazadas, jornaleras, obreras, funcionarias y empresarias. De entrada, salvo Qatar y Bahréin, ninguno de los estados de la región tiene una ministra de Sanidad, a pesar de que la mayoría de los trabajadores del sector son mujeres. De hecho, desde el ascenso de la extrema derecha religiosa en la década de los ochenta no hay ni una sola mujer en el poder político (¡ni en ningún otro!)

En el mercado de trabajo
Incluso antes del ataque de este virus, solo el 20% de las fuerzas laborales del capitalismo religioso de OP eran mujeres, la tasa más baja del mundo, porque los hombres prefieren envolverles de pies a cabeza en gruesas telas. No satisfechos con eso, las encierran entre los muros de su prisión privada llamada "hogar". Ahora la ONU afirma que sólo en la parte árabe de la región, "por culpa de la covid-19", se han perdido 700.000 empleos ocupados por mujeres, principalmente en el sector informal, donde trabajan la mayoría de ellas. A muchas, el confinamiento las ha condenado a la extrema pobreza y la desesperación, a falta de perspectiva de una recuperación.
En Túnez, la mayoría de las PYME dirigidas por mujeres ya han tenido que echar el cierre. Lo curioso es que muchas de las que están pidiendo préstamos bancarios para su negocio en OP lo hacen en realidad para el negocio de los varones de la familia: solo el 38% de las mujeres tienen cuenta bancaria, en comparación con el 57% de los hombres (Banco Mundial, 2017). En el Líbano, algunas se han adaptado a la nueva situación, cosiendo mascarillas y batas quirúrgicas desechables. Y no, no es nada genial eso de volver a coser y cocinar (...)

+    Spanish Revolution ·   18/7/20

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