domingo, 11 de abril de 2021

Conocimiento adulterado. Entrevista con el filósofo Fernando Broncano

 

HUFFINGTONPOST.ES   10/2/21   

Profesor, doctor en sociología y colaborador de Common Action Forum


Entrevista con el filósofo Fernando Broncano


A menudo tomamos por conocimiento lo que solo es información, o pretendemos que nuestras opiniones tengan, eo ipso, valor de verdad. No hay idea más equivocada que aquella que se funda sobre la ignorancia no reconocida como tal, algo que el filósofo Fernando Broncano bien podría llamar ceguera epistémica, es decir, ceguera del conocimiento. En realidad, su libro Conocimiento expropiado aborda cuestiones políticamente insoslayables, como pueden ser la injusticia epistémica (derivada de la desigualdad del conocimiento) o la existencia de un privilegio epistémico (un privilegio de clase aplicado al saber). Si las expresiones epistemología y teoría del conocimiento te suenan a esoterismo de intelectuales o a sofistería, eso es porque no tuviste ocasión de leer u oír a Broncano, que es un incansable pedagogo epistémico.

ANDRÉS LOMEÑA: Las cláusulas de confidencialidad evitan que haya conocimiento sobre los salarios en el seno de grandes empresas irlandesas o estadounidenses. Aquí tenemos los convenios colectivos. ¿Se puede interpretar este secretismo como un tipo de injusticia epistémica? ¿Qué otras injusticias relacionadas con el conocimiento asolan el mundo laboral? Sé que ha criticado el offshoring como una forma sistémica de producir ignorancia y ahora se habla de la fiscalidad de los youtubers, algo que para César Rendueles es una cortina de humo.

FERNANDO BRONCANO: El secreto y la ignorancia son ambivalentes: hay cosas que nos protegen como personas o instituciones frente a intereses, manipulaciones y violaciones de derechos, y, desgraciadamente, otras muchas, que cada vez más son ignorancias estratégicas, manufacturadas, para impedir el control público de cosas que todos tendríamos que saber. Esto es lo que ocurre con las cláusulas de confidencialidad de los contratos. Hay algunas razonables, necesarias (por citar un caso, todas aquellas que están orientadas a proteger a las personas, por ejemplo, las que obligan en medicina, abogacía, seguridad, enseñanza, etc.). Otras, sin embargo, son estratégicas con la única finalidad de impedir la inspección pública o la de compartir conocimientos. Por ejemplo, se ha hecho muy habitual que muchos contratos de investigación obliguen a no publicar resultados e investigaciones que exceden con mucho el ámbito de los intereses empresariales. El secreto bancario, otro ejemplo, puede ser legítimo o puede ser un instrumento para que enormes cantidades de capital escapen al control de los estados, no solo de la hacienda pública sino también del control legal. Hay estados que usan la banca oscura offshore para mercadeos ilegítimos que los parlamentos impedirían claramente. Las cláusulas de confidencialidad de salarios en muchas empresas están orientadas a esconder la obscena desigualdad dentro de la empresa, que muchísimas veces nada tiene que ver con la productividad. En fin, la ignorancia estratégica se ha ido instalando como un instrumento mucho más poderoso que el conocimiento, paradójicamente, en la sociedad del conocimiento (...)

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