domingo, 24 de octubre de 2021

La isla bonita, LA PALMA, de Igor del Barrio

 Maria Toca CañedoLA COMMUNE  10/9/21

vía @LaPajareraMgzn
Un lugar hermoso. Una isla que nos embruja... con una historia que
debe ser recordada. Memoria y justicia porque el perdón es difícil.
Igor del Barrio nos trae esta historia.
(...)  Pero hay otras historias en esta historia, como que sus primitivos 
habitantes, los Benahoaritas, provenían de tribus africanas bereberes 
o amazigh, y habitaron las cuevas de la isla durante casi dos
milenios con su carácter guerrero. Y donde la mujer tenía un
papel trascendente en la cultura e incluso en la guerra 
(están documentados enfrentamientos heroicos de mujeres
para defender a su pueblo frente a la conquista española).
 Profundamente religiosos, adoraban al sol y también a la 
luna, como deidad femenina. Tanta presencia de la mujer 
debió horrorizar a los conquistadores que la tomaron en 1493 
para el oscuro imperio del siglo XVI, experto en hacer
desaparecer culturas diferentes.
También hay otra historia, más moderna, que conecta volcanes y primaveras 
con la sangre y el horror. Cuando el 18 de julio de 1936 los generales 
golpistas ejecutan su alzamiento militar contra la II República, la isla de la 
Palma fue la única del archipiélago canario que resistió el golpe. En La 
Palma había ganado el Frente Popular las elecciones y la presencia 
comunista se había hecho patente en la masiva manifestación del Primero
de Mayo. Así que, cuando llegaron las noticias del levantamiento militar, 
fue respondido con un levantamiento popular que dio paso a la llamada 
Semana roja”. A pesar del nombre, no se trató de ninguna semana 
sangrienta (la sangre vendría después) sino de la organización obrera para 
declarar la huelga general y organizar la resistencia al golpe de Estado, 

encerrando a policía y guardia 
civil en la cárcel provincial 
para evitar que conspiraran 
y cercando el cuartel del 
Ejército. Pero, si Dios hizo 
el mundo en siete días y al 
octavo llegó la redención del 
hombre, estos siete días de 
esperanza terminaron con un 
octavo en el que se presentó de nuevo la muerte con uniforme godo.
El ejército español, tras una intentona fallida con un buque de guerra, 
manda el cañonero Canalejas el día 25 de julio para abrir fuego 
contra la isla. La represión fue salvaje, y en la cacería de políticos y 
sindicalistas cerca de 400 personas pierden la vida sin que haya 
habido combates ni frente de guerra. De entre los detenidos, alguno 
acabaría llegando deportado a Mauthausen. Parte de los resistentes, 
unos 200, decidieron echarse al monte, esperanzados con que el golpe 
fascista no triunfara en la península, y les esperaría un trágico final. 
Otros pudieron escapar en barco.

Entre la historia callada por el miedo, el silencio habla de ejecuciones 
en los numerosos barrancos de la isla, que quedarían desaparecidos 
como fantasmas, e incluso de personas arrojadas a la boca de los t
ubos volcánicos.
Uno de los asesinados fue el alcalde republicano de Los Llanos de Aridane
Una persona había oído hablar, de niño, del lugar en el que estaría la 
fosa en la que le enterraron, junto a dos personas más, porque su padre 
se lo contó bajo la condición de que no dijera nada hasta que muriera. 
Cuando el secreto llegó hasta los familiares del alcalde, que le buscaban
desesperadamente desde su desaparición, sus hijos se lanzaron a localizar 
sus restos. La pista era un árbol, el “pino del consuelo”,en los pinares del sur de la isla sobre las coladas de un volcán, en una ladera a unos cien metros sobre la carretera. Así, ellos mismos, en 1994, recuperan los huesos de su padre, de un concejal, del presidente del gremio de los sindicatos y de otras dos personas, amontonados sin el menor cuidado a poco más de metro y medio de profundidad.
En sucesivos hallazgos, otros familiares han ido encontrando más restos de “los 13 de Fuencaliente” que conformaban once miembros de la resistencia republicana que habían huido al monte en julio del 36, junto con otras dos personas que les proporcionaron comida y ropa, todas ellas detenidas y fusiladas en enero de 1937 entre pinos que soñaban con ser dragos milenarios, acogiendo la sangre humana en su vientre. Aralda Rodríguez tenía un año cuando se llevaron a su padre de casa, por haber sido de los que entregaban comida a la resistencia (...) 

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