Marcos Pereda 19/03/2024
Marit Kapla (Osebol, 1970) tiene rizos rubios, ojos azules y mucha pinta de haber nacido en Suecia. Ella lo hizo en un pueblo pequeño, ese Osebol que no se pudo sacar de las tripas y sobre el que volvió a escribir muchos años más tarde. El resultado se titula igual, Osebol (Capitán Swing, 2023), y es una joya de largo aliento y regusto a oralidad donde Kapla entrevista a (casi) todos los habitantes de ese lugar para mostrarnos cómo son (y cómo somos). Hablamos con ella sobre los problemas de Escandinavia y de la Península Ibérica, sobre despoblación rural, sobre palabras que desaparecen, sobre trenes que nunca llegan y gente que no sabe cultivar patatas. Sobra la vida, en suma.
¿Por qué decide escribir sobre Osebol?
La primera decisión fue escribir un libro, es algo que quería hacer desde niña. Lo segundo fue escribir un libro sobre Osebol, el pueblo donde crecí. Hay muchas razones por las que sentí que Osebol debía ser el tema de mi primer libro, pero una fue que el debate público sobre ciudad versus campo se había agudizado e intensificado en las últimas décadas. No es productivo crear un antagonismo entre ciudad y campo, ambos dependen el uno del otro. Pero es importante hablar de lo que el campo ha perdido y sigue perdiendo para que no quede en el olvido. También comprendí que Osebol se había convertido en un lugar exótico para mucha gente. La mayoría de los niños suecos de hoy crecen en una ciudad o un pueblo, no en una aldea. Mi familia había dejado Osebol en 2007, cuando mi padre enfermó. Yo vivía en Goteborg desde 1998, me había convertido en una de esas personas urbanas que no tienen ni idea de lo que ocurre en un pueblo. Cada vez que leía una noticia sobre el medio rural parecía presentada con muchos prejuicios, no reflejaba la rica e interesante vida cotidiana que yo conocía de Osebol, y eso me enfadaba mucho.
(...) La despoblación del campo es un fenómeno global que se viene produciendo desde hace siglos. Tiene que ver con la industrialización, el capitalismo, la producción a gran escala y el automatismo de las tareas. En todo el mundo la gente ha tenido que abandonar sus pequeñas granjas, barcos de pesca, etcétera, para encontrar trabajo en otras actividades y sitios. Aunque algunos lugares pequeños consigan mantener la población contra viento y marea, siguen siendo excepciones. Pero es importante que la sociedad recuerde que todo está en constante movimiento. La pandemia nos mostró cómo las cosas pueden cambiar muy rápidamente. Es importante mantener la posibilidad de vivir y trabajar en las zonas rurales, tanto para la gente que vive allí ahora, como de cara al futuro.
(...) A este gobierno también le parece buena idea eliminar la normativa que preserva las zonas de ribera como bienes comunes, porque quiere que estas zonas puedan ser utilizadas para construir viviendas, con el fin de hacer más atractivas las zonas rurales alrededor de los lagos. Creo que demuestra cortedad de miras, y que eso no traerá más población durante todo el año, porque solo se construirán casas de vacaciones para quienes puedan permitírselas. Eso es bueno para ellos, pero quizás resulte ser una pérdida para la comunidad en su conjunto, cuando ya no todo el mundo tenga acceso a estas zonas de ribera.
Uno de los entrevistados habla, precisamente, de las “casas de vacaciones”, y dice que eso no es luchar contra la despoblación.
Tiene razón, es así. No hay nada malo en tener una casa de vacaciones y pasar allí los veranos, pero para estar pobladas todo el año, las zonas rurales necesitan oportunidades de trabajo, servicios sociales y cultura. Entonces quizá ya no haya tantas casas de vacaciones disponibles.
(...) En la actualidad, Suecia produce el cincuenta por ciento de los alimentos que consume el país, sólo somos autosuficientes en zanahorias, azúcar y maíz. Creo que es una buena idea que todo el mundo tenga más facilidades para ser agricultor o pescador a pequeña escala.
(...) No es justo que la gente que vive fuera de las grandes ciudades tenga que luchar mucho más que los urbanitas por necesidades básicas como un acceso razonable a la atención sanitaria, farmacias, compra de alimentos, escuelas, guarderías, carreteras transitables, etcétera (...)
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