Manuel Nogueras 8 MAR 2024
El relevo en el liderazgo del PSOE extremeño reafirma su compromiso pronuclear y su apoyo explícito al extractivismo y la minería
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Tras los dos largos virreinatos de Rodríguez Ibarra y Fernández Vara, cada uno con su personal impronta pero obedientes ambos a idéntico imperativo, alumbró hace unos días el socialismo extremeño un nuevo liderazgo. Triunfador en las primarias, ascendió a las alturas del partido el eterno alcalde de Villanueva de la Serena (desde 2003) y presidente de la Diputación Provincial de Badajoz (desde 2015), Miguel Ángel Gallardo.
Reflexión primera: ni un atisbo de gatopardismo se han concedido. Es mejor ir a lo seguro y no cambiar nada para que nada cambie, por si acaso. Puro aparato. Antes veremos desviarse el Guadiana a su paso por Mérida que mutar al PSOE de Extremadura. Gane o pierda elecciones, detente o no todo el poder (que algunos ayuntamientos y las diputaciones provinciales también mandan mucho), el socialismo regional es leal a sus principios: seguimiento ciego a la agroindustria, sus dislates y sus designios, comunión pronuclear diaria, sumisión a cualquier tipo de extractivismo (donde haya una mina, una fotovoltaica gigante o un parque eólico monumental, prietas las filas, alegres y cantando, allá estará la dirigencia socialista).
No le dio tiempo ni a calentar el sillón al nuevo líder cuando ya se había explicado con quien se tenía que explicar: las eléctricas y las mineras. Unas, las primeras, porque aquí mandan mucho (un territorio que produce cinco veces más energía que la que se consume genera un pedazo de negocio); las otras, porque se han convertido en buque insignia de la eterna promesa de desarrollo económico, empleo y millones a repartir entre el “emprendimiento” local (y foraneo).
¿Que qué dijo el señor Gallardo? Algo concreto, directo y sencillo: “Apoyo mantener Almaraz y estoy a favor de la mina de Cáceres”. Contenta Iberdrola, relajada Infinity Lithium en la bolsa australiana, ¿qué malo le puede pasar a Extremadura?
Con Almaraz, el cuento de siempre: que si el empleo, que si el desarrollo... Pero adobado, esta vez, con algún comentario que promete un mandato denso en despropósitos intelectuales. Para nuestra tranquilidad, de la energía nuclear ha afirmado el nuevo timonel que “cuando ha fallado ha sido porque no estaba produciendo electricidad sino investigaciones de carácter armamentístico”. Literal. Y se ha quedado tan pancho, suponemos que relajado tras semejante evacuación antihistórica, sin respaldo desde la hemeroteca ni desde la ciencia. Sin ningún fundamento de ninguna naturaleza, en suma. Es de suponer que la potente organización socialista regional ―y, con ella, su nuevo cerebro― dispondrá de datos nuevos que aportar, que arrojen luz y le expliquen al mundo que las tres centrales nucleares afectadas por los accidentes más graves de la historia ―Harrisburg, Chernobyl y Fukushima― estaban realizando “investigación de carácter armamentístico”. Y aquí eso nos interesa mucho, porque las tres instalaciones servían al exacto mismo propósito que Almaraz, esa que debiera llevar cerrada ya años si se hubieran cumplido los compromisos al respecto, tanto técnicos como políticos.
Con lo de Cáceres, es de agradecer que se vaya a las claras y sin tonterías. Mejor no hacer el papelón como hasta ahora, andarse con medias tintas, marear la perdiz... Ahora ya sabemos, ya vemos con absoluta claridad que la dirección regional apoya con nitidez la mina de litio. Y si obra así con una explotación contestadísima desde la calle, desde el conocimiento, desde el sentido común (¿en qué cabeza cabe un proyecto de esa condición a un par de kilómetros en línea recta del centro de una ciudad monumental, Patrimonio de la Humanidad?), habrá que suponer perdida toda esperanza de sensatez en relación al bombardeo de proyectos mineros de altísimo impacto ambiental en suelo extremeño. El PSOE, aquí, es lo que es y lo que siempre ha sido. Preso de su modo de hacer política declarativa y ampulosa, se le ha metido en la cabeza que hay que hablar de litio, que eso refuerza un discurso de desarrollo y futuro esplendoroso para este territorio, que en su imaginario implícito pasaría a ser una tierra prometida mezcla de Silicon Valley, Falcon Crest y Las Vegas.
Ahora, a esperar qué ocurrencia tiene el señor Gallardo en relación al regadío en Tierra de Barros (para el que no hay dinero; para el que, por no haber, no hay ni agua). A ver qué nos cuenta del proyecto de mina en Acebo, Hoyos, Perales del Puerto y Villasbuenas de Gata, donde ya están los de siempre anunciando una explotación de wolframio, litio y estaño; un tipo de minería que asusta, por sus afecciones ambientales, solo con nombrarla. (...)
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