Sara Plaza Casares 7 MAR 2024
Las organizaciones llaman a desterrar falsos mitos como el del agresor desconocido y a reforzar los mecanismos de prevención como la educación sexoafectiva.
Nuestro corazón, con Palestina. Suscríbete y llévate de regalo una Tote bag con la imagen de la última portada de El Salto. Con cada suscripción, 5€ de donación para la UNRWA.
En 2022 casi el 45% de las denuncias por violencia sexual fueron de víctimas menores de 18 años. “Tenemos que desterrar falsos mitos como el del hombre del saco. Los agresores de las menores y adolescentes en buena parte son de su entorno conocido”. Carmela del Moral, responsable de políticas de infancia de Save The Children es contundente a la hora de comentar este dato, sacado del reciente informe que acaba de presentar su organización bajo el nombre Silenciadas: “La violencia sexual es uno de los delitos más graves y el hecho de que la mitad de los casos afecten a personas menores de edad es algo que nos tiene que hacer pensar en cómo se está abordando esta forma de violencia”, expresa. Una violencia que, según datos del Consejo Europeo, afecta a una de cada cinco niñas y niños antes de cumplir los 18 años.
En palabras de del Moral, en primer lugar, hay que analizar las características de este tipo de agresiones, desterrando mitos. “En general la violencia contra la infancia viene en su gran mayoría provocada por las personas de su entorno y además la ejercen personas adultas”. Según otro informe de Save The Children titulado Por una justicia a la altura de la infancia, en ocho de cada diez casos los agresores son personas conocidas y el 40% pertenecen al entorno familiar.
La portavoz de Save The Children avisa de que en este tipo de abusos opera una “ley del silencio”: la persona que abusa trata de influir en la menor como si también fuese responsable del hecho. “Y luego cuando son las adolescentes las víctimas de una agresión sexual, sea física o por medios digitales, hay una gran carga de miedo a ser culpabilizadas por haber compartido determinada fotografía, por haber iniciado determinado contacto sexual, llevar determinada ropa o acudir a un lugar en concreto”, explica del Moral.
El informe Silenciadas pone el foco en el sexo de las víctimas: el 82% eran niñas o adolescentes, “por lo que ser niña vuelve a ser un factor de riesgo determinante para poder sufrir una agresión de este tipo”. En cuanto a los agresores, los datos de delitos sexuales cometidos tanto por personas adultas como por personas entre los 14 y los 17 años (edades en las cuales ya hay responsabilidad penal) reflejan que en el 97% de los casos es un hombre.
“Hay que revertir la responsabilidad de la víctima y esto hace que sea una violencia difícil de detectar en algunos casos”, expresa del Moral.
Educación como estrategia de prevención
Según el informe Sexualidad de las mujeres jóvenes en el contexto español. Percepciones subjetivas e impacto de la formación del Instituto de las Mujeres, el 57,7% de las mujeres jóvenes afirma haber tenido sexo con otra persona sin apetito o deseo sexual. Este informe indica además que un 67,4% ha recibido comentarios sexistas inapropiados en espacios públicos, un 46% ha recibido imágenes o comentarios de índole sexual sin su consentimiento a través de redes sociales y un 36,2% ha sufrido tocamientos no deseados y realizados al descuido en lugares como transportes públicos o en aglomeraciones.
Sin embargo, este mismo informe indica también que el 34,8% de las jóvenes nunca ha recibido ningún tipo de educación sexual, la base de la prevención de las violencias sexuales, tal y como indican las expertas.
Y no vale una educación sexual cualquiera. Diana Félix, sexóloga y técnica de intervención social del área culturas, género y sexualidades de la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF), explica que la educación sexual no puede restringirse desde un punto reduccionista a los aspectos biologicista y a la reproducción humana. Esta sexóloga habla de una educación sexual “integral” que vaya más allá de la prevención de infecciones y embarazos.
Así hay que darle un enfoque de “derechos” para combatir prejuicios machistas, hablar de respeto, de relaciones sanas, saludables, igualitarias, responsabilidad afectiva, cuidados y autocuidados y también hablar de cuáles son las violencias y qué es el consentimiento, en palabras de esta experta. “Una educación sexual integral con metodologías participativas impulsa la autonomía y empodera a las mujeres. Es una herramienta que conduce a la igualdad y permite prevenir violencias”, explica.
Para Félix esta educación se debe dar en todas las etapas, también en la adulta “porque nos permite luchar contra las violencias contra las mujeres, que no solo se dan en la juventud o que arrastramos desde esa etapa” (...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario